miércoles, 3 de julio de 2013

La Amazona

Últimamente tengo unos sueños muy raros que se repiten sistemáticamente.

Lo de este Alberto ya es demencial: como no encuentra vídeos de las canciones que le molan, te planta la música en versión Guitar Hero y se queda tan ancho (aunque a decir verdad escuchar así la música tiene un nosequé de hipnótico que te deja con el culo torcío).

En el primero de ellos voy caminando por el Parque de la Fiesta del Árbol. Está absolutamente vacío, no hay nadie excepto yo. Avanzo en dirección a un escenario provisional que hay cerca de la fuente. En esos momentos no es un mero escenario, sino un patíbulo. De una viga hay colgados dos cuerpos (humanos). Me acerco y compruebo que corresponden a Mariano Rajoy y al ministro Cristóbal Montoro. Están colgados del cuello por unas sogas, y sus caros y elegantes mocasines no llegan al suelo, así que evidentemente están muertos. Ambos llevan traje, camisa y corbata. Las únicas partes de su piel expuestas a la vista son las de sus cabezas y sus manos, y todas estas zonas tienen un color grisáceo, cerúleo, muerto. Sus caras, cuya vida se ha detenido en un momento de agonía, presentan una horrible mueca de dolor y angustia. Rajoy tiene la lengua fuera, mientras que Montoro parece estar apretando los dientes. Sin embargo hay algo curioso. Aunque la cara de ambos está completamente rígida, sus ojos, sin embargo, están abiertos y se mueven nerviosamente de un lado a otro. Si pudieran hacer el más mínimo gesto con el rostro da la impresión de que estarían pidiendo ayuda, pero no pueden; sólo pueden mover los globos oculares. Me miran, y rápidamente apartan la mirada, miran hacia los lados, y también intentan cruzar las miradas pero, por el ángulo de sus cabezas, es imposible que se vean. Es tétrico, inquietante, lamentable, pero no siento ni la más mínima pena ni compasión.

En el segundo de los sueños estoy en el interior de un pabellón polideportivo, aunque ignoro cuál. Está a oscuras, pero en lo que sería el centro de la cancha de baloncesto hay un círculo de luz blanca y brillante de unos cuatro o cinco metros de diámetro, como si en el techo, justo sobre su vertical, hubiese un foco que iluminase este punto (aunque miro hacia arriba y no acierto a distinguir el punto de origen de esa luz). Dentro de la zona iluminada hay un objeto alargado. Me acerco paso a paso, despacio, porque aunque parece una especie de oruga gigante, me pica la curiosidad. Cuando descubro lo que es debería sentirme horrorizado, pero no es así. Se trata de un cuerpo humano envuelto completamente en una especie de venda, como si de una momia egipcia se tratara. Hay varias cosas curiosas: para empezar la figura humana está envuelta en un sólo bloque, es decir, con los brazos pegados al cuerpo y las piernas juntas, todo envuelto de una sóla vez, así que la persona que hay dentro no podría mover los brazos o las piernas aunque quisiera. Otra cosa curiosa es que la venda no es la típica blanca (o blanca y con dos finas líneas rojas cerca de los bordes), sino que está formada, mediante franjas logitudinales de igual ancho, por los colores de la bandera del orgullo gay. Y la figura no está completamente envuelta, sino que se le ve el rostro, y este no es otro que el de Maria Dolores de Cospedal. Tiene los ojos abiertos, y también la boca. Sus facciones están dotadas de movimiento, no están completamente rígidas, tienen vida, pero es como si hubieran sido adormiladas con un anestésico, habiendo reducido sus movimientos a una pequeña fracción de lo que son capaces.

Me acerco despacio e instintivamente me bajo los pantalones y me pongo en cuclillas con mis nalgas sobre ese rostro. Siento un movimiento en el vientre y violentamente sale de mi ano una furiosa mezcla de excrementos de diversa textura y fluidez, acompañada de una rabiosa ráfaga de gases malolientes que salen con explosiones más y menos fuertes, como el humo de un motor viejo. Son varios segundos de descarga, durante los cuales contemplo como toda esa masa orgánica y asquerosa, ese mejunje marrón compuesto por grumos de tamaños, formas y consistencias diversas, le resbala por absolutamente toda la cara. Incluso una pequeña parte, al no tener ella capacidad para apenas moverse, se le mete en la boca.

En el otro sueño estoy en La Gineta, pero no llevo la camiseta del Dosquince, sino la del C.A. Tarazona. Me he intercambiado de club, por un día, con Irina, que luce hoy la camiseta de cuadros blancos y naranjas, para el desconcierto de propios y extraños. Hay un homenaje a alguien muy querido y reciente y tristemente desaparecido, y por ese motivo llevo puestos además unos guantes de examen de látex azules.

Aquí estamos con la 'presi' Isabel (el photoshop apenas se nota).

Ese día no tengo demasiadas ganas de apretar en la carrera, no en vano el día anterior había hecho 9 km a buen ritmo, pero paradójicamente me posiciono bastante bien en la salida y, de que me quiero dar cuenta, estoy rodando muy cerca de un ritmo de 4:30. Debe ser la responsabilidad para conmigo mismo de llevar puesta la camiseta de otro club. Y en este caso no es un club cualquiera, es un grandísimo club, es una tribu.


Ahi va Irina con unos acólitos (a-có-li-tos, no al-có-li-cos)
 Llevo una zancada cómoda y que me resulta fluída, y poco a poco voy adelantando a algunos que a veces me ganan o a los que me cuesta mucho coger. A esto ayuda que, a falta de otro compañero del que me he despistado, me emparejo con Alfonso del Don Quijote (a.k.a. Perlita, a.k.a. Arthur Gordon Pym), desde el km 2 hasta el 7, más o menos (a pesar de haber corrido él la noche previa en San Clemente va sobrado de fuerzas y tira adelante).

Ahora que me veo en las fotos, en mi camiseta no hay escudo del C.A. Tarazona en el pecho... ¡¡me han tangao!!

Hace calor, pero los puestos de avituallamiento necesarios son también suficientes. La organización es tan buena ya en la mayor parte de las carreras que no nos damos ni cuenta, pero no debe ser fácil. El reparto de los dorsales ha sido fluido y, aunque la cola de la pre-entrega de la bolsa era muy larga, se ha hecho más llevadera con la conversación con unas simpáticas y guapísimas atletas de Valdeganga eso y que además os colásteis de mala manera ¡fue sin darnos cuenta, lo juro!.

Hay muchísima gente corriendo, unos mil. Público no hay mucho, pero la carrera no aburre. Además, a mi a veces me resulta más agradable este callejeo por el pueblo que salir por unos tristes e infames alrededores.
De que me quiero dar cuenta estoy en el km 8. No voy mirando mucho el reloj-gepediésel, pero ahí por fin lo miro y llevo 36:20 más o menos (a ritmo de 4:30 deberían ser 36:00). Disfruto de los dos últimos km, dentro de lo que cabe, y finalmente termino en 45:38 que, si no me equivoco, es mejor marca personal en la distancia (no es un 10-k homologado, pero me vale).

En el parque me tomo un trozo de sandía y luego, sin solución de continuidad, 4 cervezas hasta el borde del vaso con unas pocas patatas fritas. Charleta con los amigos, entre risa y risa, y después la ceremonial devolución de camisetas con Irina por cierto que hubo alguno que se enamoró de ella ¿quién? se dice el pecado pero no el pecador; bueno y ya cuando se quitó la camiseta sudada para ponerse la limpia, ahí ya fueron más de uno los que se quedaron boquiabiertos, ojipláticos y cariacontecidos; vale, basta ya, que cuando lea esto Irina se va a ruborizar. Lamentablemente hay que volver a la rutina, así que, besos, saludos, abrazos y recuerdos.

¿Hay una manera mejor de pasar un domingo por la mañana?

Me voy unos días de vacaciones, con lo que me pierdo El Salobral (1*) y Caudete (2**) (aunque no creo que hubiese ido de todos modos, much@ calor). Creo que no reapareceré hasta Cenizate (3***) o Villalgordo (4****), aunque quizá vaya a Mahora (5*****), como es tradición, a acompañar a mi mujer y a hacer fotos (y puede que haga alguna entrada en el blog que no sea una crónica). Así que un abrazo y hasta la vista. ¡¡Cuidarse y que os follen!!


Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

(1*) pendiente para una próxima ocasión el intercambio de camisetas con Sarri.
(2**) pendiente para una próxima ocasión el intercambio de camisetas con Puche.
(3***) sin intercambio de camisetas pendiente come on, don't be shy, checkered shirt does not bite!!
(4****) pendiente para una próxima ocasión el intercambio de camisetas con Emilio, así como un entrenamiento de reconocimiento del nuevo recorrido, y posterior almuerzo.
(5*****) sin intercambio de camisetas pendiente come on, don't be shy, checkered shirt does not bite!!


Lo de este Alberto ya es demencial: como no encuentra vídeos de las canciones que le molan, te planta la música en versión tocada por un fulano imitador y se queda tan ancho (aunque a decir verdad escuchar así la música tiene un nosequé de hipnótico que te deja con el culo torcío).
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