sábado, 30 de marzo de 2019

Maratón de Oporto 2018 - Maratona do Porto 2018 - Porto Marathon 2019

El pasado 4 de noviembre de 2018 participé en el Maratón de Oporto o, como le dicen en Portugal, Maratona do Porto.


Diosss, qué pereza me da. Me animaré pensando que voy a intercalar algún texto usando el futuro de subjuntivo, amén de alguna frase que se repite en todas las crónicas.

Me pongo a escribir esto el 20 de marzo de 2019, nada menos. Apenas me acuerdo ya de los detalles, pero me prometí escribir algo de cada maratón, así que ahí voy.

Para empezar, decir que es el 2º maratón que corrí en 2018, después del de Madrid (22 de abril). Aquel lo acabé con muchísima fuerza, y la sensación fue tan buena que quise repetir cuanto antes… sobre todo desde que no echo tantísimos kilómetros a los entrenamientos específicos, saliendo casi el mismo resultado final.

En principio Oporto en particular no me llamaba demasiado la atención, puesto que la vez que estuve en Lisboa me llevé una impresión malísima de la ciudad. La elección vino sobre todo por la fecha, pues al coincidir con el puente del 1 de noviembre (“Los Santos”), sólo cogiendo un día de vacaciones (el lunes día 5) se podía uno marcar un buen viaje. Además, ventaja de poder ir en coche (desde Albacete son unos 800 km), un poco paliza pero más se tarda muchas veces en total entre ir a Madrid, esperar el avión, etc.


El apartamento que cogimos creíamos que estaba algo más retirado del centro, pero estaba bastante bien ubicado. Además aparcamos en la misma calle, a la primera, y sin zona azul… ¡genial! Oporto me ha parecido una ciudad chulísima. Todo lo importante que ver está muy recogido y se va andando, no como otras ciudades que tienes que andar cogiendo metros y buses. Aquí está todo más o menos cerca. Lo que más echa para atrás, si acaso, a la hora de andar no es el cerca-lejos, sino el arriba-abajo. El que haya ido sabrá por qué lo digo, y el que fuere allí lo descubriere.

Poco más me voy a extender de Oporto. Una pega quizá también sea el clima. Nos llovió fino a ratos, salvo el día de la carrera por la tarde, que llovió a cántaros, así que aprovechamos para descansar y nos quedamos en casa descansando y viendo la tele (p.ej.: el Maratón de NYC que se corre el mismo día siempre o casi siempre, que yo sepa). Habrá que volver a Oporto con un poco de mejor clima, porque me ha parecido un sitio genial.


La tarde de antes de la carrera fuimos a por los dorsales a una antigua instalación aduanera, sin mucho más que destacar: lo de siempre, stants de ropa, complementos, alimentación, cremas y otras carreras. Allí el tipo del Benidorm Half nos recomendó visitar un medio-bar-medio-tienda que está enfrente a la “Feria del Corredor” llamado “Armazém”, que estuvo super curioso (buscádlo en google).

El día de la prueba lo habitual, desayuno, drogas, ropa, mochila para dejar en el guardarropa, etc., y quedamos en la parada de Metro los de siempre, esto es, Juanra y servidor de ustedes. Llegó tarde el muy cabrón y casi me congelo.

Teóricamente el Metro había que pagarlo, aquí no había gratuidad para corredores, pero como no hay taquillas, no sacamos billete, pensando en hacernos los tontos/locos si nos lo pedían los revisores, pero ni falta que hizo.

El Metro, recomendado por la organización para ir a la salida, iba abarrotadísimo. Llegamos a la zona de salida/meta con nuestros ya míticos “monos de pintor”. Aclaración aquí: si hay algo un poco chungo de esta carrera es la ubicación de la salida/meta, aunque también en otras carreras ocurre algo similar. Había que ir hasta una especie de barrio (de hecho creo que pertenece a otro municipio) a las afueras, concretamente al norte de Oporto, llamado Matosinhos. Y terminada la carrera, regresar desde allí al centro de la ciudad.


Dejamos nuestras dos mochilillas, que nos dieron al recoger el dorsal, en el guardarropa, últimos tragos de agua, isotónicas y drogas, visita al WC a dejar caer allí el último e innecesario lastre, y camino a la salida con el tiempo más bien justo. No éramos demasiados, no sé cuantos miles habríamos allí, pero no demasiados. Buen ambiente, no excesivo.

Aquí viene la típica explicación del recorrido, pero esta vez mezclado con lo que es la descripción de lo ocurrido en carrera:

Se sale, junto al mar, todo muy idílico, de un punto que llamaré S. Ahí se da una vuelta a un parque enorme (Parque da Cidade), en lo que se van ya unos 5 km, llegando a una enorme glorieta con una especie de escultura echa con aros y redes, que llaman “Anémona”, punto A, que estará como a unos 300 m de S. Desde ahí se gira hacia el norte, es decir, en sentido contrario a donde estaría el centro de Oporto. Antes de completar la vuelta al parque paramos a mear (única vez) y cometo el error supino de detener el GPS, y sobre todo de olvidarme de reiniciarlo, con lo que me salto unos 600 m de carrera.

Se recorren unas calles que no aportan mucho hasta llegar a una zona portuaria donde se pasa junto a un puente levadizo del que se ve que están bastante orgullosos allí, donde se da la vuelta y se recorre todo en sentido inverso.

Nota antes de proseguir: a ojo, el 99% de la carrera que no es la primera vuelta inicial al parque, es todo recorridos de ida y vuelta en los que te puedes ir cruzando con gente que va delante o detrás de ti. Cuando llegamos al km 6 aprox. ya venían los primeros en sentido contrario por lo que era su km 10-11 aprox., y no dejamos de cruzarnos gente hasta el km 30 y pico. Ahí no recuerdo si llegamos a cruzarnos con el coche escoba, pero por esa zona el recorrido hace una especie de “T” y, aunque sí pasabas por un sitio donde ya habías pasado en sentido inverso, por ahí ya quizá no quedara nadie. Véase mapa para mayor entendimiento, o pásese al siguiente párrafo sin más preámbulo.


A la altura del km 12 aprox. volvemos a pasar por el punto "A", la Anémona, y luego por "S" en el mismo sentido que el inicial, y ahí iniciamos el recorrido por todo el litoral (atlántico primero, rivereño depués) en dirección hacia el centro de Oporto. En esta zona también coincidíamos con el recorrido de regreso, pero aún no les había dado tiempo a los primero a llegar aquí. Pero como nosotros íbamos avanzando y ellos también, al llegar aprox. nosotros al 19 (más o menos frente a la Feria del Corredor – antigua aduana) nos los acabamos cruzando. En esta zona había una especie de castillos-fortalezas costeras que molaban, podría mirar los nombres, pero me la suda y no me acuerdo… míralo tú, oh, querido lector, si te interesa.

Al fondo, La Anémona. Yo, cara de sueño (realmente, me estaba cagando)

Entre el km 20 y 21 se cruza el puente de Don Luis I (punto “P”), por la calzada inferior, evidentemente… subir sería un putada de las gordas. Poco antes, en la zona típica de la Rivera estaban nuestras familias para darnos ánimos.


Pasamos pues a Gaia donde cruzamos el medio maratón y seguimos cruzándonos con corredores todo el rato. A veces llovía un poco, a veces no. Nunca llovió muy fuerte, por suerte. Llegamos a otro giro de 180 grados (punto "G", de Gaia, aunque no lo voy a volver a usar) y deshacemos el camino otra vez hasta el puente “P”, que esta vez caía en el km 29, calculo a ojo.


De momento no ibamos mal ninguno de los dos, pero en mi caso poco más me iba a durar la lozanía. Aquí vimos a nuestras familias otra vez, por sorpresa, junto a las bodegas de Gaia, y por poco no nos ven ellos a nosotros… por suerte los chiquillos estaban haciendo el típico gesto para que les chocasen las manos los corredores.


Al cruzar el puente "P" por segunda vez, en vez de girar a la izquierda para volver hacia la salida, nos volvíamos a alejar hacia la derecha, para dar la vuelta en el punto "S", de sofoco. P→S era cuesta abajo, ligeramente, pero claro, S→P era para arriba. Aquí es cuando me empecé a venir abajo. Me dolían las piernas y empecé a aflojar. Juanra empezó con la ya más que entrenada táctica de, para no agobiar, adelantarse el espacio que hiciera falta.

No le llegué a perder de vista cuando se detuvo, a la entrada de un túnel que hay junto a "P" (donde se habían cobijado de la lluvia muchos espectadores amigos y familiares, incluídos los nuestros). Allí me “pelaron” un paracetamol que tomé con algo de agua y drogas.


Esto era el km 33 aprox. Empiezan los cálculos: creo que llevábamos 3 horas… como quedan 9 km, si los hago a 6 min/km, son 54 minutos, así que llego en 3:54. Muy bonito así pensado, y eso que esperaba llevar un ritmo más rápido, digamos de 5:45 como muy lento.

Así que seguimos al trote cochinero, Juanra definitivamente se pierde y me quedo solo. Calculo que en el km 35 me adelantó el grupo que seguía al práctico de las 4:00 horas, así que empecé a dudar de mis cálculos. Intenté engancharme durante… ¿10 segundos?... y luego los dejé marchar para seguir a mi ritmo.

No recuerdo muy bien los km que vinieron, pero aproximadamente del 36 en adelante tenía unas ganas terribles de detenerme a andar, pero intenté animarme de muchas maneras, saludando gente a quien básicamente se la sudaba, mirando el paisaje, los parques, las palmeras, siguiendo la línea del eje de la calzada, admirándole el culo a alguna corredora, asombrándome con el oleaje del Océano Atlántico, etecé, etecé… pues sabía que si me paraba me caería una minutada tremenda.

Así que no caminé, no me detuve. Únicamente paraba un poco cuando había avituallamientos, para beber el agua y las isotónicas mejor, pero rápidamente continuaba con mi trote. Y acompañando a ese trote y a mi respiración, en mi cabeza me repetía una y otra vez: “No me paro, uff, uff, sigo, uff, uff”, así durante lo que se me hizo una eternidad.

Esta es la estatua ecuestre, pero claro, aquí íbamos bastante más frescos que después de casi 4 horas.

Por fin, al fondo, muy al fondo, muy, muy, muy al fondo, veo una estatua ecuestre. Ya habíamos pasado por ella antes, al poco de tomar la salida y, luego otra vez, tras dar la vuelta al parque y a la zona porturaria de Matosinhos, al poco de volver a pasar por la salida… así que ya estaba cerca de la meta.

A estas alturas me veía más solo que la una. Los recuerdos que tengo es que no había corredores en este tramo. Solo me recuerdo a mí mismo allí, corriendo bajo la lluvia, con el objetivo parcial de llegar a la estatua sin detenerme… se me hizo eterno pero me fui acercando a ella, lenta pero inexorablemente, y por fin lo conseguí.

Al aproximarme vi que algunos corredores daban la vuelta a la glorieta que allí había separándose mucho del bordillo, como haciendo metros de más innecesariamente. Pensé que yo apuraría un poco más para hacer más corto el sufrimiento, pero al llegar vi que era imposible con los charcos. Así que tuve que hacer lo mismo que hacían todos, alargar metros… qué mala suerte, pero por lo menos ya estábamos en el 41.

Paso entonces por la salida, o punto "S", pero ahora en sentido contrario al inicial, y ya no queda nada. La meta no está exactamente en el mismo sitio que la salida, pero sí muy cerca. Solo hay que pasar otra vez junto a la Anémona, punto "A", que ahora se mecía de manera hipnótica, y subir un pequeño repecho para acceder al Parque da Cidade donde estaba instalado todo el tinglado de meta y demás.

Allí, en ese breve repecho previo al parque estaba parado Juanra, que llevaba unos pocos minutillos esperándome, una vez que su GPS ya había marcado los 42195 metros. En el último maratón que habíamos corrido juntos, Estocolmo 2017, hizo lo mismo. Así que entramos al parque, pasando bajo un montón de arcos hinchables publicitarios, satisfechos por haber terminado dignamente, sin detenernos a caminar, haciendo frente a una casi constante lluvia.

Unas pocas estadísticas: el tiempo oficial fue de 4:03:30, pero el tiempo real o neto fue de 4:01:36. Es decir:
  • tardamos menos de 2 minutos en cruzar la salida, desde el pistoletazo, lo que da una idea de lo poco masiva que es la carrera.
  • un minuto menos que la marca conseguida en Madrid el 22 de abril.

Aquella carrera, Madrid, es más dura en cuanto a perfil, “en teoría”, y además me paré a cagar mandar un fax y perdí unos 2 ó 3 minutos; pero en Oporto hizo peor clima y aunque aparentemente hay menores desniveles, lo que sí hay es una constante sucesión de “microsubidas” y “microbajadas” que hacen la carrera bastante rompepiernas casi sin notarlo; además aquí llovió e hizo viento, por lo que juntando todos estos factores y a pesar del sufrimiento, mental sobre todo, vivido los últimos kilómetros, considero que hice una marca muy digna.

Al llegar a meta, por lo menos a mí se me quitó totalmente el cansancio y me quedé bastante entero, curiosamente. Llovía y no había donde meterse, pero lo que si hicimos fue empezar a llenar una bolsa con isotónicas, agua, plátanos, mueslis, batidos y lo típico en estos casos. Estaban dando cerveza, así que nos tomamos un buen vaso de cerveza negra, así a cara de perro. Y a pesar del frío entró bien.


El siguiente reto era recoger la mochila, donde habíamos dejado los móviles, chándal, gayumbos secos, etc. Pero esto iba a ser un esfuerzo colosal, porque la organización era nefasta y la aglomeración de gente tremenda. Las mochilas estaban muy mal ordenadas y los voluntarios, a punto de volverse locos, hacían lo que podían. Estuvimos allí un buen rato pasando frío y mojándonos, pero puedo decir que tuvimos suerte, porque cuando por fin nos dieron las mochilas y nos salimos de aquella zona, en ese momento el mogollón (no se le puede llamar cola) de personas era el doble o el triple de grueso que cuando llegamos nosotros.

Un espectáculo lamentable que se podría haber previsto poniendo mucha más gente para ello, mucho más espacio para las colas, mucho mejor ordenado, como se ve en otras pruebas. La organización hizo al día siguiente un comunicado lamentándolo amargamente y con sinceridad, promentiendo que algo semejante jamás les volvería a ocurrir.

En una escueta carpa nos cambiamos a lo jíbiri con ropa seca y deshicimos el camino al Metro. Lo malo es que en esta zona el Metro es más bien un tranvía, así que nos tocó helarnos un poco más mientras esperábamos-lo. Eso sí, por suerte luego hicimos el trayecto sentados. Y gracias al roaming de datos y llamadas en la UE, informando a todos nuestros allegados de nuestra ¿hazaña?

Conclusiones: este de Oporto ha sido mi maratón nº 10. A saber:

1.- Madrid 2006
2.- Madrid 2008
3.- Valencia 2011
4.- Roma 2014
5.- Paris 2015
6.- Londres 2016
7.- Berlín 2016
8.- Estocolmo 2017
9.- Madrid 2018
10.- Oporto 2018

De momento no me han quedado ganas de preparar, organizar el viaje y correr ningún maratón más. Ni siquiera NYC, del que contarán maravillas, pero al cual tengo vetado por razones diversas. Que cuenten lo que les salga la polla quieran, no creo que vaya a correrlo nunca. Otros grandes maratones de Europa sé lo que van a ser, porque ya he corrido algunos de los más multitudinarios: mucha gente corriendo, mucho público, muy buena organización, pasar corriendo por algunos lugares emblemáticos, pero con una mayor parte del recorrido por sitios que ni fú ni fá, una camiseta y una medalla… básicamente no es más que eso. El único que me llama un poco la atención, de los que no he hecho, es Frankfurt. Pero antes repetiría Londres, París, Berlín o Roma que ir a Copenague, Dublín, Varsovia, Oslo, Helsinki, Praga, Budapest, etc. A Barcelona y Sevilla no me apetece ir, a Valencia tampoco repetir, y mucho menos aún a San Sebastián, Bilbao, La Coruña ni ninguno de los “menores” de España. Así que de momento punto y aparte con los maratones.

Eso sí, a Oporto voy a volver, más pronto que tarde.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Crónica del Maratón de Madrid (edición 2018)

Esto es una historia real.
Los hechos relatados tuvieron lugar en Madrid en 2018.
A petición de los supervivientes, los nombres han sido cambiados.
Por respeto a los fallecidos, el resto ha sido contado exactamente como ocurrió.

Una vez me dije que de cada maratón que corriera escribiría una crónica, no por nada, sino para recordar yo mismo lo que me pasó aquel día. La fecha en la que me dispongo a iniciar estas líneas es el 13 de agosto de 2018, y el maratón de Madrid fue el 22 de abril... así que imaginad lo vago que estoy y las pocas ganas que tengo de narrar aquel día, aquella carrera. No por nada, solo por vago.


Mucho se ha escrito ya de este maratón. Yo voy a dar solo unas pinceladas (ja, ja, pinceladas = media hora de lectura, por lo menos) de mis sensaciones aquella mañana. Para empezar decir que tardé 4:02:53 netos, según el crono oficial. Digo esto al empezar porque así os podéis hacer una idea cuando diga "iba bastante cómodo y con un trote ligero/rápido", me refiero a ritmos de 5:30 ó más lento, casi seguro, así que no os llevéis a engaño... son sensaciones que tenía, nada más.

Por poneos, oh lectores, en antecedentes, comentar que este fue mi noveno maratón, incluyendo en este listado mis otras dos primeras participaciones en el de Madrid (2008 y 2010) aunque personalmente las considero vergonzosas (con todos mis respetos a aquellos que tengan marcas inferiores incluso a aquellas que hice en esos años). Tras unos cuantos maratones en el extranjero, vuelta en 2018 a correr es España e intentar sacarme la espina de Madrid, lo cual consistía en rondar las 4 horas, no detenerse a caminar, y llevar las mejores sensaciones en todo momento (spoiler: espina sacada).

Los entrenamientos de los meses previos a la cita se desarrollaron sin pena ni gloria, si bien tuve que hacer unos cambios para permutar los días que, entre semana, me tocaban las tiradas semi-largas con otras salidas cortas. También comentar que no hice ninguna tirada de más de media maratón, aunque la idea hubiera sido hacer unos 28-30 el día de Villarrobledo, pero salió una tarde tan nefasta en lo meteorológico que simplemente hice 6 km y pico por la mañana y la media maratón por la tarde. El resto de tiradas "largas", como digo, fueron únicamente de entre 16 y 21 km algunos sábados, compensadas eso sí con salidas en bicicleta de montaña los domingos. El fin de semana previo al maratón, por poner un ejemplo, participé en el II Duatlón de Albacete (6 km a pie + 23 aprox. en bici + otros 3 km a pie) dándolo todo como si no tuviese un maratón en el plazo de 8 días.

Y la pregunta es: "¿se puede entrenar un maratón así y acabarlo dignamente?"... pues, parece ser que sí (siempre y cuando 4 horas y 2 minutos se considere un tiempo digno) tanto por mi expreriencia personal, como por lo que me cuentan personas que conozco. Quizá para los 3 ó 4 primeros maratones no, pero cuando uno ya está relativamente familiarizado con el esfuerzo que tiene que hacer y las sensaciones con las que se va a encontrar, unos cuantos menos kilómetros en el entrenamiento específico previo pueden venir hasta bien.

Las otras dos veces que corrí este maratón me recogieron el dorsal cuando se daba en la Casa de Campo. Este año hubo que ir a buscarlo al Campo de las Naciones, en un pabellón espectacular digno de los mejores maratones del mundo. En la feria había lo de siempre: expositores y venta de marcas de ropa deportiva, complementos, nutrición, otros maratones, etc. Aprovechamos para comer allí en la 'pasta party', otra cosa que nunca había hecho en ninguna otra carrera. La experiencia buena, siempre y cuando sea uno de los primeros en llegar cuando abren las puertas del comedor, porque al salir la cola era tremebunda y, supongo, poco recomendable la espera.


Por la tarde-noche cena de cumpleaños de mi padre, con no-ingesta masiva de hidratos, pero bueno, no puede uno tener siempre todo al 100% organizado y un cumpleaños de un padre es obligatorio por encima del maratón, opino yo.

El domingo por la mañana el típico madrugón, pero no demasiado. Bien desayunado y con el muñeco de barro hecho, nos vamos en metro a la salida cerca de la Cibeles. Hace muy buen día y dejamos una bolsa grande con cosas dentro para después (camiseta y pantalón secos, batido recuperador, la crema solar que sobró, etc.). Tranquilidad y cero nervios.



Habíamos quedado junto al Hard Rock Café de Colón, al igual que pensaron otros 200 millones de personas, pero aún así nos vimos. Por un lado a Mariajosé le tenía que dar un dorsal sobrante del maratón, pero para correr el medio maratón, y por otro estaba el grupillo de otros miembros del club Los Keniatas de Albacete y familiares, a saber: Álvaro, Antonio (Presilargo) y sus Dos Primacos. Las acompañantes, Fátima y Mariajesús, a distribuirse por distintos puntos del recorrido para intentar vernos pasar varias veces. En mi caso concreto había quedado con Mariajesús en la puerta (km 28 aprox.) de la Casa de Campo para que me acompañase en los últimos 14 km (algo parecido a lo que hizo en París) aprovechando otro dorsal libre para que así le dieran agua y otros avituallamientos si quería, incluso entrar en meta y recibir la medalla, llegado el caso.



Tras las fotos de rigor y las despedidas en la salida, me quedé "solo" en mi cajón a la espera del pistoletazo. Una última visita a echar un chorrillo, y unos últimos tragos de la pócima de hidratos para intentar dar un último empujón de energía al cuerpo... rock del que pone los pelos de punta y... adelante !!




El trazado de este 2018 era algo distinto del de 2008 y 2010. Yo me lo tenía bastante estudiado, sabiendo que lo más duro está al final, como siempre, subiendo desde el río Manzanares hasta la meta, pero con la diferencia esencial, a mi modo de ver, de que la verdadera y definitiva subida no empieza hasta el km 38 (calle Segovia), al haberse retranqueado el recorrido de manera que la meta estaba más cerca de Atocha que nunca.


La subida por la Castellana bien, más larga que las otras veces que lo hice, llegando hasta los rascacielos de la Castellana. Luego al volver a bajar y desviarnos en la Plaza de Castilla por Bravo Murillo, me sorprendió lo empinada que era la bajada hasta Cuatro Caminos... calles que uno, nacido y criado en Madrid, ya no recuerda con los años, o por lo menos no con el detalle de saber, por ejemplo, su inclinación a la hora de patearla.





Por aquí ya iba yo con ciertas ganas de hacer aguas mayores, popó, cagar, jiñarme, mandar un fax, entrar a una reunión, etc. Y es que me había faltado añadir un Fortasec a la pócima mañanera pre-carrera.

Rogelio: 41 años corriendo el Maratón de Madrid. Ánimo !!

Cruzando la Castellana por el paso elevado de Nuevos Ministerios / Azca
(c/ Raimundo Fdez. Villaverde)
Buscando a Susan un cagadero desesperadamente.

Parroquia de San Agustín, donde se casó mi hermano Pedro.
Todo esto está muy bien pero, ¿y el cagadero?

De mi minucioso estudio del mapa oficial, recordaba que habría cagaderos portátiles en cada avituallamiento, así que esperé a llegar al del km 9 junto a Nuevos Ministerios (antigua Torre Windsor), pero, oh, sorpresa, aquí no había cabinas. Así que no me quedó más remedio que seguir corriendo hasta llegar a la Plaza de la República Argentina donde, ahí sí, había unas cabinas en las que, tras una breve espera, di rienda suelta a mis necesidades intestinales. Por suerte y casualidad llevaba un par de klinnex, aunque por mala suerte para la siguiente usuaria de la cabina, no pude tirar de la cadena, dejándole una buena sartená. Perdí unos 3 minutos que, a la postre, son los que me hicieron superar las 4 horas de carrera por poco. Spoiler: pronto me enteraría que, mientras esperaba para entrar a la cabina, me pasaron los 2 Keniatas y los 2 Primacos, que me vieron de refilón.

A partir de aquí ya no tuve que pararme, al menos a hacer mis necesidades. Me iba entreteniendo con cualquier cosilla del recorrido, puesto que por alguna de las calles hacía muchos años que no pasaba. En la zona del 11 le dije a mi amigo El Canario que me viera y luego se fuera al 16, que está casi al lado, pero ni flowers. También por esta zona estuvieron Fátima y Mariajesús, pero vieron al otro grupo de Keniatas y a mí no. Y es que había muchísima gente aún en esta zona, donde íbamos mezclados con los participantes en la media maratón.

Siglos que no pasaba por aquí. Es donde se fabrican los leuros.

Torrespaña al fondo (Pirulí para los amigos).

La separación de las dos carreras se produjo en el km 17, antes de cruzar (nosotros, ellos no) el puente sobre la Castellana de la calle Juan Bravo (del que se cuelgan en la peli Historias del Kronen en una ¿mítica escena?). Poco después adelanto a unos fulanos de Albacete, a los que luego localicé por el número del dorsal y vía facebook para mandarles la foto. En la media de Albacete volví a ver a dos de ellos, y al otro casualmente mi mujer lo conocía. Cosas que pasan.



Spoiler: entraron en meta en 4:11:13 netos.
Espectacular registro para ser su primer maratón (¡y estrenando camiseta!).
Yo iba relativamente bien. Algunos km me salían algo lentos, entorno a 6 minutos, pero en general los ritmos eran decentes para mí, entre 5:15 y 5:40. Me había tomado ya unos geles, pero ahora ya no recuerdo cuántos ni donde. Bueno sí, en Velazquez subiendo me tomé uno. Sigamos.

Del 19 hasta la Gran Vía, poco antes de la media maratón, un gustazo bajar por Bravo Murillo y San Bernardo, descansando y disfrutando. De Gran Vía había un trecho corto, que acababa en Callao justo con el arco de la media maratón, que pasé en, clavados, 2:00:00... si lo hago a propósito no me sale.

Entrando en la Gran Vía por la c/ San Bernardo.

Arco del Medio Maratón justo en la Plaza de Callao.
Estos tres tíos que van detrás de mí (los dos de la izuierda y el de amarillo)
salen en un puñao de fotos.

En la Puerta del Sol
Como el año que fue
Otra vez el champán
Y las uvas y el al-
quitrán
De alfom-
bra están.

Palabras que van juntas: "marco incomparable".

Toda esta zona es alucinante, vas sin cansarte, empujado por la gente... Preciados, Puerta del Sol, calle Mayor, hasta la Almudena y el Palacio Real. Llegando al Senado oigo "¡Alberto!", me giro y, cohoneh, era Fátima que estaba con Mariajesús y mis hermanos Andrés y Pedro y mi sobrino Ricardo... hostia puta, me tengo que volver 20 metros pero merece la pena saludarles para reforzar los ánimos.

¡¡ Fotaza !!

La subidita al principio de Ferraz creo que debe ser la rampa más inclinada de toda la carrera, pero la supero y sigo. Por aquí siempre pasa el Maratón de Madrid y NUNCA me he dado cuenta de dónde diantres está la sede del PSOE. No sé a qué altura cae y no sé qué pinta tiene, y aunque voy atento, siempre me lo pierdo.

Sigo, Paseo Rosales, bajada por el Parque del Oeste y, oh, alcanzo a Álvaro Keniata que va andando. Comenta que se ha parado a mear y que le ha dado un poco de bajona y se ha desprendido de Presilargo y sus 2 Primacos. Compartimos unos pocos metros pero tras pasar el Puente de Los Franceses me pide que siga y lo dejo atrás. Lo encuentro regulín nada más y aún está en el 26.

Spoiler: luego os dejaré un enlace a todas las fotos.
Curioso ver como hay gente que sale en un montón de fotos.
Por ejemplo el tío de amarillo de la izquierda.
Ah, por cierto, el de negro es Álvaro.

Por mi parte llevo la cabeza puesta en el 28, que es donde me encontraré a Mariajesús y seguiré acompañado hasta el final, cosa que ayuda no sabéis cuánto. Continúo por la Av. de Valladolid / Pº de la Florida por el lado izquierdo buscando la sombra, saliéndome de la fila de corredores. Paso por las Iglesias 'gemelas' de San Antonio de la Florida, el restaurante Mingo, entreteniéndome en lo que veo, y llego a lo alto de la Glorieta de San Vicente con los ojos bien abiertos. Recuerdo que en 2008 estaba aquí mi padre y me emociono porque está ya demasiado mayor para acercarse a aplaudirme.

¡¡¡ Camarero !!!
¡¡¡Pollos asaos para 14 personas y cerveca como pa una boda!!!

Bajo al puente peatonal, llamado Puente del Rey, es decir, mi puente como quien dice, y allí bajo la sombra de un arco inflable (porque ya va picando el sol) están mis hermanos, mi sobrino y mi mujer, Mariajesús, que se viene conmigo. Cojo un gel en el avituallamiento que allí hay, a la entrada de la Casa de Campo, y también un poco de páwer (Powerade) que me ofrecen en bandeja como si de un cáterin se tratase (agua, páwer, geles, agua, páwer, geles...). La organización era cojonuda, apunto aquí, a la altura, por fin, de los mejores maratones del mundo. Más detalles de los acertados cambios de esta edición 2018 los podéis leer aquí: Blog 'El Aprendiz de Maratoniano'.

Ouyeeeeaaaahhh !!!

Aquí ya 'en la mejor compañía' por "La Pulgosa Madrileña".
Como a la Casa de Campo siempre (siempre = 2008 y 2010) he llegado tocadísimo de fuerzas, únicamente en esta edición he sabido apreciar y recordar su interior. Se sube "bastante" hasta que se da la vuelta cerca del Zoo. Luego, con un serpenteante recorrido, se regresa sin sensación de bajar, llegando a una cuesta bastante jodida y sí recordada. Me refiero, ya lo sabéis, a la que hay antes de salir del parque, el llamado Paseo de la Puerta del Ángel de los Santos Cojones Treinta y Tres (km 34 en realidad).


Una vez pasado este trance (con compañía y buen humor se supera mejor), queda lo que para mí es una parte coñazísima, que es toda la zona desde el 35 al 38. El Paseo de la Ermita del Santo a este lado del río y el de la Virgen del Puerto al otro, con el único atractivo de volver a cruzar el Manzanares por segunda y última vez (la primera fue por mi puente). Más agua fresca, más gel, más páwer, y seguimos para bingo.

Al llegar a la Sala La Riviera donde antaño ví recitales de Green Day, Offspring, Joe Satriani, Skunk Anansie y algún otro que no recuerdo ahora mismo, ya era el km 38 y mentalmente tenía el recorrido totalmente visualizado, amén de que había que recorrer aún 4 km que se podían hacer todavía eternos. Y se hicieron bastante largos, pero eternos no, por suerte. Yo me encontraba relativamente bien y animado, y además diré que para la hora que era, había bastante gente por la calle animando.

Esto pudiera ser la Glorieta de Embajadores, pero no tengo ganas de investigarlo.

Esto pudiera ser el Instituto Cervantes (de Educación Secundaria y Bachillerato),
pero no tengo ganas de investigarlo. 

Esto es el Museo de Arte Reina Sofía.
Afortunadamente Letizia no se me cruzó en medio a joderme la foto.

Por fin llegamos a Atocha tras un estrechamiento bastante tocho. La zona frente al Bar Diamante está a rebosar y allí están mis hermanos Andrés y Pedro otra vez, y mi sobrino Ricardo también, pero ahí ya no me paro, porque queda menos de un km, calculo, y voy enfilado. Sé que se me escapan las sub-4 horas, pero qué le vamos a hacer, tal y como está apretando el calor, con el entrenamiento a mi manera que he hecho, con la parada a cagar, etcétera, me doy con un canto en los dientes. Enfilamos la recta del Jardín Botánico y ya está, se terminó el maratón !!




Después de cruzar la meta, abrazos, besos, fotos, más abrazos, más besos y más fotos. Cansado, pero no demasiado, así que saboreando el momento. Recogemos la mochila en el guardarropa y para casa.

¡¡Enhorabuena a todos!!




Epílogo: el otro grupo con Presilargo + Primacos llegó un par de minutos delante de nosotros, concretamente con 4:00:41 netos. Si yo no me hubiera parado a cagar... ¿me hubieran llegado a alcanzar? Y de ser así, ¿les hubiera seguido a su ritmo o me hubiera descolgado? NI PUTA IDEA. Álvaro, el otro Keniata, al que adelanté (confesó, ya antes de empezar, que había entrenado como la mitad o menos que yo, que ya es decir) acabó en 4:29:23 netos. Sufrió y le cayó una minutada, sí, pero no escandalosa bajo mi punto de vista (bastante mejor que mis 2008 y 2010), así que enhorabuena para él.

Os dejo por aquí todas las fotos (album público de Facebook que se puede ver incluso sin tener cuenta de Facebook ni loguearse).

No mucho más que añadir, creo. Tampoco tengo muchas ganas de escribir, sinceramente. Lo único comentar que ya, a mediados de agosto, he empezado con la preparación (¡a mi manera, claro!) para el siguiente reto-maratón, que será si todo va bien el próximo 4 de noviembre en Oporto... ya os contaré, pero, mientras tanto, ¡deseadme suerte!


Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.
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