lunes, 5 de diciembre de 2011

Un esfuerzo sobrehumano

He cometido el error de leer alguna crónica sobre el pasado Maratón de Valencia, tan anónima como la mía. No obstante, trataré de que lo que aquí ponga sea todo de cosecha propia. Como veréis, he tardado unos días porque me he estado documentando un poco. Para empezar, unos minutos musicales:

La canción es para Javier Martínez, del Don Quijote, a quien se le torció la carrera semanas antes de empezar, y que me consta que sufrió lo indecible, pero que acabó como un héroe.

La preparación, la alimentación, el descanso y todo había sido según lo planeado, así que la cosa tenía que salir bien sí o sí. Se trataba de mi tercer maratón, pero el primero que me había tomado realmente en serio. Por un lado tenía el miedo a un posible fracaso, pero por otro contaba con suficiente experiencia como para saber muy bien las extrañas sensaciones y pensamientos que se me iban a venir encima a partir del treinta y tantos. A ver si ese 'tantos' podía ser un número alto.

La estrategia, a la cual tenía un único adepto, Lázaro, era la siguiente: salir los primeros 10-12 km a eso de 5:10-5:15 y luego bajar a 5:25-5:30 hasta que el cuerpo aguantara. Si a partir del 30 y pico pegábamos el bajón, ya llevábamos unos preciosos minutos de adelanto como colchón para realizar el objetivo: acabar dignamente, sin caminar, y a ser posible por debajo de las 4 horas.

A eso de las 8:30 ya estábamos todos los congregados (menos Mamen que se nos perdió a la vuelta del guardarropa) en el punto de encuentro. Fotos, vídeos, nervios, plátanos, cinturones, pezoneras, glucosa, brebajes, brazaletes, banderas y más fotos. Abrazos, besos y deseos de suerte.

De izquierda a derecha: Jose Antonio Robles, Luis Gomariz, Ángel Robles, Lázaro Muñoz, JuanRa Martínez, servidor, Jorge Álvarez (amigo de mi hermano), Andrés Rey (mi hermano, claro) y Javier Martínez

Enseguida se cumplió la hora de irse preparando, así que, de manera un tanto desordenada, nos fuimos a la cola del enorme pelotón. A poco más dió tiempo porque sonó una traca que anunció que se daba la salida. Allá vamos.

Nada más salir, ya estamos todos perdidos. Por delante han salido mi hermano y Jorge, pero a las primeras de cambio ya los hemos perdido. Por detrás deben venir el resto, pero también los hemos perdido. Sólo quedamos Lázaro y yo... así que al lío.

Cruzamos el Puente de Monteolivete, que no es tan espectacular ni tan largo como el Verrazano Narrows de NY, pero aquel no tiene a la izquierda el impresionante Palacio de las Artes Reina Sofía ni a la derecha el Hemisféric y el Museo Príncipe Felipe.


Los del Maratón salíamos por el sub-puente de nuestra derecha y no hacíamos la vuelta a la rotonda. Esos son los de la carrera de 10K, muchos de los cuales se aprecia que llevan puesta la camiseta que dieron con la bolsa, de color azul.

Nada más acabar el puente giramos en dirección hacia el puerto, hacia el mar. Vaya por delante que estuve viviendo y trabajando en Valencia unos 5 meses allá por 2003, así que partía con la ventaja de tener visulizado el recorrido, más o menos. En el km 1 se abandona la margen izquierda del antiguo cauce del Turia en dirección a la Plaza de la Armada Española, que es donde acaba la Avenida del Puerto. Desde ahí subimos por J.J. Dómine hacia el Parque de Neptuno donde, junto a la Playa de la Malvarrosa, habíamos comido algunos un arrocito el sábado por la tarde.

Ahí vamos.

No habíamos llegado al 4 cuando ya llevábamos un rato meándonos y empezamos a ver gente que se paraba a hacer lo propio. Así que elegimos un árbol estratégicamente colocado allí a tal efecto (o eso parecía). Tuve que mear mirando de reojo a ver si veía pasar a Luis o JuanRa. Cuando ya el chorro pasó a ser un lento y triste goteo veo, en efecto a JuanRa, que ya me había visto. Le digo a Lázaro que se de prisa y me incorporo al río de gente, bastante ancho y poblado. Empiezo a estirar la gaita a ver si veo a esta gente, pero nada. Aceleramos el ritmo: ¿dónde cojones narices se habrán metido? Dijeron que iban a salir a 5:30, estamos haciendo los km a bastante menos que eso y no los pillamos, ¿cómo se explica?

Si bien en el 4 ibamos algo reservones, a partir de ahí empezamos a correr más sueltos. No nos obsesionamos con el ritmo, vamos cómodos. Yo sólo miro el GPS cuando pita cada km, y me voy sorprendiendo como estamos siempre netamente por debajo de 5:20.

Una foto encontrada, al azar, por la red. Lázaro me pisa los talones (el de naranja fosforito, manga larga y ¡guantes!). Por las caras creo que aún no habíamos parado a mear.

Giramos a la izquierda y cogemos la Avenida de los Naranjos, donde está la mayor parte de las Facultades y Escuelas Universitarias de Valencia. Ahora le damos la espalda al mar, así que vamos en ligerísima cuesta arriba. Rotondón y giro a la izquierda otra vez, paralelos al mar y de cara al cauce del río, así que vamos ligeramente cuesta abajo. Giro a la derecha por Blasco Ibáñez, una avenida larguísima, que se hace eterna pues recorremos más de 1 km por ella. La avenida está salpicada de gente que, en chándal, ha bajado a por el periódico, a pasear al perro y/o a por churros. Al llegar a Ramón Llull giramos otra vez a la derecha (ojo, ya estamos en el 7) otra vez hasta la Av. de los Naranjos.

Las sensaciones hasta ahora están siendo muy buenas. Vamos a un ritmillo cómodo, más o menos lo que habíamos planeado, sin obsesionarnos de ir más rápidos o más lentos. Quizá vamos adelantando a gente (es fácil, porque hemos salido prácticamente los últimos), pero no se aprecia mucho. Antes de llegar al 9 adelanto y saludo a Manolo Jiménez del C.A. Albacete. Nos deseamos mutua suerte y seguimos.

Al fondo se ve la parte superior de las gradas de Mestalla. Vamos a llegar, cuando rebasemos el estadio y la avenida donde está, al 10. Allí he quedado con mi mujer y la de mi hermano para que nos den ánimos. El estadio del Valencia C.F. presenta un estado bastante apocalíptico, por llamarlo de alguna manera. Está como a medio hacer, a medio reformar. Seguimos "cuesta abajo" (siempre que ponga "cuesta" se entiende que es una pendiente muy suave pero apreciable) y el público está muy presente, puesto que hay varios puntos estratégicos donde, si vienes de acompañante, puedes ver la carrera sin andar mucho. Parece que todo el mundo ha pensado lo mismo: vemos la salida y luego nos vamos al 10, que está en la Plaza de Zaragoza.

Para no perdernos, le he dicho a Maria Jesús que se pongan a mi derecha lo más cerca posible de la pancarta del 10. Dicho y hecho, allí están con una bandera de España. Ánimos y adelante, que aún queda mucho.

Mogollón de gente en esta foto del km 10 y pico. A la izquierda, detrás del tío de la gorra blanca, se me ve de refilón. A Lázaro se le ve mejor, un poco a la derecha de la imagen.

Tiro el botellín de agua que había cogido en el 5 y cojo otro en el avituallamiento del 10. Empieza a mosquearme la ausencia de isotónica en botellas y la presencia de vasos de cartón tirados en el suelo a centenares. Me parece a mí que la isotónica la están dando en vasos y sólo a los que marchan delante. Para nosotros no está habiendo, y no te cuento nada de los que deben venir por detras que deben ser  más de 1000.

Mentalmente calculo que vamos a una media algo más rápida que 5:30, porque hemos hecho varios lentos, pero muchos rápidos. Cogemos agua, cruzamos un puente y nos metemos en el casco histórico de la ciudad, la zona más señorial y monumental. Adelantamos a una mulatita que ¡Santa Madonna, qué pitones! Pasamos junto a Capitanía, el Parterre, la Plaza de la Virgen, la Plaza del Ayuntamiento (donde se hacen las mascletás y se asoma Rita al balcón), para después salir dándole la vuelta al centro histórico por las calles de Colón, Plaza de Toros, Estación del Norte (que más bien está hacia el sur de la ciudad) y Guillem de Castro. Desde hace un rato noto la parte delantera de los muslos (¿cuádriceps?) algo cargada. Ojo, porque aún estamos en el 15. Se lo digo a Lázaro por si las moscas, pero él va bien. Adelantamos a otro albaceteño, Jesús Alarcón, que con tanta obsesión ha preparado esta prueba; me extraña alcanzarle y tan pronto, pero me confiesa que lleva un dolor en la parte trasera del muslo y que quizá se tenga que retirar.

En vez de irse al 10, Agustín se fue a una calle más fotogénica, allá por el 13, obteniéndo estas instantáneas del que os escribe estas líneas.

En el cinturón que JuanRa me prestó a última hora llevaba 3 plátanos (uno detrás que se me cayó o me lo robaron; el otro ya me lo había comido así que sólo quedaba el que se ve en la foto), y 5 ampollas de glucosa (una de ellas escondida y de emergencia) así como pañuelos, alguna moneda, el móvil embolsado herméticamente y poco más.

Como véis, la carrera estaba muy concurrida. Parece, por mi postura, que la foto anterior es una ampliación de esta. Pero no: fijaos en el tío de la gorra que va detrás de mí, sale de otra manera.

Pasamos por las Torres de Quart que me impresionan porque las recordaba bastante más pequeñas, y llegamos otra vez al antiguo cauce, cruzando éste por el Puente de las Artes, hacia el norte. Me sigo sintiendo pesado, y psicológicamente algo preocupado, porque queda muchísimo y me estoy empezando a atocinar. Menos mal que los ritmos van siendo los previstos para estas alturas de la carrera, incluso más rápidos diría yo. Me distraigo con Lázaro comentando cosillas, porque no quiero tener la mente ocupada en malos rollos sobre la carrera. Además, por primera vez, aunque sé más o menos donde estoy, no me suenan las calles absolutamente nada, y eso que yo estuve viviendo junto al 17, en la Avd. de Campanar. Pero, ya digo, voy por unas calles que no me suenan nada y deberían. Además vamos cuesta arriba. Son los peores momentos de lo que llevamos corrido, con diferencia.

Al pasar el 17 giramos a la izquierda y enfilamos una enorme avenida que no sabría deciros cual es si no es porque lo he mirado mientras escribo esto: la Av. del General Avilés. El entorno me resulta extraño aunque paso por un ECI que me resulta familiar. Poco a poco se me va pasando el mal rollo cuando volvemos a girar por la calle del Maestro Rodrigo en dirección al barrio de Nou Campanar. Damos la vuelta en una gran rotonda y nos dirigimos hacia el sur, cuesta abajo. Ahora toda Valencia está a nuestra izquierda, quedando el campo a la derecha. Me como otro plátano y bebo agua. Seguimos avanzando.

A todo esto, y a pesar de que yo calculaba que llevábamos un ritmo de 3:45, únicamente habíamos pasado a los prácticos de 4:30 (sobre el km 5) y de 4:15 (más allá del 10), pero de momento ni rastro del portador del cartel de las 4 horas. Pero mira tú por dónde, cerca del 20 lo empezamos a ver, con un inconfundible grupo de seguidores a su alrededor. Y entre ese grupo, ¡cóño, si es Mamen! Poco a poco, sin prisa pero con soltura, vamos dando caza al grupo con idea de adelantarlo. Lo peor está pasando y me vuelvo a sentir muy bien, con ganas de tragarme los km que me quedan. Me pongo al lado de Mamen y charlamos. Se perdió en la salida y, a falta de otro referente, se unió al grupo de las 4 horas. Le digo que nosotros vamos más rápidos,  pero que tenga cuidado, porque el tío de las 4 horas también, y que lleve cuidado no vaya a fundirse.

Mientras charlamos, Lázaro se adelanta unos metros. Se nota que va más fuerte. Le vuelvo a coger y vamos juntos hasta la media maratón, que pasamos en 1:54 y pico. Continuamos cuesta abajo y yo estoy bastante recuperado, me siento bien. Pero él se siente mejor y me dice que va a tirar, que si no me enfado. Por supuesto que no, cada uno tiene que hacer su carerra en base a sus sensaciones y, aunque podría haberle seguido, decido que se marche. Nos deseamos suerte y empieza a alejarse. Creo que es un error, que a alguno de los dos nos puede pegar el pajarón y que en compañía lo llevaríamos mejor, pero en fin.

Estamos en la Av. de las Tres Cruces. Es una calle de ida y vuelta en la que de momento voy cuesta abajo. Como me he estudiado que son unos 3 km y medio cruzándome gente en un sentido y otros tantos en el contrario, sospecho que ninguno de mis conocidos me va a sacar 6 km de ventaja a estas alturas, así que de momento me relajo y me concentro en acostumbrarme a la relativa soledad. Relativa porque, aunque sospechaba que el río de gente se iba a estirar muchísimo, todavía vamos bastantes. Soledad porque ya no puedo hablar con nadie.

Cuando ya llevo un buen trecho bajando, a un ritmo de unos 5:20 según canta mi reloj, voy entreteniéndome y distrayéndome con la gente que me cruzo. A Lázaro aún lo diviso a menos de 100 m. Me pregunto de qué color irá mi hermano. Salió de gris, pero creo que tenía pensado dejarle esa prenda a mi cuñada en el 10. Espero que sea él quien me vea a mí y, según voy pensando esto, justo cuando la mediana llega a su máxima estrechura, me ve y me grita ¡¡ALBERTO, VAMOS, QUE YA LO TENEMOS HECHO!! y yo le digo ¡¡SIII, QUÉ TAAAL!! y me grita ¡¡BIEEEN!! Y de verdad se le ve bien. Es más o menos mi 23, así que el debe ir por el 24 ó 24 y pico. No me he dado cuenta si Jorge iba con él.

Sigo bajando, bastante contento, bastante animado, y con un trote lo suficientemente alegre y suelto. Claro, que voy cuesta abajo; veremos cuando tenga que deshacer lo andado y subir esa misma cuesta que, aunque suave, me temo que se me va a agarrar. Pero bueno, eso será dentro de un rato. Ya estoy a punto de llegar al sitio donde se da la vuelta, porque me acabo de cruzar con Lázaro aunque él creo que no me ha visto. Buf, empieza la subida, pero me lo tomo con calma. Son 3 km en los que no me quiero obsesionar, hay que dosificarse porque estoy entre el 23,5 y el 26,5 y voy cuesta arriba y solo.

Me entretengo en mirar con quien me cruzo, ahora los que vienen detrás de mí. Al poco de dar media vuelta encuentro a JuanRa y Laureano, que vienen juntos como prometieron. ¿Qué pasaría cuando terminé de mear, que salí tan rápido que los dejé atrás creyendo que los tenía delante? Han debido adelantar a Mamen, que es la última referencia que llevaba por detrás. Al momentillo me la cruzo. No lleva muy buena cara y no se la ve muy rápida. En unos 4 km la he debido meter más de 500 metros de ventaja, lo cual no es muy normal. El reloj pita y el ritmo no ha bajado casi, lo cual me alegra. Además voy bien, a pesar de la suave cuesta.

La mediana se hace más ancha. Más que una mediana, es un paseo, al estilo de nuestro Parque Lineal pero sin tanto árbol, así que a lo lejos se puede distinguir a la gente. Me fijo y veo a Javier Martínez del Don Quijote. Le pego un grito enorme y me ve, y nos saludamos con el brazo (habrá más de 50 metros). Al ratito veo al grupillo con mi Luis junto a los hermanos Ángel y Jose Antonio Robles. Esta vez no hace falta vocear, nos vemos mutuamente a lo lejos y nos saludamos con grandes aspavientos. Desde hace un rato vamos compartiendo calzada con coches, autobuses y motos. Es un poco feo ir corriendo así, pero hasta en el Maratón de Madrid tienes algunas calles así. Poco a poco voy adelantando gente, y mi reloj me dice que voy a buen ritmo, siempre más rápido de 5:30. Veo dos tíos con unas camisetas conocidas del Circuito de Albacete, dos Keniatas. Cuando los adelanto les digo lo mismo que a todos los conocidos: "¡¡Vamos esos de Albacete que son más valientes que la madre que los parió!!", y cuando se dan cuenta que soy del Dosquince me dicen "¡Venga ese Dosquince!". Estoy casi en el 26... ¡adelante!

De este tramo no he encontrado fotos, pero alguien se puso allí con una cámara de vídeo y grabó esto. A los que no corrísteis, os sirve para haceros una idea de cómo era el tramo. A los que corrísteis, os servirá de recuerdo. ATENCIÓN al minuto 16:20, en el que vemos pasar a JuanRa y Laureano. La música de 'Carros de Fuego' es realmente ambiental, y como hay un camión de bomberos regando, quiere decirse que es aproximadamente el km 22 y medio.

Finaliza por fin esta calle de ida y vuelta y empezamos a correr otra vez paralelos al cauce antiguo del Turia, por el Paseo de Pechina. Desde aquí hasta el final ya no volvimos a compartir tráfico con coches, pero sí con bicicletas. Hay que ver la cantidad de ellas que, antirreglamentariamente, iban acompañando a algún amigo y molestando a los demás. Hubo un momento en que le tuve que llamar la atención a uno porque veía que encima me iba a tirar el muy capullo.

Llegamos a un túnel al que hay que bajar. Aprovechando la curva vertical cóncava, veo que Lázaro sigue a tiro de piedra. Algunos, dentro, gritan alguna chorrada aprovechando el eco. Los más, vamos serios y concentrados. Cuando salgo del primer túnel, después de un breve repecho, me noto muy suelto y me dejo llevar. Me sorprende como con casi 28 km a cuestas aún soy capaz de llevar un ritmillo cómodo y ligeramente vivo. Otro túnel. Creo que fueron tres en total. Eso termino por descojonar la medición de la distancia que iba haciendo el GPS, porque llegó a perder totalmente la señal satelital. Aunque ya iba marcando unos 300 m de más allá por el 26, así que no me importó demasiado.

Al salir del último túnel pasamos junto a las Torres de los Serranos, preciosas, y seguimos un rato junto a los Jardines del Turia. Dada la hora que es, se ha empezado a congregar bastante público y la cosa está bastante animada. Sigo prudente, sin tirar la casa por la ventana, pero a ritmo cómodo y ligero. Voy adelantando a cada vez más gente. El 30 está muy cerca, justo sobre el Puente del Real, en el que volvemos a cruzar hacia el Paseo de la Alameda. Justo a la entrada del puente alcanzo a dos miembros del Club de Tarazona, Diego y Carmen. Les vuelvo a decir lo de "¡¡Vamos esos de Albacete que son más valientes que la madre que los parió!!", les deseo suerte, me dice Diego que van bien, yo les digo que de momento también, y sigo. Una parte de este tramo se puede ver en este vídeo, en el minuto 3:50.

También salgo, detrás de los protas, en el minuto 0, segundo 45.

Sobre el puente hay unos animadores, pero ya me va haciendo poca gracia tanto esto como los grupos de rock que hay repartidos por el recorrido (no me da la impresión de que le pongan mucho empeño, la verdad). También hay, de vez en cuando, algun@s vestidos de faller@s y tocando una especie de trompetillas, flautas o gaitas, no lo sé muy bien. Tampoco sé si los ha puesto la organización o se han puesto ellos por amor al arte.

Imagen del paso por el puente que os digo. A mí se me ve fácil, pero fijaos bien: detrás de mí hay dos chicas; la segunda, la que lleva la rodillera gigantesca y el pantaloncito rojo, es Carmen, la que os decía del Tarazona. A la derecha de la imagen hay un tío de amarillo, pues detrás está Diego, con gorra y gafas de sol. También se ve, de los dos del club TKU que van grabando el vídeo anterior, uno de ellos: a mi izquierda, en la imagen, hay un 'viejo' de blanco, calvete; pues el de naranja que hay detrás de él.

El 30. El mítico muro. Yo no le tengo miedo. Le tengo miedo más bien al tramo del 32 al 34, que es donde las otras dos veces me atizó el Tío del Mazo. Pero en el 32 me esperan Maria Jesús y Quini, así que voy mentalmente bien preparado. Además, los km siguen cayendo a ritmos razonablemente altos, en torno a 5:20. Espero no arrepentirme, pero es que no puedo correr más despacio. El Paseo de la Alameda es cuesta abajo. Es una calle anchísima, totalmente cortada al tráfico, pero hay mucha gente y los corredores vamos por un 'pasillo' de unos metros de ancho. Es un lugar estratégico para el público puesto que el 10 está cerca del 31-32, y de aquí a la meta también, con margen suficiente para que ellos vayan de un sitio a otro mientras nosotros corremos dando un rodeo. Por fin veo que en el avituallamiento del 30 les quedan vasos con isotónica. Cojo uno, que está medio vacío, y me paro para beberlo, pero me atraganto, toso varias veces y lo tengo que tirar, así que cojo el enésimo botellín de agua y prosigo tratando que la falta de sales no me afecte.

Agustín me vió y me tiró esta foto y la siguiente. Yo al él no le ví. Debió ser pasado el 30 y antes del 32, porque claramente es el Pº de la Alameda. Además, ya le he dado la vuelta al cinturón y faltan 2 de las 4 ampollas de glucosa que se ven, las que me tomé en el 25 y en el 30.

En la anterior foto parecía que iba casi andando, pero en esta tengo una pose mucho más dinámica.

Del 30 al 31 me salen 5:23 y del 31 al 32 otros 5:23, así que voy tan contento como preocupado por un posilble ataque del Tío del Mazo. También voy expectante buscando por el carril de mi derecha, a ver dónde están mi mujer y mi cuñada. Rebaso la Plaza de Zaragoza y veo el Palau de la Musica (el que se hizo mucho antes que la Ciudad de las Artes), entrando en una zona adoquinada pero cómoda, muy uniforme y cuesta abajo. Por fin las veo, con una bandera de España. Me aplauden a rabiar, pero yo no quiero parar por nada del mundo, así que les digo simplemente: "¡Voy muy bien, voy muy bien!", lo cual es la verdad.

Hete aquí las incondicionales animadoras de ese día. Kilómetro exacto: 31+600, llevando yo 2:50:30. Debieron calcular que lo de "Voy muy bien, voy muy bien" era de verdad.

Estoy muy cerca de la Ciudad de las Artes, pero sé que me queda dar una vuelta de unos 10 km, un amplio cuadrado con, más o menos, 4 larguísimas avenidas que vuelven a acabar en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Efectivamente, llego ya a una rotonda donde vuelvo a abandonar el antiguo cauce del Turia. En esa rotonda oigo un "¡¡Ánimo, Alberto!!" y, creyendo que es alguien que ha leído el dorsal personalizado con mi nombre, giro la cabeza y... es la mujer de JuanRa. Le doy las gracias y cierro el puño y aprieto los dientes para hacerle entender que voy con fuerzas.

Esta es la cuarta de una secuencia en la que aparezco dando la vuelta a la rotonda donde estaba Mª José, la mujer de JuanRa. La rubia de amarillo que viene detrás, una extranjera, ¡qué dura era la cabrona! Compartí con ella muchísimos km en los que nos adelantamos mutuamente. También se ve en la foto que he puesto del km 10.

Sigo un rato por una calle que creía que era la que subiría otra vez hacia el Campus, pero nos vuelven a meter a la izquierda, esta vez por la calle del Padre Tomás de Montañana, de la que me acuerdo que sí iba perpendicular a la Av. del Puerto y a la Av. de los Naranjos. Así que me armo de paciencia porque son unos dos km cuesta arriba. Sigo adelantando a más gente, tampoco una exageración, pero no paro. Cada vez se ve más gente andando, aunque no demasiada, y también un buen puñado que llevan un ritmo muy, muy lento. Van fundidos y les quedan muy pocas fuerzas, pero tratan de aguantar a pesar de que quedan casi 10 km. Les va a tocar sufrir un rato pero es que claro, es un maratón.

Al poco de empezar la calle paso por el 33. Miro el GPS y me ha salido en 5:24...¡¡Bien!! Ánimo, adelante, adelante, sin parar. He planeado tomarme las 3 ampollas de glucosa que me quedan de modo que a cada una le correspondan después unos 3 km de carrera. Una la tomo en el 33, otra en el 36 y la última en el 39. Trato de mentalizarme de que no es cuesta arriba, de que es llano. Sigo a mi ritmo, que me sigue pareciendo más que decente. Por suerte en esta calle da la sombra casi siempre, porque ya he tenido que echarme un poco de agua fresca en la cabeza una vez: se me empezó a cocer un poco la almendra en la Alameda con el sol de cara.

Cruzo la Avenida del Puerto. Sigo. Cumplo las 3 horas de carrera. Estoy casi en el 34, voy muy bien. Puedo empezar a hacer cálculos suponiendo ritmos lentos a ver si salen las cuentas: si estuviera en el 33 y si me salieran los 9 que me quedan a ritmo de 6 min/km, entraría en meta en 3:55-3:57. Espero no llegar a 6 min/km, así que le podría pegar un buen pellizco a las 4 horas. Ya veremos. Cruzo Blasco Ibáñez. Sigo. Otro km más, en 5:19: cojonudo. Desaparecen los edificios grandes y residenciales, empezando el pre-campus. Me vuelve a pegar el sol. Empieza a haber otro tramo con menos público. Adelante, adelante, el 35 está a tiro de piedra.

Veo al fondo como otros giran a la derecha cogiendo la Avenida de los Naranjos, cuesta abajo, dirección Malvarrosa. Uno de ellos es, claramente, Lázaro, que me saca unos 100 m como mucho. Hace 12 km que nos separamos y aún está ahí. Ánimo, vamos bien. Detrás de Lázaro veo a otro conocido: Jose Antonio Oliver del C.A. Hellín. Aprecio que va despacio, así que me parece que le voy a alcanzar más temprano que tarde.

Sigo un buen trecho y veo una aglomeración de público... ah, no, es un avituallamiento. Hay un arco y un speaker. Bebo un último trago del botellín que llevo y lo tiro, cojo un vaso de isotónica y me paro para beber. Trago poco, la verdad, pero pienso que a estas alturas poco me va a hacer. Eso sí, cojo el omnipresente botellín de agua que voy racionando a ritmo de una quinta parte de la altura del botellín cada kilómetro, para así llegar con el botellín prácticamente vacío al siguiente avituallamiento y vuelta a empezar. Oliver se ha parado a caminar. Le saludo y le doy ánimos, pero ya no puedo decir lo que les he dicho a todos los conocidos de Albacete, puesto que estoy en una fase mental de absoluta concentración en lo que hago. No puedo permitirme el lujo de despistarme. Del 34 al 35 han sido 5:20. Excelente. ¡Vamos!

Termina la avenida en el 36. Como el GPS lleva un desfase grandísimo, del orden de unos 400 metros, empiezo a pulsarle al LAP para que mida desde cartel a cartel, justo los km que pone la organización y no los que mida mi aparato, que va desfasado. He empezado a notar una gran pesadez en las piernas, así que he bajado notablemente el ritmo. Y es cierto, porque me sale ese km (de la organización, como todos los que diga de ahora en adelante) en 5:33. Aun así no está mal, pero el calor me está perjudicando. Me voy echando más agua encima y bebiendo más. Ampolla de glucosa y sigo.

Giro a la derecha y empiezo a bajar en paralelo al paseo marítimo de la Malvarrosa. No hay ni una sombra y me noto pesado, pero voy muy bien de media y no quiero cagarla. Prefiero correr un poco más despacio a explotar. Al cabo de un rato oigo una voz conocida a mi espalda que dice "A ver ese tío de los plátanos". Es JuanRa, él solo. Ha dejado la compañía de Laureano en el 35, que estaba un poco fundido. Me iba viendo desde hacía rato, pero ha tenido que esforzarse para cogerme (¡nos ha jodío, después de 36 km te cuesta hasta levantar el botellín!). Compartimos unos metros y, para darnos ánimos, gritamos nuestra palabra talismán: ¡¡ABRACADABRA!! Aunque de momento no está haciendo falta, siempre es un consuelo decirla. Pasamos por la pancarta del 37 juntos: 5:44 a estas alturas me parece bastante bien. Le digo que si quiere puede tirar pa'lante, que no le quiero frenar y que afortunadamente no me hace falta su compañía, que lo voy a conseguir aunque me toque sufrir un poco. Me pregunta por Lázaro y se lo señalo, va ahí delante. Quedan sólo 5 y JuanRa se va, aparentemente bastante fresco.

Foto junto al Parque de Neptuno, ya llegando al final de la Malvarrosa, después de 'la despedida'. Yo voy al fondo a la izquierda y JuanRa circula entre los de rojo del segundo grupo. Como tenía bastante calor le pedí al bombero que me echase agua... ¡y qué de puta madre bien me sentó!

Por toda esta zona hemos hecho el primer tramo del maratón, pero en sentido contrario. Pienso que la meta está a la vuelta de la esquina, intentando visualizar mentalmente el recorrido. Mi ritmo empieza a ser preocupantemente cansino y lento, pero calculo que está bien para llegar como yo quiero. Eso sí, no me duele nada, la respiración la llevo bien, los ánimos también, así que, ¿por qué no hacer un esfuerzo y tratar de llevar un ritmo un poco más ligero? Aprieto en la medida en que me es posible y al paso por J.J. Domine está la pancarta del 38. Me sale en 5:36 lo cual me motivó como no sabéis como.

Pero cada km se me está haciendo eterno, he perdido de vista definitivamente tanto a Lázaro como a JuanRa, y al pasar por el final de la Av. del Puerto y abandonar las calles que van paralelas a la costa y en torno al puerto y meternos otra vez hacia el centro de la ciudad, el paisaje me empieza a parecer árido y desconocido, las piernas me piden un descanso y se lo doy, aflojando un poco el ritmo. Por fin, después de adelantar a decenas de corredores que están al límite, muchos caminando, diviso el 39. Este es el km más lento del maratón, realizado en 5:54. Me tomo la ampolla de glucosa de emergencia, la que llevaba oculta.

Diviso al fondo unas calles conocidas, edificios altos de barrios nuevos que se construyeron en el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Veo que los corredores empiezan a girar a la izquierda, y creo recordar que esa es la calle Menorca, que lleva directamente, cuesta abajo, a la rotonda donde empieza el Puente del Grao, el que separa el Museo Principe Felipe del nuevo edificio del Ágora y el Oceanogràfic. Es decir, el puente bajo el cual han dispuesto el avituallamiento de meta. Ánimo, ya queda menos... vamos, pensamientos positivos. Aprieto un poco más, al fin y al cabo no me duele nada. Empieza a haber bastante público otra vez, y animando. Llego a la rotonda, veo los edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de nuevo, esto se está acabando. Empieza otro tramo en el Paseo de la Alameda, pero ahora en ligera cuesta arriba en vez de cuesta abajo. Por aquí deben de haberse puesto otra vez Quini y Mª Jesús, pero ahora voy con pocas ganas de ir mirando.

Ahí, por fin, la pancarta del 40. Del 40, nada menos. Se lo digo en voz alta a los de al lado. Me ha salido en 5:26, así que voy estupendamente, sabiendo que ya está hecho. Pero ojo, cuidado, no vaya a ser que se me suba un gemelo o algo así. Sigamos piano-piano hasta el final, que 2 km pueden hacerse larguísimos. Último avituallamiento. Aunque hay isotónica, yo ya voy a piñón y pillo el último botellín de agua. Sigo más y me hacen dar la vuelta a una rotonda en la que alguien grita "¡Ánimo, Dosquince!", miro y veo a un tío de mi edad más o menos, pero no sé quién es. Le saludo y le grito "¡Gracias!".

Un poco más adelante, habiendo rebasado ya completamente el Palacio de las Artes Reina Sofía, justo antes de cruzar el último puente sobre el antiguo cauce, están allí otra vez Mª Jesús y Quini, animando sin parar. Les hago el gesto de los puños cerrados y la sonrisa. Esto ya se ha acabado, lo voy a conseguir. Avanzo un poco más y vuelvo a girar a la izquierda, ahora sí, para encarar definitivamente la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Es la pancarta del 41. Ya no importa, pero del 40 al 41 he tardado 5:36. No sé cuánto tiempo llevo, pero va a ser un tiempazo...

El final de un maratón que se te da bien es una locura. Yo ya había participado en otros dos, ambos en Madrid, en 2008 y 2010, pero los había terminado caminando durante varios km y totalmente fundido y derrotado. Pero cuando, como me pasó a mí el otro día, ves que toda la preparación, los interminables trayectos, los incontables madrugones, las prisas, las duchas acabando siempre con agua fría en las piernas, los análisis de cada entrenamiento, la vigilancia del peso, la preocupación porque las molestias no deriven en lesiones, TODO, cuando ves que vas por el 41 y has llevado buen ritmo y no te has parado a andar y vas a acabar, es una sensación indescriptible.

El último tramo de calle asfaltada y cortada al tráfico, la calle del Alcalde Roig, otra vez la margen derecha del antiguo cauce (o 'vora dreta riu' como la llaman aquí), está llena de gente. De repente torcemos a la izquierda por una rampa, cuesta abajo, hacia una zona con vallas a los lados para separar al público de los corredores. Tambores y el corazón se pone a mil por hora. Hay mucha gente y todos aplauden. Sigo y dejo a la derecha el impresionante Palacio de las Artes Reina Sofía.

Al fondo, arriba, el Puente de Monteolivete desde el que salí hace casi 4 horas en busca de ese viaje imposible, de esa distancia por encima de los límites recomendados por la Medicina. A mi izquierda me ven los familiares de Laureano y les brindo un rugido con rabia. Disfruto como una bestia mientras sigo corriendo como si fuera en una nube. Última curva a la derecha, km 42 y subo a la plataforma sobre el estanque, la que mide de largo los 195 m que se corren con el corazón. No entro sólo, a mi lado, delante y detrás hay muchos corredores. En mi interior, vais todos los demás. Lo hemos conseguido, y con qué marca: 3 horas, 49 minutos y 47 segundos (media de 5:27 min/km).

No os hacéis una idea de las cosas que se me iban pasando por la cabeza.


Al pasar la meta, muchísima emoción. Se me saltan las lágrimas hasta que me ponen la medalla y me dan (por fin) una botella de bebida isotónica. En seguida veo a JuanRa, a quien abrazo. Le han salido 3:48:14. Luego a Lázaro, que ha entrado instantes después, en 3:48:50 netos. Pedro de la Rosa también está allí, que ha debutado con unos inapelables 3:23:01. Laureano llega fundido y medio cojo, pero ha bajado de las 4 horas en su debut, con 3:54:46. Al último que veo es a mi hermano Andrés, esperando a que le den un masaje. Tras cuatro Mapoma sin poder bajar de las 4 horas, hoy, en su 5º maratón, se ha calzado una marca de 3:33:56.

No puedo quedarme a esperar a los demás, y tampoco sé cuánto tardarán. Me despido de todos hasta la próxima y, fuera, al otro lado de la valla, mi mujer me da la más importante de todas las felicitaciones. Ella nunca pensó en que esta carrera que tan importante era para mí me fuera a salir mal.

Gracias otra vez, sin tí no hubiera sido posible.

A todos los demás: gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Gracias a todos

El mundo se puede dividir en dos tipos de personas: las que adoramos a los Stone Temple Pilots y las que no saben quiénes son. Para todos ellos, este vídeo. No son exactamente ellos, pero si cierras los ojos y sólo escuchas, claro que lo son.


Esta es la última entrada previa al maratón. En ella quiero, aparte del típico y tedioso resumen semanal, dar las gracias a todos los que habéis contribuído, aunque sea con un granito de arena, a que mi preparación sea posible. Y eso tiene que ser así porque, pase lo que pase el domingo, esto os lo debo a vosotros.

La primera persona a la que quiero agradecer su paciencia y buen hacer es, claro está, a mi mujer. Ha aguantado que me tuviera que ir un sinfín de veces, aguantando marrones de todo tipo mientras yo me machacaba por ahí, siempre comprensiva y con ni una sóla mala cara: GRACIAS.


Después ya vienen los demás: a mis hijas y a todos mis familiares que se han quedado en algún momento con ellas para que yo corriera o descansara; a mi hermano Andrés, que ha preparado telefónicamente y en la distacia (Valdemoro-Albacete) el Maratón conmigo; a mis compañeros del Dosquince que han entrenado conmigo y que correrán también el Maratón de Valencia, Luis y JuarRa; al resto de dosquinceños también, a todos, en especial al Presi por embarcarnos a los demás, retirándose él; al recientemente encumbrado finisher maratoniano (¡y con qué tiempazo!), Manuel Gª. Piqueras, que también realizó entrenamientos conmigo; a todos los Quijotes que han compartido kilómetros, sensaciones y tácticas para Valencia con nosotros, en especial Mamen y Javi Martínez; a Lázaro Muñoz, asíduo seguidor de estas líneas que también va a Valencia a debutar en la distancia, con quien he intercambiado una vasta correspondencia por correo electrónico y cambiando todo tipo de impresiones en torno al Maratón; a todos los lectores y seguidores de este Gran Blog, en especial a los que más han colaborado con sus comentarios, como Cosme; a Tomy, con quien salí a entrenar muchas veces este verano, haciéndome casi de entrenador personal, con sabios consejos y nuevas rutas asequibles al tipo de terrenos que más me gustan; ...seguro que me dejo unos cuantos sin mencionar: gracias también y perdonad por no plasmar vuestros nombres.

En cuanto al resumen semanal, he estado bastante desanimado en cuanto a las sensaciones en los entrenamientos. Empiezo a estar cansado, aunque me han dicho que es lo normal cuando has seguido la preparación casi a rajatabla durante tanto tiempo. Implica que has hecho los kilómetros necesarios y bien hechos.

El lunes no fue de los días malos. Después de los 22 km del domingo en los que no me sentí demasiado bien (pero había que hacerlos), hice un sueltapiernas de sólo 6 km. Aquí el trayecto y, pinchando, más detalles:



El martes descansé y el miércoles 12 km otra vez, como los últimos nosecuántos miércoles. Con la diferencia de que éste iba a ser el día más largo y los siguientes más cortos. En vez del famoso 12-13-13, esta semana tocó 12-10-10.



Como digo, el jueves eran 10 km los que tocaban. Hacía frío y me costaron un cojón de pato montón.



El viernes descansé. Me acosté temprano y me levanté a las 7:00 porque había quedado con otros dos masocas de los gordos (Luis y JuanRa, quiénes iban a ser) para hacer 10 km tranquilos. Tenía que quedar tiempo suficiente para luego, que íbamos a almorzarnos el jamón que nos regalaron en Socuéllamos. Aquel 31 de octubre sólo 11 acudimos a sudar la gota gorda a ese pueblo, y otros 3 fueron a Rubielos. Al almuerzo acudieron bastantes más, como podéis suponer. Bueno, al grano, los 10 km del sábado:



El domingo (mañana) me tocan 15 km. Pero me parece mucho a estas alturas, así que no los haré; descansaré. Lunes, martes y miércoles voy a hacer la carbo-descarga, que completaré con un trote de 6-7 km el mismo miércoles. Después, jueves, viernes y sábado, carbo-carga y descanso para el Gran Día.

Si me queréis desear suerte, hacedlo abajo, agregando un comentario. Me llegan al e-mail y los agradeceré.

Por mi parte, os deseo suerte a todos los que vayáis a ir. Lo siguiente que escriba será ya del día 28 en adelante.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Penúltimos cartuchos

Esperando que llegue el día lo antes posible, prosiguen las semanas con poca novedad. Lo cual no es malo.


Después del palizón de Alcaraz, decidí saltarme el sueltapiernas del lunes, sí hacer el descanso del martes (encadenando dos días de descanso seguidos, por tanto) para después retomar la semana un poco a mi manera, ya que jueves, viernes y sábado iba a estar de viaje (una de tantas bodas que se celebraron el 11-11-11). Así que el miércoles hice 12 km, que eran lo que tocaba, y me salieron bastante bien: ritmo medio 5:03 con un último dosmil en 9:15.



El jueves descansé de manera forzosa puesto que viajaba, pero lo sustituí por el viernes, habitual día de descanso, haciendo los 13 km que tocaban. No estuvieron nada mal tampoco: a 5:06 de media con un último dosmil en 9:14.



A mediodía boda, pero por suerte o por desgracia no tuve que salir a cuatro patas del restaurante. Estaba en condiciones de haber vuelto a salir el sábado por la mañana, pero como ya había quedado para el domingo por la mañana en Albacete para hacer la última tirada larga, decidí (creo que acertadamente) descansar.

Eso sí, el domingo hubo que poner otra vez el despertador para poder estar en condiciones a las 9:00, momento en el cual salimos por el Canal de María Cristina los Quijotes Javi Martínez, Laureano y Pedro junto con los Dosquinces JuanRa, Luis y servidor. La ida la hicimos todos juntos, pero como algunos masocas querían tirar la casa por la ventana, otros más prudentes dimos media vuelta en el 11 para completar justamente 22 km en dos horas casi justas, tratando de interiorizar el ritmo de maratón (5:30).



Sin que sirva de precedente, voy a contar lo que me toca esta semana y que voy a tratar de seguir a pies juntillas: lunes 6 km; martes descanso; miércoles 12 km; jueves 10 km; viernes descanso; sábado 10 km; y domingo 15 km. Bueno, realmente dudo de si hacer o no los últimos 15 km del domingo. Ya veremos.

Estamos muy cerca. La calculadora de tiempos empieza a echar humo.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

martes, 8 de noviembre de 2011

Alcaraz o la Fuerza del Sino

Odio el semáforo o, mejor dicho, grupo semafórico, que hay en el cruce de la Av. de España y el eje Calle Ángel / Calle Tetuán. Siempre que voy por la Avenida me pilla en rojo y, joder, allí no gira nunca nadie, ya sea coche o peatón. Qué cosa más inútil y más molesta. ¡Quítelo, Señora Alcálda!


Como la pasada semana había festivo de por medio, me permití el lujo de alterar los días de entranamiento y descanso, respetando aproximadamente el volumen de kilómetros. Como el domingo anterior me hubiera tocado una media y sólo hice 13 km, el lunes, que me tocaban 8 km, hice 10 que terminando bastante fuerte.



El martes iba a hacer unos 12, pero quedé con Juanra y nos hicimos una tirada larga de esas que hacen afición, a ritmo cómodo pero terminando rapidito.



El miércoles descansé (atléticamente hablando) y el jueves (ese día que pronosticaron como uno de los más lluviosos de la historia de la humanidad, y que luego ná de ná) salí a hacer el típico entrenamiento del día central de la semana: 13 km. Loquepajque salí de casa un pelín tarde y opté por una ruta no iluminada artificialmente. Ya cuando llevaba 4 km me di cuenta de que la cosa se estaba poniendo bastante tizná, pero aun así me propuse llegar al 6,5 y luego dar la vuelta para completar los 13 preconvenidos. Ni que decir tiene que la noche cayó de manera ultrarápida, así que cuando dí la vuelta en el cruce del Canal del Salobral con el Cordel de Balazote ya no veía tres en un burro. La sensación era que me iba a abordar alguna alimaña y me iba a devorar allí mismo, sin ningún humano cerca que ni siquiera fuera a oir mis gritos. No ayudaba mucho a mi intranquilo estado de ánimo la música que elegí esa tarde, el tenebroso Nevermind de Nirvana (edición especial 20 aniversario, para más señas).

Al dar la vuelta, me pareció que la gigantesca antena de telefonía que hay al otro lado de la autovía, junto al área infantil Huert@ del Rey, estaba a una distancia rocambolesca. Seguí mi camino en dirección a El Palo y, por fin, cuando divisé al fondo las city lights, respiré un poco más tranquilo. Es impresionante la perspectiva que se tiene desde ahí del Centro Comercial Imaginalia y del nuevo hotel, aunque lo que más me sorprendió es que se divisara el cartel verde el supermercado Maradona.



El viernes, nuevo descanso. El sábado, super vuelta al ruedo de 13 km y pico. El día es uno de los más feos en los que me haya osado salir a entrenar, y la ruta elegida no fue agradable. Pero, como sabéis, pienso que hay que entrenar todo: rutas bonitas, feas, con aire, con frío, con calor, calles largas, cortas, etecé. Llamativo fue el hecho de salir a correr con cortavientos por primera vez esta temporada, mientras que el jueves, siendo de noche, pude salir con manga corta sin problema. Este es el mapilla del sábado:



El domingo decía mi plan preparatorio ponía en el papel que hay sujeto con imanes en la nevera que me tocaban 32 km. Llega un momento en toda preparación en la que uno se empieza a saltar a la torera los entrenamientos, y yo no voy a ser menos. Así que me convencí a mi mismo que si hacía la carrera de Alcaraz y unos cuantos km previos, eso sería más o menos equivalente. Y a juzgar por la pesadez de piernas del domingo por la tarde, creo que no me equivoqué mucho.

El caso es que allí (en Alcaraz) nos plantamos los futuribles maratonianos, a saber, JuanRa, Luis y servidor. Otros 13 dosquinceños se dignaron también en personarse en la dura carrera de Alcaraz. Cogemos los dorsales, nos preparamos y salimos a trotar 6 km y pico. Apuramos bien, puesto que llegamos a la Plaza Mayor cuando el señor speaker-animador decía que quedaban 10 segundos para empezar.



Crónica de 'Las Diez Millas de Alcaraz'

El año pasado no vine a esta carrera. El anterior se celebró en abril (2009), así que hacía mucho que no venía y echaba de menos el recorrido, uno de mis favoritos. Siempre me ha hecho mal tiempo, y esta vez no fue la excepción. Por ello me tuve que camuflar para ir bien abrigadito: gorra para que no se me enfriara la mollera, camiseta interior térmica de manga larga, chubasquero de nula transpirabilidad, guantes, mallas largas y zapatillas con más de 1000 km de uso.

Soy el de verde. Tuve unos problemillas con el GPS. Como véis, salí prácticamente el último.

Salimos a un trote más que cochinero. Primero estuve junto a Luis y a Pepe 'El Farma'. Como a Luis le dolía la cadera (y siempre que le duele algo es sinónimo de que va a correr muy rápido) empezó a zumbar y poco a poco le fuimos perdiendo en el horizonte (el delantero). Pepe estaba acatarrado y se quedó con un pequeño autobús de gente. Yo, muy prudente, fui poco a poco avanzando a ritmo cómodo. Entre el km 3 y el 5 sobrepasé a Jota, a El Fuerzas y a Paco Fernández.

Cuando parecía que me sobrecalentaba abría la cremallera del chubasquero. Si me entraba frío, la subía. Repetí esta operación unas diez veces. Eso sí, en ningún momento me sobraron los guantes ni las mallas ni la gorra y, curiosamente, tampoco me incomodaron las gafas de sol.

Sobre el km 6 empiezo a divisar en el horizonte a Paco Aparicio. Eso me da ánimos, aunque no tengo prisa por cogerle. Sigo avanzando por ese camino que, por cierto, está bastante mal. Han arreglado la salida y posterior entrada al pueblo, asfaltándola, pero casi todo el tramo de camino está en malas condiciones.

El caso es que, poco a poco, voy adelantando a gente. En un momento dado sólo hay un par de personas entre Correcaminos y yo, aunque la distancia es aún suficiente para tardar un rato en pillarle. Empiezo a plantearme a qué altura de la carrera está la pedanía de La Hoz, lugar en el que se sube a la carretera que regresa hacia el Santuario de Cortes. Creo recordar que primero hay que cruzar un riachuelo por una especie de viga a modo de improvisado puente. Al fondo veo otra camiseta a cuadros: es Blas.

Llego a el riachuelo junto a un grupillo al que rebaso. Ya tengo a tiro a Aparicio y, cuando le voy a dar una colleja, se para a mear. Encaro la cuesta de La Hoz, que recordaba más empinada. Allí arriba, delante, va Blas con Mamen (Don Quijote), que se paran un tramillo a caminar. Les grito que suban las manos, por si hay alguien haciendo fotos, para que no se les note. Miran abajo, pero no me ven, lo que me recuerda que la camiseta arlequinada queda tapada por el chubasquero verde.

Sigo y, nada más llegar arriba, les alcanzo. Breve conversación (van rápido, los cabrones bribones) y me tomo una ampolla de glucosa y salgo disparado sin decir ni adiós. Poco antes del km 11 está el Santuario. Yo no sé vosotros, pero siempre que llego aquí me emociono. Al principio el edificio está medio tapado. Sólo se ven las cúpulas puntiagudas de pizarra oscura. Por fin se completa una curva a derechas y se puede ver entero. Pilla cuesta abajo, así que cuando entras al patio por una puerta y sales por otra, lo haces flechado. Siempre se me pasan por la cabeza muchas cosas, pero no las pondré aquí.

El caso es que enfilo la bajada a toda leche (casi me choco con uno de Protección Civil que llevaba un walkie) y ¡cojones! ¡cáspita!, si ahí va Luis. No sé qué le habrá pasado. Irá dolorido, o algo así. El caso es que en algunos momentos entre él y yo sólo hay uno o dos corredores. Pero me parece que no le voy a pillar. Va rápido el muy cabrón canalla. Sigo pasando gente, pero él también. Aunque no voy obsesionado, la verdad. Quiero guardar fuerzas a ver qué tal la última cuesta.

Paso el rio y asciendo por el paredón (no hace falta que os diga cual es) tras pedirle al voluntario del avituallamiento que me acerque otro botellín. Al llegar arriba alcanzo a Victoria y al sobrino de El Fuerzas (perdona, pero no me acuerdo de tu nombre). Prosigo lo más rápido que puedo, alcanzando poco a poco a otros corredores que me voy fijando como pequeñas metas.

Llego al tramo recto que hay antes de la cuesta de los bomberos. Ese sitio donde se formaba un inmenso barrizal en días como hoy. A unos 200 m un tío se quita un chubasquero rojo y debajo aparece una camiseta a cuadros: es Pedro León (no hay otro Pedro en el Dosquince, dicho sea de paso). Al llegar a las cuestas pierdo de vista definitivamente a Luis, aunque por unos instantes no había nadie entre él y yo (al final, 48 segundos en meta, pero porque se paró en Cortes a rezar un Ave María a la Virgen, según me comentó después).



Empieza la cuesta, pero al trote cochinero no es tan dura. Cuando llego a lo más llano, antes de entrar en la estrecha Calle Mayor que conduce a la plaza homónima, alcanzo por fin a Pedro. Se me está atocinando, así que aprieto para que espabile. Aparece en el horizonte un tipo del Club de Elche de la Sierra, Adrián Santoro, al que siempre, no sé cómo cojones lo hago qué pasa, siempre alcanzo a poco del final. No me acordaba de él, parecía que no había venido hoy, pero sí, es él (cualquiera diría que me va esperando). Aprieto más y le adelanto cuando quedan sólo 20 metros para el arco de meta, para cumplir con esa extraña tradición. A pesar de los 6 km y pico previos y de haber salido muy reservón, hago récord personal de la prueba: 1:29:03 (3 minutos y pico mejor que mi anterior MMP).

Ahí voy como una exhalación. Me voy viendo viejo en las fotos. Yo, de niño, veo a este sujeto por la calle y le llamo 'de usted'. En mi defensa he de decir que me veo bastante más delgado que cuando tenía 20 años.

No me quería despedir hoy sin decir que la Crisis (con mayúscula) ha llegado de pleno a este mundillo de las carreras. Sólo hay que ver el contenido de la bolsa con la que nos obsequiaron en Alcaraz. Carrera en la que por cierto otros años han dado muy buenos regalos. Pronto empezaremos con vasos de agua en lugar de botellines, ya lo veréis. Y no quiero hablar de las presuntas futuras intenciones para subir cuotas, tanto para apuntarse al Circuito como en cada carrera, la licencia por un día, el Carnet del Corredor Plus, el seguro de nosequeleches y demás milongas sacacuartos... como dijo aquel: vamos al merme.

Ayer, sobre las 15 horas, hora ejpañola, se celebró el famoso Maratón de Nueva York. Me lo chupé enterito por la tele, con las consabidas pausas para mear hidratarme. Cuando acabó, con la insultante victoria y récord de esta prueba por parte de Geoffrey Mutai (2:05:06), me lancé como loco al ordenata a ver si se podía saber en tiempo real por donde estaba pasando un corredor concreto. Buscaba a mi amigo Manuel, otrora dosquinceño, que debutaba en la distancia. Y allí estaba, ya en Central Park, acabando prácticamente. Sólo tuve que estar un ratillo viendo el avance del icono que le representaba virtualmente, pues llegó enseguida en un tiempazo final neto de 3:11:58.

¡¡Enhorabuena, Manu!!

Bueno, amigos. El Maratón de Valencia está ya muy cerca. Sólo quedan 3 semanas. El domingo que viene mi plan me pide otro entrenamiento de 30 km, pero yo lo veo exagerado a 14 días vista, ¿no creéis? Bueno, ya os contaré lo que hago. Por otro lado, después de todo este tiempo de preparación, de todos estos kilómetros, la fecha se acerca y empiezan los nervios. En mis otros dos maratones no hubo nervios, pero eso es porque no me los preparé. Pero ahora tengo cierto miedo al ridículo. Pase lo que pase, habrá que tomárselo como venga; por malo que sea, no será ningún drama.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

martes, 1 de noviembre de 2011

Una semana... un poco más tranquila

Hoy, sin que sirva de precedente, narraré la semana de atrás hacia adelante. Así que me toca empezar por la Carrera Urbana Socuéllamos 10k que se celebró este domingo.


Pues eso. Coincidiendo con el domingo en que se cambia la hora (y desde hace un par de años también con el Rompepiernas de Rubielos Bajos), se celebra esta carrera en la cercana localidad de Socuéllamos, provincia de Tomelloso. Yo es el sexto año consecutivo que acudo a la cita. Qué deciros que no haya dicho ya: es una carrera fenomenal, aunque este año tengo que criticar alguna cosa. Lo primero es el monumental atasco en la retirada de dorsales, que incluso hicieron que la carrera tuviera que retrasarse media hora. Después, a unos cuantos no nos dieron chip, así que imagino que no saldremos en ninguna clasificación. Y por último, la bolsa del corredor, aun manteniendo un superávit en "cuanto a coste de la inscripción" vs. "cantidad y calidad de lo contenido en la bolsa", ha menguado sustancialmente con respecto a la que venían dando últimamente. La reducción del número de mantecados de 24 unidades a 7 u 8 únicamente es imperdonable.

Mierdafotoquetecagas, pero a falta de otras, demuestra la presencia de algunos dosquinceños:  Perdigón, Lombardía, Dani, mi señora y servidor. Como observáis, la salida estaba bastante concurrida.

Como notas positivas, no obstante, señalaré que (al concurrir 11 de un mismo club) nos obsequiaron con un jamón. Además la gente del lugar es bastante amable y aplaude como si nos conocieran de algo. We'll be back, Socuéllamos! Y qué decir que los choricillos y morcillas reatados con su típica cuerdecilla verde, así como la ensaimada manchega que, por cierto, está presente en todos y cada uno de los bares de carretera de aquí a Tarragona.

En cuanto a la participación personal, decidí correrla acompañando a mi mujer, María Jesús, a la cual machaqué (quizá demasiado) para llevarla a unos fenomenales 54:10. ¡Enhorabuena! Aquí la gráfica:



Después nos quedamos a comer toda la familia en el Mesón Sancho, que está al principio de la calle Quijote: a saber, justo después del avituallamiento en vez de girar a la izquierda como en la carrera, enfilando esa interminable calle, pues a la derecha. Recomendable por bueno, variado, bonito y barato.

A mí ese día me hubiera tocado, en lo referente al entrenamiento para Valencia, hacer una prueba de Media Maratón, pero en vez de irme a Ciudad Real o a Jumilla, por decir dos sitios cercanos donde se celebraba una, preferí hacer la carrera + un previo de sólo 3 km (en 15:15). De eso no os pongo la gráfica, aunque la tengo y en mi Ragnim Neccott lo tenéis todo.

Previamente, el sábado me tocaron sólo 6 km (era una semana de descarga como preparación a la Media que teóricamente me tocaba). Eso sí, me exprimí como un limón y me salieron bastante rapiditos y acabando con mucha alegría (me refiero a que acabé a ritmo alto, no que acabase feliz y contento). Esto es lo que dice el peluco:



El viernes descansé, habiendo salido el jueves sólo 8 km. También me dí vidilla saliéndome una media de 4:55 min/km, en progresión acabando los últimos dos en 4:30 (¡alegría!). Un mapita vale más que mil palabras:



Si seguimos retrocediendo en el tiempo llegamos al miércoles. Ese día fueron 10 km en los que quise hacer la prueba de qué hubiera pasado si me hubiera fijado como objetivo parcial (dentro del preparatorio del Maratón), el intentar hacer Socuéllamos en 45 minutos. Así que salí con ligera prudencia y en cuanto cogí pista apreté casi a fondo. Resultado... 48:44 que no está nada mal. Por entonces ya había decidido que en Socuéllamos no iba a hacer ese test, pero no hubiese llegado a los 45 minutos ni de coña. Calculo como muy rápido haberlo hecho en 46:30, y eso saliendo todo muy bien. El caso es que en esos 10 km del miércoles me salió esto:



Martes: descanso como siempre. Y lunes, pues salí con la bici. Quizá debería haber descansado también, puesto que fue el peor día de la semana con diferencia (os recuerdo que el domingo anterior me había soplado 30 km con Mamen y Javier, del Quijote). Así que como no iba fino en línea recta me perdí por unos caminuchos, viendo el paisaje. Impresionado me quedé de cómo ha quedado la antigua fábrica de salchichas.



Y ese es el resumen semanal.

De parte del amigo Lázaro (de quien sospecho que pronto podréis leer un blog), os dejo un par de álbumes con un webo de fotos de la Media Maraton de Albacete de este año. Están muy bien y, si buscáis, seguramente os encontréis. Ya digo, son muchas. A mí me ha costado un cojón de pato, pero al final me he encontrado:

He calculado que esto es el km 12, más o menos.

viernes, 21 de octubre de 2011

Another Brick in the Wall

Lenta pero inexorablemente, la fecha se va acercando. Y poco a poco, la preparación que voy siguiendo, avanza a buen ritmo.

El vídeo no puede ser más hortera. Sinopsis: el cantante de un grupo de rock (Axl Rose) se casa por fín y su amigo el guitarrista (Slash) está celosote y se va a tocar la guitarra a una iglesia en medio del desierto. Después de la boda se van al banquete al aire libre pero no tienen en cuenta el aviso meteorológico de Maldonado, así que cae una chaparrá, se vuelven todos locos, se lían a empujones y, en uno de ellos, muere la novia. Patético.

Así, como el que no quiere la cosa, he metido a mis piernas una tremenda cantidad de kilómetros. Algunos pensaréis que no es para tanto pero, creedme, para mí sí lo es. Esta semana pasada, como terminé muy cargado en Hellín, decidí descansar tanto el lunes (bici) como el martes. El miércoles retomé el ritmo habitual y, francamente, sentí en mis propias carnes aquello de "más vale un buen descanso que un mal entrenamiento", porque me sentí fresco como una lechuga, marcándome 12 km a ritmo medio de 5:02 y terminando con alegría.



El jueves tocaban otros 13 km. Así que me fui dirección el Restaurante La Casita. Paré a beber en la fuente que hay en la esquina diametralmente opuesta al susodicho establecimiento, pero sólo llevaba 4 km y pico. Así que pensé que el aburrimiento, el tedio y las grandes avenidas desconocidas también hay que entrenarlas. Me inmiscuí, pues, en ese barrio a medio hacer (y lo que está hecho, a medio vender, y lo que está vendido, a medio habitar) que hay a la espalda de la Facultad de Medicina. Ya sabéis a cual me refiero. Efectivamente: correr por ahí es un auténtico coñazo, pero de eso se trataba.



Llegado de nuevo a la antedicha fuente, llevaba unos 9100 frente a los 13000-4200=8800 que debería llevar si quería acabar en casa con los 13 del vellón. Así que me volví recortando todas las isletas y rotondas, jugándome el tipo ciertamente, y con alegría en el trotar, de manera tal que el último km lo hice en 4:45, que no está mal en mi humilde opinión.

El sábado por la mañana, por primera vez en varias semanas (varios meses, más bien), dormí todo lo que quise. Me acosté muy temprano y desperté a eso de las 7:30, jarto de dormir. Unas cuantas tareas domésticas y, a eso de las 9:30 pasadas, me calcé los 13 km que me tocaban. Salí por donde casi siempre hasta que el GPS marcó el km 6+500, y luego vuelta. Corrí por sensaciones a un ritmo cómodo, finalizando los 4 últimos con alegría. En total 5:03 de media.



Y el domingo... ¡horror! El domingo es domingo, pero a mí siempre me toca poner el despertador para entrenar y tener el resto del día a disposición de lo que la familia quiera hacer conmigo. Además ese día era la Carrera de AMAC, que empezaba a las 11:00 en la Av. de España, y María Jesús participaba y yo me tenía que quedar con las niñas. Para más inri, me tocaban 30 km, lo cual supone unas 3 horas. Y como quería estar una media hora antes de que empezase la carrera, me tocaba salir a las 7:30. Así que lo puse (el despertador) a las 6:30. Desayuné, me vestí, puse el correspondiente fax matutino y me eché a correr por esos andurriales.



Eramos pocos los que no habíamos ido a correr la media maratón de Valencia, así que quedamos (a las 8:00 en el inicio del Canal de María Cristina) los Quijotes Mamen y Javier Martínez, servidor, y punto pelota. Cuando llegué allí después de un rato mientras hacía tiempo y distancia por la Circunvalación (ellos no iban a hacer los 30 y, si los hacían, no les daría tiempo de estar a las 10:30 en la Av. de España) coincidí con ambos y, tras una breve y escatológica conversación (alguno tuvo que poner un fax urgente en un bar cercano), partimos dirección Balazote con la idea de hacer 11 de ida y otros tantos de vuelta.

Dicho y hecho. Un kilómetro pasado 'El Palo' hay un puentecillo de madera donde el camino se bifurca. Yo suelo ir a la izquierda dirección Aguas Nuevas, pero convinimos en ir hacia la derecha buscando el Canal de la Estacadilla y a la vía verde de Alcaraz. El km 11 se nos cumplió junto a una balsa de riego que hay al final de este Canal, a unos 200 m del sitio donde se junta con la vía verde. Hicimos bien porque (ojo, Javier) si hubiésemos ido hacia la Huerta del Rey y de ahí hacia los Ojos de San Jorge nos hubiéramos quedado cortos de kilometraje, me temo.

Buena compañía, buena conversación... ¿qué más se puede pedir? Que haga buen tiempo. Pues lo hizo. La mañana era fresca pero no hacía frío ninguno, ni tampoco estorbaba la manga larga. Tampoco llovió, ni el sol picó. Llevamos un ritmo bastante constante en torno a 5:35. Lo que se dice "interiorizando el ritmo del maratón".

Mi última adquisición en zapatillas. Modelo antiguo, descatalogado, de uno que ya gasté hace un año y pico en versión granate (ahora amarilla). Tremenda la robustez, comodidad, estabilidad y amortiguación.

Al llegar de nuevo al punto de partida me despedí de mis compañeros de esa mañana (y otras varias) y me dirigí a la meta virtual de los 30 km. Pensé que por la Circunvalación me podría salir más distancia de la cuenta, así que atajé por María Marín aumentando ligeramente el ritmo a unos 5:20 min/km. Como cuando llegué al sitio llevaba sólo 29+600 tuve que seguir un poco más hasta el museo y luego dar la vuelta. En total 30 km clavados, en un tiempo de 2:45:29.

Después me dediqué a descansar mientras me tomaba una isotónica y veía como casi 1000 personas participaban en el III Memorial María José Merlos. Pero eso es otra historia que deben contar otros.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

miércoles, 19 de octubre de 2011

XXIV Medio Palizón Ciudad de Hellín

Semana completita con unos cuantos entrenamientos a buen ritmo por sitios distintos a los habituales. Eso sí, el domingo por la tarde estaba 'pidiendo la hora'.

No sé en qué estaba yo pensando para no haberos puesto antes un vídeo de estos tíos.

La semana empieza allá por el lunes día 10 con un agradable paseo en bicicleta de montaña por el Canal de Maria Cristina. ¿Para qué irse a otro sitio, pa'cagal-la?



El martes descanso, como casi siempre. El miércoles, día del Pilar, madrugo y me voy con Tomás allende la autovía y la vía del tren, allá donde se encuentra el Páramo del Este, bordeando terrenos pantanosos. Tanto a la ida como a la vuelta, atravesando el Barrio del Pilar para hacer un poco de honores a la festividad que se celebraba. Doce kilómetros.



El jueves, ya en solitario, pensé: "Voy a ver por dónde hay que meterse para dar la vuelta a Albacete y completar en total 13 km". Y maldita la hora porque ¡qué aburrimiento! Aquí tenéis el 'górtio', incluyendo un necesario 'back & forth' en el Paseo de la Feria para poder llegar a Villacerrada completando los 13:



El viernes descansé y el sábado, previo madrugón, me levanté a desayunar para a continuación hacer otros 13. Como aún estaba oscuro, tuve que irme por donde véis aquí abajo:



El domingo enésimo madrugón para ir a Hellín con la idea de hacer unos 7 km previos a los 21 y pico de la Media Maratón de Hellín. Pero como la peña con la que iba son unos cagaprisas, salimos a correr demasiado pronto y fuimos hasta demasiado lejos para después volver sobre nuestros pasos, con lo que me salieron 8660 m. Estos:



Descansillo de unos 10 minutos y ¡a correr! Quedamos en ir todos los que habíamos hecho el trote previo a un ritmillo de 5:30-5:40 pero como Cada Uno Hizo Lo Que Le Salió De Los Cojones me aburrí como una ostra ya que no me había traído la música. El próximo día, advierto, me voy a llevar la música y Haré Lo Que Me Salga De Los Cojones. Sin acritud, pero como hagamos esto mismo en Valencia el 27-N así nos va a lucir el pelo.

Foto cortesía de Lázaro, en la recta de meta de las pistas de atletismo de Hellín. Yo soy el de cuadros. Al fondo, de azul, Pepe (que ya salió en la crónica de Socovos 2011). Por cierto, está tapando a medias el cartel publicitario de un puticlub que hay saliendo de Hellín dirección Nava Campana. Lo sé, no por nada, sino porque esa carretera (homónima del puticlub) es parte del sector en el que trabajo.

Como comentarios adicionales, diré que me resultó francamente curioso ver la evolución de la carrera. Cuando uno hace lo que hice el otro día yo, salir reservón y tener la suerte de poder apretar al final, vas viendo un sinfín de gente que viene detrás de tí, te adelanta en un momento dado y luego pincha y es alcanzado. Y otros que salen rapidísimo para acabar pinchando igualmente. Seguro que habrá alguno que te adelante por la mitad y ya no le vuelvas a ver, pero esos no tienen interés para mí. Vamos, que en los 5 ó 6 últimos km vi bastantes pájaras (como no tenía otro entretenimiento, me dediqué a memorizar jetas, camisetas, gafas y otros detalles de mis predecesores).



Y de momento eso es todo. Me he dejado en el tintero una cosa de las zapatillas, pero ya os la contaré otro día.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.
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