jueves, 22 de noviembre de 2012

Carrera Popular Alcaraz-Cortes-Alcaraz... y fin de la temporada 2012

La verdad es que últimamente me he tirado más hacia la lectura que hacia la escritura, de ahí el retraso desde la última carrera en la que participé: Alcaraz.

La única foto que he encontrado de la carrera en la que salgo: el croata de la gorra negra. Lázaro viene al lado, de azul. Y los croatas de atrás, Juanra con la gorra roja-naranja y Jorge con la blanca.

El día estaba muy chungo con amenaza de lluvia, muy sombrío. Pero por lo menos frío no hacía como otras veces, y aunque había llovido mucho la parte que más se embarraba está arreglada desde hace tiempo, por lo que no se temía una carrera asquerosa.

Cosnte que este grupo no me gusta ni un pelo, pero esta canción (que es cojonuda) tiene una larga historia para mí. Allá por el año 1999 me dejanron una cinta de cassette rotulada con el título de un disco de Beck, pero que en realidad era de Suede. Me quedé con esta canción grabada en la memoria, buscándola como loco en la discografía de aquel (Beck). El otro día la escuché y supe por qué no la pude encontrar... resultó ser de Suede. Ale, espero que os guste.

Salí junto con Lázaro, como siempre últimamente, a un ritmillo bastante bueno. Mi compañero de las últimas carreras, Juanra, dada la puñalada trapera que le solté en Hellín, decidió irse más rápido con el también dosquinceño y locomotoro Jorge.

Después de la primera bajada fuerte, esa que hay sobre el km 6, cuando nos ponemos paralelos al río (que venía precioso cargado de agua), le dije a Lázaro que se fuera para adelante, que yo me lo iba a tomar con tranquilidad (relativa).

Al llegar a la pedanía de La Hoz aún tenía a los tres anteriormente nombrados a tiro de piedra, pero yo iba a mi tran-tran. Al llegar arriba a la carretera de Peñascosa, tramo pseudo-llano en el que se puede correr algo, empezó a soplar un vientazo en contra acompañado de una lluvia fina pero jodona.

Al fin llego al momento más emocionante de la carrera, y yo diría que de todo el Circuito, es decir, el paso por el Santuario de Cortes. Además se hace cuesta abajo y con ritmo vivo, y hay siempre gente aplaudiendo atónita (no tanta, eso sí, como en el Madrid Arena). Me encanta este momento.

Salgo por la otra puerta del patio y en la bajada fuerte que hay me da un poco de flato, así que no aprieto demasiado en el tramo más favorable. Eso sí, cuando llego abajo del todo al puente del río, voy “descansado” y subo sin penurias. Pero al llegar al final de ese corto paredón empieza a soplar de nuevo el aire, que no me deja correr agusto. Así no se puede, joer.

Llego al pueblo por fin, haciendo la goma desde La Hoz con uno de El Salobral y una del Acero Sport, que al final se me van en la cuesta más jodida de todo el Circuito (según mi opinión, dados los 15 km previos que lleva uno a estas alturas). No doy para mucho más, pero tampoco tengo prisa por llegar y que arriba la boca me sepa a sangre del esfuerzo, así que voy a mi tole-tole y alcanzo la meta en 1:24:56, unos 3 minutos menos que mi mejor registro de otros años, y eso que no me he esforzado al 100%. Así que muy contento. (Aprovecho para apostillar que Juanra me sacó un escaso minutillo, que le fui viendo a unos 100 metros toda la carrera, y que encima confesó que sufrió como un cabrón para seguir a Jorge).



Y, por otro lado, me despido hasta dentro de una buena temporada. Con Alcaraz he hecho mi carrera del Circuito nº 18, así que no voy a hacer ninguna más. Fugazmente he estado tentado de hacer, sin presión ni preparación específica, ya que estoy en buena forma física, el Maratón de Castellón del próximo 9 de diciembre, pero al final me he rajado tras darme cuenta en un entrenamiento de casi 27 km el pasado sábado (ir y volver a Aguas Nuevas), que no me conviene llevar a mi cuerpo escultural, cincelado en mármol y granito a semejante extremo, sin necesidad.
Chavalas y chavales, nos vemos el día 13 en la entrega de trofeos.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

martes, 23 de octubre de 2012

Ricote Trail 2012

Muchos no sabréis ni dónde diantres está Ricote, pero seguro que conocéis el Gran Hotel Bali de Benidorm, que fue el edificio más alto de España desde 2002 hasta 2006, y tiene 186 metros de altura. El Ricote Trail tiene más de 1600 metros de desnivel acumulado positivo, que son 8,6 veces la altura de dicho hotel (subiendo hasta la punta de la antena más alta, desde el hall).


El perfil transversal (Willy, eres un 'tolosabo') longitudinal de la prueba, que os pongo aquí según lo descargado de mi GPS, quizá no os diga mucho. Se parece bastante a carreras como la de Molinicos, por ejemplo. Pero hay un factor de escala que a simple vista se escapa. Allí, en Molinicos, se suben en el tramo más duro “sólo” 256 metros en vertical a lo largo de 4 kmy en Bienservida “sólo” 330 metros en 6 km. En Ricote únicamente la primera subida tiene 644 metros verticales en 6,85 km.


- Si vale, Alberto, todos esos datos técnicos están muy bien pero, ¿y cuantos km son?

- Bah, una tontería, nada más que 24,2 kilómetros. Total, un poquillo más que una media maratón. Coser y cantar.

Pero hay que ir allí y hacerlo. Que yo os lo cuente sirve de bien poco. Aquello es jodido, jodido de verdad.

Todavía quedan grupos de rock, en pleno 2012, que usan la voz en falsete. En plan ELO, Supertramp, o Bee Gees.

En Murcia no hay Circuito de Carreras Populares. Allí están más grillaos aún. Lo que tienen es un Circuito de Carreras de Montaña. Les ha dado por ahí. A otros les da por tocar el tambor con el rabo o meter la lengua en un ventilador. ¿Y cual es la carrera de montaña de este Circuito con mayor grado de dificultad? Pues el Ricote Trail. Hay otras más duras, pero fuera de este Circuito: en Cartagena una de más de 40 km, y el Yeti-Trail de 44; pero para inscribirte en esas te piden el certificado de que el psiquiatra te va a dar el pase pernocta del manicomio para ese fin de semana.

No sé ni por donde cojones empezar. Bueno, sí, diciendo que Ricote es un pueblecillo que está cerca de Archena y Blanca, en la provincia de Murcia, un poco más abajo de Cieza. Muy cerca pasa el Segura. En toda esta zona estuvieron lloviendo un par de días prácticamente seguidos, con lo que el sitio por el que discurría la carrera imagináos como estaba. Pero la lluvia, aunque afortunadamente se prodigó poco mientras transcurrió de carrera, no era la mayor de mis preocupaciones. Lo era el barro, ese sucio trabajo que la lluvia había estado dos días enteros forjando.

Del total de la carrera ya directamente un 52% discurre por campo a través. Bueno, más que “campo” es “montaña” a través. Otro 26% es por sendas. El 22% restante por una mezcla de rambla, pista y asfalto. Pero no os creáis que la rambla era de hormigón como aquella donde hacían carreras de coches en la película Grease, ni que la “pista” era una pista de atletismo.

El campo a través era, pues eso, que ya ibas por una senda miserable pero encima te desviaban por el medio del monte con todo lo que conlleva. Piedras de todo tamaño, tipo y condición, raíces, charcos, barrizales, más piedras, y más barro. Cuesta arriba jodía un montón, porque tenías que irte agarrando a los árboles y apoyándote en las rodillas, pero bajando era casi peor, porque el espacio semi-plano que había entre pedrolo y pedrolo estaba lleno de un barro hiper-resbaladizo y, como pegases un traspiés, el hostión podía ser impresionante. De partirte un hueso o dos, fijo. Y las ramblas eran el copón. Eran como ir por el fondo de un barranco lleno de piedras y, entre los huecos, un auténtico lodazal donde un gorrino se lo hubiese pasado de lo lindo. Lo “mejor” eran las sendas, porque eran como lo demás pero con un 50% menos de barro. Lo más parecido a lo que conocemos del Circuito de Carreras de Albacete son las pistas forestarles, aunque algunas por las cuales la organización tuvo a bien hacernos transitar estaban como para poner una denuncia.

Con todo este amasijo de circunstancias nos plantamos en Ricote una expedición albaceteña formada por Lázaro, Ramón y servidor. También nos encontramos allí a Paco Marcos, que es quien me “recomendó” la carrera. Todo el camino en coche lloviendo y casi todo de noche, ya que salimos a las 7:20 tras un madrugón de cojones.

Típico mogollón de los días lluviosos junto a las mesas de los dorsales, pero vamos, no estuvo mal. Al coche otra vez a prepararnos con los chubasqueros, cinturones, chips y demás. Ale, pa’ la salida. Allí había dos grandes arcos inflables y la alfombrilla de meta, pero no hubo alfombrilla de salida (cojones, si la tenían ya allí puesta, ¿qué trabajo les hubiera costado moverla de sitio y reprogramarla si tenían dos horas largas por delante para hacerlo?).

Cuando no habíamos trotado ni 500 metros ya llevaba yo ambas zapatillas llenas de agua tras haber pisado ni se sabe los charcos. Al principio va uno ahí en plan mariquita sin querer mancharse… ¡qué gilipollez más grande, si luego íbamos a acabar de barro hasta las rodillas!

Un breve paseo por entre unas huertas llenas de limoneros flanqueadas por muros de piedra y, en seguida, a subir andando. Se puede andar más rápido o más despacio. Pero hay que ir andando. Rampas llenas de piedras, raíces, barro y más piedras y más barro con inclinaciones de entre 30 y 45 grados. Como ir subiendo escaleras pero llenándote de mierda a la vez (¡qué poético me ha quedado!).

La idea era aguantar los 7 primeros kilómetros iniciales de subida como sea, luego mantener el tipo en la zona de bajada-llano entre el 7 y el 15, aguantar la última subida del 13 al 18 (a las antenas) y a partir de ahí coser y cantar bajando suavemente hasta la meta. Objetivos:

- Que no nos devore una manada de lobos y/o licántropos.
- Llegar a meta y, si es posible, bajar de las 4 horas, o por lo menos rondarlas.
- Llegar con todos los huesos del cuerpo íntegros.

Me descojono cada vez que leo lo que acabo de escribir. Sobre todo lo del “llano” del 7 al 15 y la bajada final. Veréis por qué.

Quizá lo mejor fue al principio. El paisaje era precioso, aunque el día era oscuro y sombrío hasta más no poder. Pero por lo menos iba con gente y me podía distraer. Además mentalmente estaba fresco y aún no tenía ni puta idea del calvario que se me vendría encima.

Inciso: por suerte tuve, todo el trayecto, la inestimable compañía del buen Lázaro, que se adaptó a mi ritmo en todo momento y me esperó en prácticamente todas las subidas. Sólo en los últimos 5 ó 6 km ibamos los dos tan echos polvo que no hubo diferencia.

Subir y más subir entre pinos y arbustos, en fila de a uno porque no había sendero ni hostias. De vez en cuando dejábamos pasar a alguno que venía ligeramente más fuerte. Alguna gente llevaba bastones, y la verdad es que creo que venían bien tal y como estaba el monte de barro, de resbaladizo y de rocoso. Y una pequeña ayuda de los brazos no hubiera venido mal, y así las piernas hubieran tenido un descanso aunque hubiera sido mínimo. Y alguno se podría haber librado, quizá, de una buena hostia.

En la salida, por un megáfono, dijeron algo de que habían variado el trazado, pero no me enteré bien. Por eso pensé, cuando llegamos al avituallamiento del km 5 (5,450 en realidad) que quizá habíamos llegado al final de la primera cumbre. Error.

Los avituallamientos eran una especie de tenderetes atendidos por 3 ó 4 voluntarios, bastante agradables todos ellos, que te servían agua en vasos de plástico y te partían naranjas y melones. Todo el mundo se paraba y aprovechaba para descansar un poco y charlar con los que se encontraban allí. En este primero yo solo bebí un vasito de agua y adiós muy buenas (llevaba una botella de medio litro de isotónica que aún estaba virgen). Distancia: 5.450 metros. Tiempo: 53:45 (NOTA: todos estos datos tan precisos los estoy sacando del track registrado por el GPS que después he volcado al ordenador; en carrera no tuve tiempo de entretenerme con estas mariconadas).

Allí se desviaron los de la prueba corta (de unos 10 km), con lo que el grueso de la fila de corredores se redujo bastante. A esos suertudos los mandaban hacia abajo por una pista forestal, mientras que a nosotros, pobres desgraciados, nos indicaron otra ascendente. Pero a los 100 metros adiós pista y métase usted por aquí por este cerro que verá usted qué bien lo va a pasar.

Ahí empecé yo a mosquearme un poco. Aquello no era tan bonito como por donde habíamos subido hasta ahora, con mucho árbol y arbustos aromáticos que olían de maravilla. Incluso olía a setas. Allí no. Aquello era “zona alta” y los árboles brillaban por su ausencia. Era un peñasco de piedra resquebrajada entre cuyos intersticios había un divertido barrizal. Y encima empinado. Bastante empinado. Ritmo por encima de los 13 min/km. Casi nada.

Sin darnos cuenta llegamos a esa cima en el km 7 (6.840 en realidad) sin previo aviso. Y es que había un sendero (o pista forestal, o… ¿importa?) que seguía subiendo, por lo que pensé que si nos desviaban sería para meternos por algún camino más chungo aún. Pero no, era una bajada cuasi-suicida pero que se podía hacer al trote aun a riesgo de rodar como un cabrón y partirte la espalda contra algún árbol, cosa que afortunadamente no ocurrió.

Cada tanto había un trozo de cinta de balizamiento de plástico, como esas que ponen en las obras, de franjas rojas y blancas. En El Salobral creo que han puesto unas pocas cintas de este tipo este fin de semana, pero para otra cosa y de otros colores: blancas y verdes las de la Guardia Civil, y blancas y azules las de la policía.

Lázaro iba delante, marchando detrás de un grupillo de 3 ó 4 entre los que había una chavala (sí amigos, también había grilladas femeninas aquí, y de muy buen ver, por cierto). Yo llevaba detrás a otro pájaro. Lo pasamos muy bien en este desceso, sobre todo por la sensación de correr por plena naturaleza, por plena espesura boscosa, y sobre todo porque era hacia abajo. Todo muy frondoso, muy húmedo y muy bucólico. Un sitio por donde, si no es por estas cosas, no pasas en tu puta vida ni de casualidad.

De pronto los de delante se paran y no saben hacia donde ir. Hay un cruce de caminos (¿caminos? ¡Já!) y no se ven más cintas. El que viene detrás dice “Cojones, pues por ahí, ¿no veis las huellas?”. Hay que decir en este punto que era enormemente escasa la diferencia entre las sendas creadas de manera natural a partes iguales por zorros, jabalíes, buscadores de setas y licántropos, y el senderuelo pastoso que habían dejado los doscientos y pico de colgaos que llevábamos delante. Pero afortunadamente después de unos 200 m volvimos a ver más cintas y seguimos bajando.

Lamentablemente volvimos a llegar al fondo de un espectatular barranco antes de lo que nos hubiera gustado. Y otra vez para arriba. Trepar y más trepar, unos 1600 metros en horizontal subiendo unos 160 metros por la cresta de una sierra (como si en vez de dar la vuelta a la Peña de San Blas en Elche de la Sierra nos hicieran escalarla y recorrerla por la cima). Sube y sube, piedras, barro hasta llegar arriba. Las vistas acojonantes, sobre todo por la sensación de altura que se tenía. Aunque la verdad es que no se si estaba mirando hacia Calasparra o hacia Jumilla, ya que la desorientación era absoluta después de dar cincuentamil vueltas, amén de que el sol no se veía por ningún sitio, y no sabía distinguir de dónde venía su resplandor, que parecía iluminar uniformemente todo el encapotado cielo.

Ahora sí bajamos un poco y vemos al fondo el segundo avituallamiento. Cuando digo “al fondo” quiero decir “a tomar por el culo de lejos”. Tampoco creáis que daban muchas ganas de mirar para allá, ya que el mínimo despiste podía hacer que te pegaras la hostia padre. Justo antes de parar pasamos a un tío que, por lo que luego nos cuenta, venía andando lisiado desde hacía 4 km, distancia que Lázaro y yo hemos cubierto en 36 minutos. Así que este colega debe llevar al menos 45 minutos de amargo sufrimiento. Por suerte para él le localizan un medio de transporte para bajarle a Ricote desde el llamado Collado del Moro. Nosotros tomamos un par de trozos de naranja y algo de agua y proseguimos. Distancia: 10.790 metros. Tiempo: 1:45.

Se ve que pensaron que como habíamos recuperado fuerzas podríamos afrontar sin problemas una tremenda subida. Sólo fueron 430 metros de avance, en los que subimos 75 metros. Reconozco que fue uno de los momentos de mayor desesperación por mi parte. Tardé 10 minutos. Las primeras subidas, aunque agotadoras, las había hecho con cierta alegría. Ahora era un auténtico tedio, lento y trabajoso.

Por fin llegamos arriba y empezamos a transitar por una zona en la que se alternaban subidas y bajadas, discurriendo por una especie de terraza en la que a nuestra derecha quedaba una pared natural de piedra y a nuestra izquierda la inmensidad del valle. Impresionantes las vistas de nuevo. Bajamos por un pedriscal (palabra que me acabo de inventar) y vemos al fondo un par de fulanos que nos indican que nos metamos por un sitio por el que nadie, absolutamente nadie, que esté en su sano juicio hubiera osado jamás bajar.

Describirlo es dificil: un oscuro y sombrío canal natural descendente encajonado entre dos paredes terrosas flanqueadas por tétricos árboles, relleno en su fondo por un barro resbaladizo y negrísimo que se hundía un palmo a cada pisada. Tardamos 17 minutos en llegar al fondo de aquel tenebroso camino de locos, recorriendo más de 2 kilómetros.

A partir de ahí, la ascensión definitiva. Los primeros 1.750 metros transcurrían por una especie de calzada empedrada de algo más de un metro de anchura, no muy empinada (en condiciones normales se hubiera podido subir hasta trotando), en la que fuimos a paso ligero en plan senderismo. Moralmente esto me dio fuerzas porque pensé que desde el punto bajo anterior quedaban “sólo” los 5 km de subida en los que se nos podría ir ¿cúanto? ¿una hora como mucho? y que a partir de ahí la carrera estaba hecha. La pendiente no era excesiva como para extenuar, así que nos lo tomamos como un “descanso ascendente”. Aun así subimos bastante, unos 120 metros.

Este tramo “suave” acabó al llegar a una especie de explanada con una fuente, junto a una carretera asfaltada (“la carretera”, habría que decir, puesto que es la misma que cruzamos varias veces durante la bajada), donde habían instalado el tercer avituallamiento. Más agua en vasos, me rellenaron la botella de isotónica que llevaba y a la que ya había dado un buen tiento, otro par de gajos de naranja, comentarios y a la faena. Distancia: 16.260 metros. Tiempo: 2:42.

Cruzamos la carretera y ahora el tramo a recorrer si que se complica severamente. Una estrechísima senda con muchisimo barro en un paraje ultra-frondoso y húmedo. La inclinación era mucha y mis piernas hacían lo que podían, siguiendo a Lázaro, que parecía que se fuese dando un bonito paseo por el bosque. Este tramo, que discurrió combinando tramos de arboleda con otros paralelos a la carretera, concluyó con la guinda del pastel: un último e interminable tramo rocoso, la cresta de una enorme montaña por la que tuvimos que trepar a 20 uñas otros 300 metros hasta llegar al repetidor de RTVE situado en el pico de Almeces, conocido cariñosamente como “las antenas” (a lo que añado yo, no tan cariñosamente, “las antenas de los cojones”). A dichas antenas llegamos de manera un tanto indigna, por detrás, por el medio de la montaña, por donde a nadie jamás se le hubiera ocurrido subir, reptando junto al muro de hormigón que las sostiene.

En total subimos desde el último avituallamiento 270 metros en vertical repartidos en sólo 1.720 metros, tardando más de media hora. Es decir, desde el fondo de la hondonada habíamos avanzado sólo 3,5 km horizontales y 385 metros verticales en los que habíamos empleado 55 minutos.

¡¡Lo habíamos conseguido, habíamos llegado vivos a las antenas!! Ahora sólo quedaba bajar. ¡¡Y unos cojones!! ¡¡Y una mierda que te comas!!

Arriba, junto a los repetidores (km 18 casi exacto), había una persona que me dio alegría ver. Y eso que por esta zona aún llevábamos Lázaro y yo una pequeña compañía siempre, ya fuera 50 metros delante o detrás, más o menos. Pero no sé, ver a aquel fulano allí vestido como una persona normal me dio alegría. Como todos los voluntarios nos animó y nos indicó la ruta, aunque nos dijo “Venga, que os quedan ya sólo ocho”. ("¿Ocho, hijoputa, querrás decir seis?", pensé, pero no lo dije). Tiramos cuesta abajo por una carretera impecablemente asfaltada. No estabamos para muchos trotes, nunca mejor dicho, pero nos pusimos al tema. Pero, oh, a 100 metros escasos había otro voluntario indicándonos que la bajada era por el medio del monte (¡qué sorpresa más agradable!), por otro de esos terrenos plagados de rocas y barro, con una inclinación de mil demonios.

Evidentemente era algo mejor que ir subiendo. La respiración no se me agitaba tanto, era menos agotador, me cansaba un poco menos y el ritmo era ligeramente superior. Pero a cambio los cuádriceps, al tener forzosamente que ir reteniéndome para no estamparme y rodar 50 metros cerro abajo, me iban ardiendo, los tobillos estaban a punto de irse para cualquier sitio, las fascias plantares me dolían a horrores y, en definitiva, iba cagándome en todo lo que se menea.

Nos dio un pequeño (grande, mejor dicho) bajón al comprobar lo complicado de la bajada, haciendo el primer kilómetro (del esperadísimo descenso, os recuerdo, en unos escalofriantes 11:53; insisto, bajando, imaginad las condiciones). En un momento dado, nos cruzamos con una pista forestal a la que tuvimos que descender de espaldas y jugándonos el tipo. Matarse era fácil, las piernas ya no nos sujetaban bien y cualquier traspiés que en condiciones normales no te tiraría al suelo, ahora, al fallarte los músculos, podía hacer que te dieras un hostión de campeonato.

Del 19 al 20 no mejoró demasiado el tema, aunque pudimos trotar un poco no sin antes unos 200 metros ascendentes que tuvimos que hacer, cómo no, andando. Este kilómetro, en realidad, ya lo habíamos trajinado en torno al km 6 de carrera, cuando eramos unas personas felices y contentas, aunque eso no lo he sabido hasta que no he visto el trazado en el ordenador. Finalmente llegamos al último avituallamiento, en el que había isotónica también, además de las consabidas naranjas y rajas de melón. Otro par de gajos de naranja, isotónica y adelante. “Ánimo, a partir de aquí es todo pista forestal, os han quitado el tramo peor, que está muy mal para bajar. Venga, que sólo os quedan ocho.” (…) “¿Ocho? Eso mismo nos han dicho en las antenas.” (…) “Venga, ánimo.” (...) “Me cago en todos tus muertos”. Distancia: 19.970 metros. Tiempo: 3:36.

Efectivamente era pista forestal y empezamos el trote cochinero pero ¡¡me cago en la puta de oros, si continuaba cuesta arriba!! Aquí recuerdo que miré el reloj y, viendo que llevaba 3:40 y que la pista ascendía, le dije a Lázaro: “No puedo, macho, vamos a andar.”. Así que estuvimos andando rapidillo unos 5 minutos mientras la pista ascendía (aunque con una pendiente mínima), tramo en el que coincidimos con un chavaluco que iba de naranja y al que luego vimos varias veces. Le iban dando calambres así que a veces se quedaba atrás y otras tiraba para delante. Yo le recomendé que para los calambres lo mejor era que se la chuparan.

Llegó un momento en el que, ahora sí, por fin, la pista apuntaba hacia abajo. Fue una larguísima bajada, desde el 21 hasta el 24,5 aproximadamente, por una pista forestal en condiciones bastante razonables (cuádriceps ardientes), aunque dadas nuestras lamentables condiciones lo hicimos a una media de 5:35 que me pareció bastante digna.

- Estooooo, Alberto, espera ¿has dicho kilómetro 24,5? ¿Pero no eran 24,2 en total?
- Bueno, es que la organización de la carrera tuvo la amabilidad de quitarnos una parte de la bajada más peligrosa, a cambio de lo cual nos hicieron dar un agradable rodeo que hizo aumentar la distancia total unos cuantos kilometrillos de nada.

Llegamos a una carretera y allí hay un policía y otro tipo. Nos dice que vienen unos 700 m de asfalto y luego otros tres km por caminos hasta la meta. La carretera era cuesta arriba, así que a caminar. Se nos une el de naranja. Tras unos 500 m llegamos a un puente que cruza un descomunal barranco (¿se habrá tirado alguno, desesperado?) y trotamos un ratillo hasta que nos desvían de la carretera para meternos otra vez por unos caminos de tierra.

Alternamos unos tramos andando y otros trotando, aguantamos la broma final en la que nos meten por encima de un colector que baja hacia las huertas. Ya vamos más cabreados que cansados. Canalizar nuestro odio hacia el tarado al que se le había ocurrido hacer una carrera por semejante paraje hizo que nos olvidásemos de nuestro propio cansancio. No veíamos la hora de llegar a meta, parecía que llevábamos haciendo esa carrera toda una eternidad. Habíamos visto el pueblo de cerca y nos daba la impresión de que nos habían desviado para dar un rodeo aún más amplio, y eso que ya nos ibamos a chupar un par de km más (luego, visto el mapa, he comprobado que nos equivocábamos, puesto que al final nos metieron casi en línea recta, siendo la carretera que parecía ser directa la que serpenteaba).

Cuando el GPS marcaba 26,5 va un colega que había por allí y nos dice que nos quedan dos kilómetros. Pero menos mal que se equivocaba, aunque ya nos daban igual ocho que ochenta. El camino se convirtió en una especie de acera de hormigón que, en suave cuesta abajo, nos llevaba hacia Ricote entre huertas de limoneros. Dicho así parece bonito, pero era fea la cosa de cojones, nada que ver con los imponentes cerros y paisajes que habíamos visto horas antes. El último kilómetro y medio largo lo hicimos sin dejar de correr. Ahora pienso que eso tuvo mucho mérito después de la paliza enorme que llevábamos a cuestas.

Por fin llegamos al pueblo, a la calle donde habíamos aparcado, pero aun así no nos fiabamos, así que le preguntamos a uno que ya había terminado que cuánto quedaba, y nos dijo que menos de 80 metros. Acertó. Por fin doblamos una calle y vemos los arcos hinchables. Cruzamos la meta dados la mano como dos palomos cojos (palomos no sé, pero cojos casi que sí) y se acabó. Han sido 4:29:29 y 27.800 metros. Puesto 255 de 273 llegados, de un total de casi 400 inscritos.

En la meta Ramón dice que ha hecho 4 horas (3:57 realmente), pero con problemas en los tobillos. Cogemos la bolsa y bebemos algo. Están dando los trofeos a los ganadores. Empieza a llover otra vez. Se ha suspendido la paella. Estamos reventados. Vámonos a casa.

Conclusión: por la tarde hablé con Paco Marcos, que tardó 4:03, se perdió, hizo 3 km más que el resto (es decir, casi 31 km) y se pegó una buena hostia, sin consecuencias afortunadamente. Coincido con él en varias cosas. Lo primero es que esta carrera es equivalente, incluso superior en dureza, a un maratón. Las agujetas yo incluso creo que son mayores, así como la sensación de cansancio, la fatiga, y las ganas de no repetir. Lo segundo es que ya hemos hecho una, y de las muy chungas, así que este capítulo hay que cerrarlo. Es como si a alguien que no ha visto ninguna iglesia le enseñas la Catedral de Santiago de Compostela; las demás le parecerán una mierdecilla. Pues bien, vista esta carrera, no vamos a correr otra más bonita ni más dura nunca más, así que es mejor dejarlo aquí. Lo tercero es que, una vez probado, no me ha enganchado (algunos chalados dicen que esto engancha), y creo que hay un riesgo altísimo de caerse, herirse, lesionarse y joderse la vida. Por no hablar de que hay determinadas zonas donde como pierdas pie y te caigas te despeñas por un precipicio que como te des en la cabeza no te encuentran en una semana (no estoy de cachondeo, se pasaba por algunos sitios verdaderamente peligrosos). Yo iba con Lázaro, pero hacer esta carrera sólo debe ser bastante desesperante, toda una lucha contra uno mismo y contra la montaña.

Así que ya sabéis, si estáis aburridos de las carreras del Circuito de Albacete haceros una de estas. A mí me han servido para valorar más esas carreras en las que das absurdos paseos por un pueblo y parte de su zona industrial.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

lunes, 15 de octubre de 2012

XXV edición del Medio Maratón de Hellín (2012)

Llegamos a Hellín con casi una hora de antelación, pero a pesar de ello tuvimos que aparcar lejísimos, a unos 80 centímetros de donde estaba inflado el arco de salida.

Y me pregunto yo, ¿pinchará alguien en estos vídeos que inserto?

Pepe, JuanRa y servidor fuimos a recoger el dorsal al pabellón, y también tuvieron a bien darnos la bolsa con obsequios. Los consabidos caramelos, una camiseta técnica de color chillón como a mí me gustan, y un trofeo que, en la web, parecía más grande, pero que pasa a engrosar la estantería que tengo llena de este tipo de chorradas.

Saludos por aquí y por allá. Lo de siempre, vaya. Cafelito ellos (en mí tienen un efecto laxante inmediato que, como ya había hecho la descarga pesada en casa, podría haber traído como consecuencia una desagradable descarga semi-líquida). Alonso va tercero y Vettel primero, así que va a perder el liderato del mundial de F1, esperemos que temporalmente. Vamos al coche y nos ataviamos.

Ya lo digo yo: la-men-ta-ble.

La mañana es ligeramente fresca, pero optamos por camiseta de tirantes porque luego seguro que saldrá el sol. Estrategia de carrera, la de siempre últimamente: JuanRa y yo vamos a hacerla juntos, la primera mitad a tope y la segunda al máximo. La idea es bajar de 1:45:28, ritmo 5 min/km de media o menos. Así habré hecho las 5 medias maratones de Albacete todas por debajo de este tiempo. El objetivo es plausible, para ello hay que rondar como mucho el 5:15 en los km ascendentes, y tratar de hacer los llanos y descendentes entre 4:45 y 4:55. Pero sin obsesionarse. Y es que si nos hubiésemos obsesionado habríamos descansado el sábado y no hubiésemos hecho 10,5 km a ritmo medio de 4:56. Vamos, que nos la sudaba hacer la carrera un poco más rápida o más lenta, el caso era entrenar, como casi todos los fines de semana, tanto el sábado como el domingo.

Durante el minuto de silencio aprovechamos vilmente para colocarnos un poco mejor, ya que estábamos al final del pelotón. Salimos sin excesiva prisa para dar la consabida primera vuelta al parque, y ya empezamos a meternos entre pecho y espalda kilómetros a menos de 5 minutos. La mañana era perfecta y la cosa iba bien, así que continuamos poco a poco intentando no pensar en lo que hacemos.

Primeros compases.
Antes de acabar la primera vuelta ya me empieza a decir mi compi que el tendón de Aquiles le va jodiendo más de la cuenta, por lo que las bajadas que hay entre el 8 y el 10 nos las tomamos con calma relativa… a eso de 4:30. Charlamos un poco con uno de Tobarra que iba empujando un carrito, pero por suerte a la niña que iba dentro le entraron ganas de hacer pis y tuvo que pararse. Digo “por suerte” porque, aunque a mí me da igual, los profanos de este deporte deben pensar que si un tío va empujando un carro los que vienen detrás deben ser unos paquetes de la hostia, así que mejor ir delante.

El km 10, que lo pasamos junto a este fulano (¡¡un abrazo!!), lo hicimos en 48:14. Yo ya le iba viendo las orejas al récord sobre distancia homologada, que tengo en 1:43:11 en La Roda este mismo año (también tengo 1:41:05 en Villarrobledo, pero como todo el mundo sabe la distancia no está homologada y a todo el mundo le sale un pelín corta), pero en Hellín la segunda vuelta es un poco traicionera porque la segunda subida a San Roque se atasca y mucho, así que no las tenía todas conmigo. Y encima mi liebre iba tocada del tendón, aunque no de los pulmones de donde iba fresco como una lechuga.

Ahí vamos por el 10 más o menos. El de naranja es el del carrito que os decía. El de la gorra verde también nos fue haciendo la goma y tocándonos los huevos compartió bastantes kilómetros con nosotros.

Al llegar a la Gran Vía (es decir, la calle esa de ida y vuelta donde te vas cruzando con el resto de corredores), en la subida ya iba yo hasta las bowlings de correr. Me había tomado la glucosa tarde (en el 12 en vez de en el 10) por olvido, y todavía no me había hecho efecto. Me costó llegar arriba, incluso JuanRa me llegó a sacar 4 ó 5 metros. Luego, en la bajada, como le incordiaba más el tendón, le cogí sin problemas. Me chocó que la gente que venía detrás y con la que nos cruzábamos ahora me parecía que iban pisándonos los talones. No sé, algunos que me suenan y que creo que van a ritmos bastante inferiores al mío, daban la impresión de tenerme ahí a tiro de piedra.

En el par de desvíos esos donde hay que rodear unas manzanas que hay a la derecha y después volver a bajar a la Gran Vía nos intercambiamos la siguiente frase: “estoy hasta los huevos de correr”. Y es que después de 15 km se suele sentir algo parecido. Eso sí, por suerte los 6 km yo los llevaba grabados en la mente metro por metro, con lo que me parecía que eran menos.

Ahora bien, había que sobrevivir la segunda subida a San Roque. JuanRa se puso a tirar algo más deprisa que en la vez anterior, con lo que tuve que dosificar un sufrimiento controlado, resultando llegar arriba realizando los km 17 y 18 en 5:04 y 5:02. Ahí es nada.

A partir de aquí, me sentí como Felix Baumgartner. Los primeros cientos de metros dosifiqué un poco porque JuanRa decía que tenía el tendón a punto de reventar, pero después le dí la puñalada trapera al ver que iba en tiempos de récord, si me esforzaba y no me fallaban las fuerzas y los cálculos, y que podía bajar de mi mejor marca, incluso bajar de 1:43.

En la calle empedrada que hay justo al acabar la cuesta abajo, justo donde está el monumento a los nazarenos (están dándonos la espalda, por eso quizá no os acordéis) ahí empecé a atizarle de lo lindo. Llevábamos ya 19 km, pero a mí me daba igual. Había que dejarse todo. JuanRa hacía lo que podía con el cuchillo clavado a cuestas, hasta que llegamos a la glorieta esa donde hay una cruz. Ahí ya no pudo y yo me lancé a ritmo de 4 min/km, al 100%.

Anima sana in corpore sano.

Incluso la subida del parque la hice a 4:44, volviendo a bajar en dirección al estadio en torno a 4 bufando como una locomotora. No miré el reloj, no sabía si estaba en tiempo de récord o no hasta que no pisé el suave tartán de la pista de atletismo y llegué a la altura del foso de los 3000 obstáculos, divisé el cronómetro de la organización y vi que aún marcaba 1:42:30. Ya estaba claro que iba a hacer menos de 1:43 reales, pero por honrilla apreté un poco más para entrar en menos de eso no sólo de mi tiempo, sino también del tiempo oficial.

Conseguido: 1:42:55 oficial equivalentes a 1:42:40 netos.

JuanRa llegó sólo 30 segundos después, así que si me hubiese quedado con él hubiese mejorado mi récord también, pero sólo en 1 segundo.

Todo grandioso hecho histórico tiene un traidor. Y un héroe traicionado. El domingo, en Hellín, estuvo claro quién fue quién. Y también cuál ha sido el hecho grandioso. Mejor media maratón homologada para el traidor, pero todo gracias al héroe, sin el cual no huiera sido posible.

¡¡Gracias, amigo!! (nota para mí mismo: tengo que dejar de beberme tres cervezas casi seguidas en el avituallamiento de meta, especialmente si conduzco yo... no debe ser muy bueno que digamos)

En cuanto a la clasificación del ilustre Dosquince, meritoria actuación de todos los integrantes presentes, como no podía ser de otra manera. Aparte de los ya mencionados, FranCo rominas voló en 1:25:33, Jorge rubricó unos excelentes 1:36:10, Blas, Jota y Pepe hicieron triplete con 1:51:50, Sebas Troteitor prefirió no sufrir con 1:54:26 y last but not least Jose Manuel 'El Fuerzas' unos sosegados 2:02:13. Enhorabuena a todos.

Si esta crónica os ha parecido larga, esperad a leer la próxima. Prometo que será épica.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

miércoles, 3 de octubre de 2012

El Escorpión que picó al Cordero

De la carrera de Chinchilla ya se ha escrito mucho, tanto de esta como de pasadas ediciones, así que seré breve.

Ingredientes: meter en la cocktelera al virtuoso guitarrista de blues Joe Bonamassa, al mítico bajista de Deep Purple, Sr. Glenn Hughes, al hijo del batería de Led Zeppelin (Jason Bonhan) y al archicondecorado teclista Derek Sherinian. Agitar. Listo para cogerse una auténtica cogorza musical.

La verdad es que físicamente me encuentro soberbio desde hace meses. Trato de correr 4 días en semana, incluyendo todos los sábados y domingos, y también nadar los viernes. Además he echado algún partido de pádel, deporte que cansa bastante y eso que soy un auténtico paquete.

Así que el sábado por la mañana, día previo a la carrera, también salí a correr. Si hubiese querido hacer una buena marca el domingo, no habría salido. Pero salí. Diez km en 49 min con JuanRa.

No contento con eso, nos plantamos en Chinchilla y, cuando dan el disparo, salimos lanzados. Siempre por debajo de 5 min/km hasta llegar al Escorpión, que nos ralentiza algo, pero aun así ese km nos sale a unos 5:19.

Tras llegar arriba (JuanRa me esperó siempre en las cimas más duras), apretamos otra vez en la larguísima bajada, dos km a 4:28 y otro a 4:19. Estaba claro que le ibamos a dar un buen bocado al récord (bueno, en realidad JuanRa la carrera no la había hecho nunca, aunque el recorrido sí, en entrenamientos).

Por fin llegamos al 9 y pico, sitio donde está esa especie de rio. Como todo el mundo sabe, los ríos van por el fondo de los valles, así que ahora tocaba subir. La cuesta del Silencio de los Corderos viene precedida por una pre-cuesta larga que es llevadera, aunque al final, donde empieza el mal olor, siempre se agarra.

Algunos ya creen, llegados a esta cima, que ya está todo hecho, pero aún queda un trozo chungo. Un rompepiernas que pica siempre hacia arriba con algun descansillo traicionero. Lo bueno es que al fondo ya ves el pueblo y te vas cagando en todo lo que se menea va dando el subidón.

JuanRa iba hecho una mierda, y yo pletórico. No hay más que vernos las caras.

En este tramo, a pesar de haber dejado algo de fuerzas, es el que más se me resistió, y aunque algún individuo me adelantó en este tramo, también recuperé una distancia apreciable a alguno de los que estuvieron por delante todo el rato, incluso llegamos a adelantar a varios.

Por fin, tras la última bromita en forma de cuesta, llegamos a la mítica plaza, donde está el arco de meta. Tiempo final: 1:04:19, a ritmo medio de 4:54 (lo considero palabras mayores tratándose de la mezcla Chinchilla-yo).

En Hellín nos vemos.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

martes, 11 de septiembre de 2012

Hoy que es día 11 de septiembre...

Os voy a dejar aquí mismo pegados unos vídeos para que, si queréis, os los veáis. Si no queréis verlos aquí, os los podéis descargar directamente de Youtu.be directamente con alguno de los muchos programas que se usan para grabarlos directamente al disco duro y que los convierten al formato que queráis para después verlos cómodamente en otro sitio. Os recomiendo uno gratuito, ligero y potente, llamado Movier, que podréis descargar aquí.

Este tema de las conspiraciones en torno al 11-S me llegó a obsesionar, y me llegué a ver 8 ó 9 documentales distintos. Pero los más esclarecedores, menos sensacionalistas, y más "puros" son, a mi juicio, "In Plane Site" (5 partes de unos 10 min., en v.o. subtitulada) y "Loose Change" (1 sólo vídeo de 130 min, también en v.o.subt.). Son vídeos gratuítos no sometidos a licencia, así que no estáis pirateando nada.

Ánimo y que los disfrutéis.

IN PLANE SITE







LOOSE CHANGE



Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

martes, 28 de agosto de 2012

Villalgordo del Júcar MMXII

El hormigón es un material de construcción, una especie de roca artificial que al principio es parecido a un líquido, pero que luego endurece, podiéndole dar formas muy variadas.

Os acordaréis de aquel grupo de mariconas que en los 80's tocaban unas canciones que, sorprendentemente, eran una puta mierda pero que molaban un huevo. Siglos después, ese grupo ha madurado y ya llevan cuatro o cinco álbumes de estudio haciendo unas cosas sorprendentemente buenas, sencillamente impresionantes. Os dejo aquí un vídeo del último disco para que os amenice la crónica, en el que se condensa la quintaesencia de lo que son ahora: guitarras roncas, orquestaciones a base de órgano al estilo del gran John Paul Jones, con unos arreglos e instrumentación limpios e impresionantes, acompañado todo por la voz del otrora follanenas genio Joey Tempest.

En inglés se dice ‘concrete’ (concrít), y por eso en sudamérica se le llama ‘concreto’, aunque no tiene nada que ver con la concreción. Sus ingredientes básicos son:
 
  • cemento: un polvo gris obtenido por cocción de arcilla y caliza, con algunos aditivos más, y que tiene la propiedad de que, al mojarlo (hidratarlo), endurece.
  • áridos (o vulgarmente, ‘piedras’), que suelen ser calizas de machaqueo, de diferentes tamaños, desde arena similar a la de la playa hasta grava del tamaño de una aceituna e incluso más grandes; es lo que en realidad le da resistencia al hormigón, puesto que aunque el cemento también resiste, básicamente se comporta como un ligante (pegamento).
  • agua, para hacer que el conjunto fragüe (endurezca) y, mientras esto ocurre, la mezcla sea manejable y pueda ser vertida en moldes con la forma que se le desea dar a la pieza de hormigón.
 
Esto es el hormigón básico propiamente dicho. Luego hay dos términos que la gente suele emplear incorrectamente, al azar, o sin saber lo que dice, que son:
 
  • hormigón armado: resulta que el hormigón por sí sólo aguanta bastante bien a compresión, es decir, “que lo aprieten”, así que por ejemplo una columna resiste bastante bien. Pero a tracción (“que lo estiren”) no aguanta apenas. Cuando se hace una viga de este material y se coloca horizontal y con peso, la parte de arriba de esa viga está comprimida, pero la de abajo está traccionada. Por eso el hormigón hay que armarlo, o lo que es lo mismo, colocarle armaduras de acero, varillas a lo largo de zonas estratégicas de la pieza que se dejan sujetas al molde vacío para que, cuando se rellene con el hormigón, queden embebidas en él, ayudando así a que la pieza sea más resistente, sobre todo ante los esfuerzos de tracción, que son soportados casi íntegramente por el acero, material que tiene mucha resistencia.
  • hormigón pretensado: aunque mucha gente está familiarizada con el término, casi nadie sabe realmente lo que es. El pretensado es una técnica que, en construcción, sólo se aplica a grandes puentes de carretera o ferrocarril, y muy poco en edificación (quizá en algún edificio emblemático, tipo auditorio gigantesco o similar). Consiste (en el ejemplo de la viga horizontal) en dejar embebidas en el molde unas vainas metálicas flexibles y huecas, que se suelen sujetar a las armaduras para que no floten cuando se hormigona la pieza. Después se espera a que fragüe el hormigón y se insertan por esos huecos unos cables de acero con alta resistencia a la tracción (de un tipo distinto al acero usado para armaduras o “ferrallas”). Esos cables se anclan a un extremo de la viga y, desde el otro, se tensan mediante unos potentes gatos hidráulicos de manera que toda la viga se comprime, quedando “pre-comprimida” para que de ese modo, cuando se ponga en carga y empiece a recibir esfuerzos de tracción, aguante mucho más simplemente para llegar al “estado neutro”, y a partir de ahí es cuando internamente la pieza sí empieza a sufrir la tracción. Está claro que así soporta un esfuerzo externo, una carga, mucho mayor que con el simple armado. ¿Sabéis que objeto cotidiano está también pretensado? Los radios de una bicicleta, aunque en este caso en vez de pre-comprimidos están pre-traccionados (o pre-estirados). Es evidente que si cojemos un grupo de alambres tan largos y finos y les aplicamos unos 100 kg de peso, éstos resistirían si sólo influyesen sus propiedades mecánicas, pero no lo harán dada su forma, tan esbelta, que les haría “pandear” (doblarse). Por eso los radios de las bicicletas se pretensan al unirlos desde el eje de la rueda hasta la llanta, y aunque carguemos mucho la bici “apretando” los radios, en realidad ellos, intermamente, siguen estando “estirados”, tensados.
 
La carrera de Villalgordo del Júcar es una delicia. Me da igual que la participación haya ido bajando estos últimos años, creo que no es culpa de los organizadores (¡¡Emilio, un abrazo!!), que me consta que cada vez se esfuerzan más y le echan más ganas e ilusión. Será que hay muchas carreras ya en el Circuito y, al pillar ésta en verano y con bastante calor, la gente la deja pasar en favor de otras más llevaderas. Allá cada cual.
 
Yo he vuelto este año. Los dos primeros años el recorrido era una pasada de jodido con dos grandes cuestas que encima había que repetir en la segunda vuelta; pero el año pasado ya lo suavizaron bastante, cosa dificil teniendo en cuenta que este pueblo, al estar en el valle del Júcar, se sitúa sobre una ladera algo empinada (sólo hay que ver la pendiente y las curvas de la carretera según se acerca uno desde La Roda, similares en dirección Casasimarro). Con acierto, han intentado que la mayor parte de las calles sean en paralelo al cauce. Pero vamos, no por eso es llana ni mucho menos, aunque sí se han pasado un pelín poniéndole la categoría “A”.
 
Otra vez he acudido a una carrera con mi ex entrenador Tomy, esta vez para hacer algo de turismo-running acompañados de nuestras contrarias y proles.
 
Tras los preparativos típicos (a veces me parece que esto de las carreras es un contínuo espacio temporal repetitivo), los saludos de rigor a diestro y siniestro, así como la fundamental última meada, hoy con agradables vistas fluviales, salimos puntualmente. Un poco de desmierde al principio pues en la primera recta muchos nos fuimos por el lado oscuro de los conos, por lo que el coche-cronómetro tuvo que venir pitando como loco, no sé si incluso tendría que atropellar a alguien para abrirse paso.
 
Como casi siempre, salí algo reservón, intentando así que mi ex p.t. (personal trainer) pudiese acompañarme, cosa que hizo más o menos dignamente hasta el km 4, más o menos. A partir de ahí, y como no tengo ojos en el culo (bueno, sí tengo uno pero no me sirve para ver y además lo llevaba tapado), ya no sé dónde se metió, cuánto se rezagó, y como me dijo que tenía unas molestias me fui fijando otros objetivos parciales. Gente que suele correr a mi ritmo o algo más lento y que iban delante les tenía que haber dado una colleja al adelantarles por listillos.


¿Calor? Pues ponte unas pantorrilleras negras que verás qué fresquito. A Tomy, el de azul, ya le iba sacando unos metrillos.
 
El calor era intenso pero por fortuna el sol no picaba y se podía llevar relativamente bien la cosa. Además hubo abundante agua fresca en varios avituallamientos, por lo menos para mí, no sé para los de detrás que les den por culo y que corran más deprisa aunque creo que no debió faltar no escuché después a los típicos lloricas diciendo que se habían quedado sin agua. Fui soltando piernas y cada tanto adelantaba a un par de corredores, tampoco muchos. En el repecho del km 6-7, donde la granja aquella que olía como una puta mierda tan mal otros años, aunque yo iba más o menos bien, me adelantaron unos 10 colegas que iban en comandita, pero luego me vengué de ellos en la cuesta abajo que había tras el avituallamiento, enseñándoles el cabestro de mi espalda la próxima vez os escupo hijos de puta.
 
Para entonces yo hacía un buen rato que había hecho tándem con Javier Martínez (verdinegro el corazón), tras unos cuantos absurdos adelantamientos mutuos. Pero bueno, el caso es que yo ya iba dándolo todo, lo poco que me quedaba porque esa semana había entrenado los dos días previos (contrariamente a mi principio de descansar los días anteriores a una prueba) y llegada la última rampa del km 9 y pico perdí también a este compañero de fatigas, no sé donde se metería… ya os he explicado lo del ojo sin párpado. Lo que sí que es raro es que no figure en la clasificación… (última hora: se le olvidó el chip en casa).
 
Ahí vamos los dos tios más machotes que ha parío madre.
 
Tras ese bonito último tramo por la vía verde fluvial junto al Júcar, pasando junto a los patos, entré en meta en 48:54, a 4:51 la media (eran 10.100 metros reconocidos por la organización, y 10.160 por mi Ramnig), lo cual considero un muy buen resultado para mí, habida cuenta del poco entrenamiento veraniego en general, los dos días previos entrenando y supuestamente cansado para la prueba, el calor reinante, la hora del día, y el perfil transversal de la carrera. Total, que bien.
 
El glorioso Dosquince Albacete volvió a dar prestigio con su presencia, una vez más, a esta carrera estar representado por 6 miembros 6, todos los cuales hicimos un meritorio papel bajando de la hora, incluso algún portento bajó de los 50 minutos incluso (el menda que os escribe). Por orden de llegada, asistimos servidor, Dioni, Pedro León, Sebas, Jota y Paco Aparicio.
 
Al llegar a meta nos metieron como siempre en el patio del Palacio de los Gosálvez donde nos obsequiaron con una (por desgracia ya poco habitual) bien repleta bolsa del corredor, conteniendo camiseta técnica marca Jamo, calcetines técnicos, botella de vino blanco, isotónica de medio litro, bandeja de champiñones, barrita de muesli, agua, un par de ‘flas’ y no sé qué más. Después la tradicional merendola bastante surtida, incluyendo cervezas de 37,5 cm3, pero ¡¡oh, lo siento, no me lo puedo callar!! no dejaban pasar a los familiares al recinto… a mí incluso me tuvieron que colar a mis hijas de extraperlo para que se tomasen unas gominolas y limonadas.
 
Nuevos saludos a los presentes para compartir opiniones acerca de la prueba y, ya casi de noche, rematar el día duchándonos en el recinto de la piscina y, ¿por qué ir más lejos? allí mismo en el chiringuito tomar con nuestras queridas esposas y nuestras chiquillas una colosal cerveza y ¿unos cangrejos de río? pues no, unas raciones de queso frito, rabo y suspiros.
 
Enhorabuena a los ganadores, otra vez Patri y Violeta, y a los organizadores, a los que les salió una carrera redonda. Habrá que volver el año que viene.
 
Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.
 
Salu2.

jueves, 23 de agosto de 2012

La Gran Joya de Cenizate: ¿por qué la llamarán así?

En Noruega, desde 2008, lo que han hecho ha sido bajar los impuestos. Viendo que a base de subirlos la cosa no acababa de funcionar bien, el gobierno de aquel país decidió hacer justo lo contrario. Una cosa que, con el lavado permanente de cerebro que nos hacen por televisión, parece una aberración. Si lo que se quiere es que un gobierno recaude más, pues se suben los impuestos (IVA, IRPF) y ya está, ¿no? ¿Fácil, verdad? Por eso cuando un gran centro comercial como ECI, K-rrefool, Al-K-mpo o similares quiere ganar más dinero lo que hace es subir los precios, para que la gente no tenga más remedio que pagar más por lo mismo y así que ellos ganen más… Ah, no, espera, que lo que hacen es justamente lo contrario. Bajan los precios para vender más unidades, aunque con un margen inferior, pero haciendo superior el volumen total de lo ganado. ¿Y por qué aquí no? A lo mejor si nos bajasen el IVA, el IRPF, el impuesto sobre los hidrocarburos, tabaco, alcohol, etc., consumiríamos todos un poco más. No digo que haya que favorecer el consumo brutal sin sentido, pero sí evitar el miedo escénico. Pensad en ello, politicuchos.


La carrera de Cenizate es una carrera más que correcta, pero al fin y al cabo una carrera más. Una carrera bien organizada en la que no faltaron, a pesar del enorme calor, un avituallamiento en meta a base de helados, zumos, isotónicas, frutas y cerveza. Todo ello muy fresco, lo que me hace pensar que estuvieron más de un día en refrigeradores de tamaño industrial.

Además nos obsequiaron con una camiseta técnica muy chula, color azul pitufo, y una magnífica botella de vino blanco de la comarca. Tuvieron el detalle de dar todo ello junto con el dorsal, y además con posibilidad de elegir talla. Me dio la impresión, además, de que las que más habían comprado eran M y S, gran acierto puesto que es la que solemos gastar la mayor parte de la gente que corremos, que normalmente estamos delgados.


Las fechas veraniegas, el calor, y un posible sinfín de circunstancias más, hicieron que ‘sólo’ nos juntásemos unos 400 y pico. El circuito, como sabéis, se compone de un incesante ir y venir de curvas y rampas ascendentes y descendentes a diestro y siniestro. Dicho punto se lo oculté hasta justo después del pistoletazo de salida a mi otrora entrenador y actualmente siempre-medio-lesionado y amigo Tomy. Luego, cuando acabamos, mentó algunos de mis familiares por haber tenido el detalle de habérselo ocultado hasta ese instante (tampoco sirve demasiado adelantar acontecimientos, creo yo).


No salimos con demasiada sensación de velocidad, pero el caso es que del km 1 al 2 nos salieron 4:20. Así que mi estrategia, como no quería sufrir en demasía, fue ponerme a rueda de Laureano del Don Quijote. Así haríamos un tiempo digno, aunque ya me olí que en la segunda vuelta tocaría sufrir más, habida cuenta de las estrategias que suele seguir el antedicho, que ya nos conocemos de unas cuantas batallas.


Ahí vamos.
Sobre el km 4, tras pasar junto a la iglesia en la que la banda de música amenizaba la carrera con una canción infantil del Cantahuevos, del que en otra época acabé hasta los juegos, hay una cuesta corta pero empinada, en la cual adelanté casi sin darme cuenta a Laureano y su grupillo de secuaces ese día. Dos km tardaron en darme caza, sobre el km 6, cuando redujeron la mínima ventaja que les saqué a base de empezar a apretar al paso por la meta, en el ecuador de la prueba (que por cierto era el km 4,8 de los GPS). Mantuve el tipo unos cientos de metros pero no tenía ganas de pegarme la paliza padre, por lo que mantuve el ritmo que me pareció dejándoles marchar un máximo de 50 metros, así a ojímetro, que por cierto era más o menos la misma distancia a la que llevaba por detrás a Tomy.
Ya cerca de meta, pasada otra vez la banda de música y el repechín, apreté los dientes como si me fuera a llevar una copa, dando caza a un par de renqueantes atletas a los que ya igual les daba ocho que ochenta. En la recta de meta, cuesta arriba para más inri, casi llegué a alcanzar a Laure, pero la ventaja era demasiada y, además, ¿para qué?

Me parece que el ganador fue Severino y, en damas, Violeta. Enhorabuena tanto a ellos como a los respectivos ganadores de las distintas categorías; sois un@s máquinas.

En cuanto al Ilustre Club al que tengo el honor de pertenecer, acudimos la mitad de los necesarios para que nos obsequiaran con una paletilla, es decir, 6 miembros 6. Por delante de un servidor, Mr. Fran Olivas. Detrás llegaron Peter Lion, Sebitas a.k.a. Troteitor, Blas a.k.a. Obi Wan Kenobi y Jóse a.k.a. Señoritín, en una amplia panoplia de cronos.

Enhorabuena también a los organizadores, a quienes les salió una carrera perfecta.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

viernes, 10 de agosto de 2012

Triatlón de Agramón 2012

No sé si se está haciendo una costumbre o qué, no sabría bien cómo llamarlo, pero la verdad es que después de tanta carrera, apetece hacer alguna competición ligeramente distinta, y una buena opción es, si no se tiene miedo al ridículo (como a mí me pasa) este Triatlón de Agramón.

Ya participé el año pasado, y en 2012 he repetido con mucho mejor resultado. Aunque hay que tener en cuenta que es una prueba agotadora, sobre todo con el calor que hace en esta época del año en estos parajes hellineros. Por tanto, como ya describí en qué consiste la prueba en la entrada del año pasado, paso sin más a cronizar lo acontecido en esta edición.



NOTA: El editor de Blogger es una puta mierda y, aunque he separado los párrafos hasta en 5 ocasiones, el muy hijoputa me lo deja todo en un sólo bloque. NOTA de ÚLTIMA HORA: corregido gracias a la inserción de un código HTML forzando el salto con "br/".

Hay que salir temprano de casa. Aunque empieza a las 18:30, conviene estar allí con tiempo. Así que quedé con el ex dosquinceño Manuel a las 15:30 en su casa para salir para allá (este año en el Dosquince han sido todos unos cobardicas). Esta vez llevé mi coche, donde, echando los asientos traseros hacia adelante y quitando las sillitas infantiles, caben dos bicis sin problema.

En Agramón habían dispuesto el Box 2 y la meta de otra manera distinta al año anterior, más amplia, mejor distribuida y más elegante, lo cual hizo que tuviésemos algún problema para volver con el coche hacia atrás una vez que nos habíamos metido en la boca del lobo, es decir, junto al arco inflable. Y es que yo siempre empleo con el coche la siguiente máxima de mi amigo Alfredo: "Cuando vayas a un lugar en coche y estés buscando sitio para aparcar, no aparques nunca antes de llegar: siempre ve hasta la misma puerta del sitio a donde te dirijas. En caso de que allí no haya sitio, que lo habrá, entoces ya ponte a dar vueltas".

Lo primero fue ir a recoger dorsales, material y bolsa-obsequio y Oh my god, no estoy en la lista. Por suerte Amando, el presi del Club Triatlón Hellín me adjudica el dorsal 91 correspondiente a alguien que no se iba a presentar. En la bolsa iban el dorsal, goma, imperdibles, dorsales adhesivos para bici y casco, chip y, como regalos, una camiseta técnica naranja-fosforito, botella de aceite, salchichón, caramelos y portachip (de regalo, aparte del que había que ponerse que te lo quitaban al final).

Aprovechamos que teníamos el coche allí de manera temporalmente ilegal para descargar las bicis y subirlas al camión. Aquí tengo que aclarar varias cosas: a) el año pasado participé con mi bici de montaña, con nefastos resultados en este segmento; b) no cogía una bici desde que finalicé mi preparación para el pasado maratón de Valencia, es decir, desde medidados de noviembre de 2011; c) la bici, de carreras, me la prestaron 15 días antes de la prueba, y sólo la probé 2 veces en los que hice unos 21 km cada vez, es decir, que mi entrenamiento en este segmento era prácticamente ridículo.

Además, añadiré: a) el fin de semana previo tuve unas jaquecas de caballo, acompañadas de un poco de fiebre (me perdí la inauguración de los JJ.OO. por este motivo); b) los dolores no cesaron hasta el martes, fecha desde la cual empecé a tomar antibióticos, y a la fecha de redacción aún estoy acabando la caja; c) en los últimos 10 días sólo nadé, unas 4 ó 5 sesiones de 500 m, y corrí un día, el jueves, 6 km (aunque aún estaba regularcillo); d) a todo esto añadir que soy bastante paquete en general en cualquier disciplina deportiva, salvo en natación que no me defiendo del todo mal; e) por el culo te la hinco; f) la equipación de triatleta que llevaba era de flipar (de flipar de chunga), pero eso lo describiré poco a poco.

Alguien se encargaría de bajar nuestra bici allí, junto al embalse, porque nosotros nos fuimos a aparcar bien el coche y a preparar el material. La verdad es que tampoco es gran cosa lo que hay que llevar, pero es muy importante repasarlo bien para no olvidarse de nada. Después nos fuimos a echar un vistazo al Box 2 para saber más o menos dónde tendríamos que dejar la bici (bueno, y Manu dejó unas zapas allí, yo dejé esa cesta vacía porque soy un gualtrapa y llevo las mismas en la bici), y luego a esperar a que saliese el autobús en dirección al embalse. Después de un buen rato de espera durante el cual decidimos seguir la táctica "perro acostado a la siesta a la sombra en las calles de Sevilla" (quietecitos que hacía calor), nos montamos en el susodicho, coicidiendo allí con Pedro de la Rosa del Don Quijote y Lázaro, y nos llevan por fin al embalse de Camarillas.

Tranquilamente cogemos nuestras bicis y pasamos al Box 1 a dejarlas preparaditas. Y con el gorro y poco más bajamos a la "playa". El embalse está bastante más vacío que hace un año. Deduzco que ha llovido menos, aunque lo mismo es por la crisis. Bueno, lo que seguro es por la crisis es lo de las zodiac: este año sólo hay una y los demás son piragüistas, que, al no llevar motor, son más baratos y ecológicos, y de paso contribuímos a la práctica deportiva, mira tú luego David Cal. Por Radio Macuto oímos que falta un autobús por llegar, así que yo me dedico a ponerme y quitarme el gorro 4 ó 5 veces hasta que queda bien encasquetado tapando orejas y demás. Este año le pego unos mordiscos para que el agua se cuele entre gorro y almendra, mojando el pelo y refrescando el cráneo, no como el año pasado que se me quedó como si lo hubiera metido en un microondas y casi se me cuece. También me distraigo comprobando a ver cuántos cutres no llevan mono específico de triatlón, como yo, que voy en mallas de correr y sin gayumbos. Y por más que busco, no veo a nadie. Todos con su mono, así que, soy el único ¡óle mis huevos! (ciertamente creo que haber llevado uno no hubiese influído positivamente en el resultado). Y según busco, me doy cuenta de que las tías que practican este deporte están bastante buenas, en concreto había una tía con trencitas que, bueno, me voy a callar.
Cuando encontré esta foto, después de ya publicada esta entrada del Blog, casi se me saltan las lágrimas. Lo digo porque se aprecian los siguientes hechos narrados: a) que soy el único que no lleva mono de triatlón, b) que mientras que nadie se toca la cabeza, yo insisto en probarme y volverme a probar el gorro de los cojones, c) que las tías están tremendas.


De repente suena la bocina y ¡¡al agua!! Empiezo a nadar con cierta parsimonia, sin agobiarme, y me llevo un par de mandobles, nada del otro mundo. Conforme voy cogiendo velocidad de crucero, nunca mejor dicho, me doy cuenta de que se me ha olvidado porner el crono en marcha, mierda me cago en su puta madre, así que le doy al botón y sigo. Al rato me cosco de que la trabilla del reloj se ha soltado, así que paro un par de segundos a meterla en su sitio. Antes de llegar a la primera boya se me ha metido algo de agua en las gafas, así que rápidamente las vacío y sigo. Giro en la boya, nuevo giro y enfilo la recta final a contraluz. Este año sí diviso bien a dónde me tengo que dirigir. Tengo también un par de tíos de referencia nadando al lado y eso me ayuda a no torcerme.

Al salir del agua voy jadeando como un boqueroncillo, encuentro rápidamente mis zapatillas, me las envaino no sin antes ponerme los calcetines (chúpate ese detalle de cutre-triatleta) y salgo disparado por el camino que lleva al Box 1. Mientras, aprovecho para ponerme la camiseta del Dosquince y  (atentos, otra cutrez que nadie hacía) los guantes de ciclismo, un huevo colgando y otro lo mismo. Al llegar arriba voy aún más cansado, lógicamente, y en un periquete me preparo para la bici y salgo echando leches.

"A caballo regalao no le mires el dentao", así que aunque la bici no era la mejor del mundo, más bien la peor de las que allí se dieron cita, hice lo que pude. El primer cuestón me dejó tocadísimo y calculo que me adelantaron unos 50, pero por lo menos no se me salió la cadena ni me tuve que bajar para subir andando. Al llegar arriba estaba pidiendo líquido a gritos, así que empiné el codo todo lo que pude, que no fue mucho, puesto que no domino la técnica bebetoria y además como el contenido iba medio helado no te creas que salía muy bien. Si hubieran retransmitido por la tele mi participación, que descojono hubiera sido.

Cuando llegué al km 5 ya me había cogido Pedro de la Rosa y pensé "joder, aún me quedan 3/4 partes". El perfil se volvió más llevadero por momentos y entorno al km 8 me dio caza Manu, pero después de llegar al río en el km 10, todo para arriba. Al llegar al pueblo la gente animaba bastante por lo que me dio la impresión de ir más rápido. Después el último tramo de carretera dirección Hellín hasta llegar al sitio empinado donde, por suerte se da la vuelta. Esta vez confié en que no fuese el penúltimo como el año pasado... y así fue. No sé cuantos vendrían, calculo que unos 30, entre ellos Lázaro. A todo esto decir que ya me habrían adelantado otros 50 individuos y alguna individua, a pesar de que éstas macizorras salían ¿5? ¿10? minutos más tarde.

Entro al pueblo pisándole los talones a uno que cuando llega frente a la jueza del pie a tierra se pega un hostión de mucho cuidado por no saber sacar los pies de los pedales: ¡¡Ja, ja, ja, qué tontaco!! Si estás leyendo esto "¡¡Jódete, gilipollas!!". Con la camaradería que me caracteriza, paso a su lado sin mirarle a la cara (pero también sin pisarle) y aprovecho así para hacer mi único adelantamiento en toda la prueba. Localizo el hueco para la bici y hago el ritual de dejarla y quitarme el casco y los guantes y me pongo a trotar penosamente dentro del Box 2 hasta que por fin llego a la salida del mismo.

No puedo ni con mi alma, voy exhausto, pero me propongo aguantar hasta el primer avituallamiento de botellines de agua que hay a escasos 200 m. Allí me paro a andar y beber y continúo por ese carreterín asqueroso de los cojones donde te vas cruzando con toda la peña. Me cruzo con Pedro, al que sólo le queda ya media vuelta, más o menos, mientras que a mí aún me quedan las dos casi enteras. Al rato me cruzo también con Manu, pero a él le queda un poco menos que a mí, aunque cuesta arriba va más rápido que yo cuesta abajo.

Bueno, no me extenderé mucho más con la carrera. Me tuve que parar otra vez a andar porque me dolía la cabeza y la espalda y no podía más, eso fue más o menos por el km 1,5. Después me recuperé poco a poco manteniendo un ritmo de 5:20-5:30 que mantuve hasta la meta. Muy buen ambiente entre los lugareños que estaban prácticamente todos echados a la calle. Crucé el arco con buenas sensaciones, en un tiempo de 1:36:49, lo que supone 9 minutos y medio menos que el año anterior, que se reparten en, aproximadamente, 2 minutos más rápido la suma de la natación y la transición natación-bici, 7 minutos más rápido en la bici, y 30 segundos más rápido en suma de la transición bici-carrera y la carrera. En la clasificación general llegué en el puesto 258 de un total de 284 llegados a meta (hubieron 10 retiradas, 5 descalificaciones y 24 no presentados, entre los que curiosamente, debido a aquel error con mi inscripción, también figuro).

En cuanto a resultados parciales, en natación 154/284, en bicicleta 275/284 y en carrera 245/284. De mis conocidos Pedro fue el más veloz con 1:23:26, Manu hizo 1:29:49 y a Lázaro sólo le gané porque se le salió la cadena varias veces, y aún así tardó sólo 1:38:45.

Miralos qué guapos. Yo parece que me he fumao un porro.

Sorprendente también el tema de los ganadores absolutos. En categoría masculina venció a todos un tal Antonio Benito, aunque en realidad él pertenece a la categoría Junior, con un tiempo de 1:02:27, y en chicas Cristina González, que riza más el rizo puesto que pertenece a Cadete, ojo, con un tiempo de 1:16:02. Enhorabuena a ambos miembros del Club Triatlón Albacete. Da miedo a dónde pueden llegar en el futuro.

Un año más os lo vuelvo a recomendar, aunque ojito con las fechas de inscripción que los dorsales vuelan.

Nos vemos en Cenizate y/o Villalgordo del Júcar, que voy a ir.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

jueves, 12 de julio de 2012

La Gineta

Desde luego los que nos gobernaron los anteriores 8 años, por ineptos, aparte de por hijos de puta chupópteros y corruptos, nos dejaron el percal bastante mal. Pero estos que llevan poco más de 6 meses lo están arreglando por los cojones. Con la excusa de 'lo mal que lo han dejado los otros' están imponiendo el miedo a ser despedido con una mano delante y otra detrás, el dar las gracias por un trabajo de mierda con un sueldo de mierda, un servicio público medieval en todos los aspectos, pero sobre todo en la educación y la sanidad, y destruyendo la sociedad con mentiras de todo tipo y condición. El último gran bombazo la subida del IVA del 18 al 21 y la supresión de la paga extra a los funcionarios. Yo no soy funcionario, pero me pregunto qué culpa tienen ellos de todo esto. Hijos de la gran puta, a lo mejor lo que tenéis que hacer es quitarle los 425 euros al que se forró con la construcción y tiene un patrimonio de 50 millones de pesetas en el banco y dos pisos y dos apartamentos en la playa pagados. Cabronazos, como no tenéis ni puta idea váis a lo fácil. Ahora bien, pronto, más pronto de lo que pensáis, os váis a pudrir de asco, porque aunque nos estáis haciendo como a la rana que la metes dentro de un cazo con agua y lo vas calentando poco a poco hasta que se cuece viva dentro sin saltar del cazo, en España somos de sangre caliente, y estamos hasta los cojones de vosotros, politicuchos de medio pelo, ya seais del PSOE, PP, PNV, CiU o del partido que sea. Se van a acabar las manifestaciones pacíficas como la del 15-M y la de los mineros del otro día (mira como rodeásteis del Ministerio de Industria con antidisturbios, cuando teméis por vuestra integridad física, porque moral no habéis tenido nunca ni la tendréis, ahí no escatimáis en gastos, ¿eh?). Dentro de poco vamos a salir a prenderos fuego, hijos de puta, vamos a colgaros vivos allí mismo, al salir del Congreso, en la plaza de Neptuno; cerca del Senado, en la plaza de Ópera; en las plazas de los Ayuntamientos, concejaluchos y alcaldes, ladrones, cabronazos. Lo que le hicieron a Gadaffi se va a quedar en un chiste. Os vamos a pasar a cuchillo y os vamos a borrar de la faz de la tierra. Ese día sí voy a ir yo a la manifestación. Mientras tanto, estamos haciendo el chorra. Pero pronto, muy pronto, os va a llegar la hora, os vamos a cortar el cuello por los crímenes de robo, saqueo y escarnio social que estáis cometiendo impunemente. Quedáis avisados.

Como en las entradas anteriores no hubo vídeo, aquí tenéis uno bien larguito para resarcirme.
En La Gineta se portaron, un año más, fenomenal. La carrera presentaba el mismo recorrido que el año anterior, estando la salida y la meta en los mismos lugares que en 2011. Bueno, yo creo que el bidón que había entorno al km 4.2/9.2 se lo habían llevado un poco más alla para que diesemos la vuelta un tanto más lejos y alargar un poco los 10 km pelados que tiene la prueba (opinión particular). El día fue el ideal para batirse todos los records, tanto absolutos como personales. La mañana fresca como ninguna de esa semana, ni tampoco de las anteriores ni posteriores. Nublado, sin viento, cojonudo. Domingo por la mañana, más bien temprano. Esta vez salimos los tres de siempre y no hubo gomarina aunque bien hubiera podido este cabronazo portento de Luis, ya que está muy fino últimamente. JuanRa y servidor ya nos habíamos calzado 9 km el sábado por la mañana, para sudar los cubatas del día anterior, viernes, y encima él se fue a jugar al pádel, con lo que llegó a la carrera con lo justo para cumplir, que no fue poco puesto que Cosme nos llevó a pijo sacao durante los primeros 8 km, momento en el cual le agradecimos la labor dejándole atrás sin decirle ni gracias ni adiós. Bueno, tampoco le sacamos demasiado en meta al fin y al cabo. En la meta, por cierto, entrada mariconetti dados de la mano y con los brazos en alto los tres churumbeles. Me preocupo a mi mismo porque debo llevar 10 de 13 de esta guisa.  
Sí, el que parece que en vez de ir corriendo
se va aguantando las ganas de cagar, ese soy yo.

Y nada más chavalucos. La verdad es que he estado de vacaciones unos días y bastante liado de acá para allá. En el fondo estoy un poco cansado del blog, pero por suerte algunos de vosotros, queridos lectores, aún me reconocéis en las carreras y tenéis la cortesía, ya no de no partirme la cara, sino de encima saludarme e incluso darme ánimos. Pues, ¡va por vosotros, gracias!

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...