lunes, 29 de agosto de 2011

Justo lo que necesitaba

Después de un verano bastante anodino, en particular desde que hice el triatlón, en el que no había participado en carrera alguna desde La Gineta (a principios de julio), necesitaba recuperar el gusanillo por esto de correr. Y es que últimamente me tira bastante la bicicleta, llegando a pensar incluso en comprarme una de carretera.

Grandísima canción y mejor álbum (pero da vergüenza ajena ver las pintas que llevan).

El caso es que el sábado participé en la carrera de Villalgordo del Júcar, excelentemente organizada como siempre. Además, con el nuevo trazado en el que se suprimen las dos cuestas (que, al ser dos vueltas, había que subir dos veces cada una), se hizo mucho más llevadero.

El amigo Fuerzas y servidor, esperando en la cola de los dorsales. Cortesía de Gaby.
También hay que decir que hizo una tarde no demasiado calurosa. En resumen, corrí con Luis (quien me fue esperando), y sin llegar a hacer un esfuerzo titánico conseguí unos 49:45 bastante notables teniendo en cuenta la escasa preparación.



Al día siguiente, domingo, completo un fin de semana de doblete participando en la II Carrera Popular del Centro Comercial Imaginalia. Ocho kilómetros absolutamente llanos en los que corrí todo lo que pude, logrando 37:11 (4:41 de media). Excelente sobre todo teniendo en cuenta la paliza del día anterior, incluida cena escasa en carbohidratos pero rica en gin-tonic.



Una fotico de rigor, que no falte.

Ahí estamos, en pleno sprint. ¿No os parece que estoy demasiado elevado sobre el suelo? Parece que estuviera retocada la foto, ¿que no? Ah, el que se va chupando a la derecha del todo es Lázaro 'el triatleta' del que podéis ver comentarios en la entrada 'tri !'.
Hoy lunes inicio la preparación para el Maratón de Valencia (que se celebra el 27 de noviembre). Ya os iré contando.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

miércoles, 10 de agosto de 2011

tri !

La verdad, no sé por dónde empezar esta crónica. Quizá lo más elegante sea empezar dando ánimos a los miembros del Dosquince que, por ‘h’ o por ‘b’, no han podido hacer el Triatlón Sprint de Agramón que tanta ilusión les hacía: María Jesús, mi amor, por logística familiar y por miedo al ridículo de quedar la última; al ‘presi’ Paco por lesionarse el miércoles previo, al caerse de la bici e hincarse el manillar en las costillas; a Luis por no poder ir al surgirle un entierro de inevitable asistencia; a Ramón por tener que retirarse en el segmento ciclista. Ánimo a todos: el año que viene seguro que lo conseguís.


El Triatlón de Agramón se disputa en distancia sprint, es decir, 750 m de nado, 20 km en bicicleta y 5 km de carrera a pie. La natación se celebra en el embalse de Camarillas, situado a unos 14 km al sur de Agramón. Aprovecho para reivindicar que se le llame 'embalse' y no 'pantano', ya que esta última palabra (pantano), es poco fina y transmite sensación de suciedad y fango. 'Embalse' es más correcto y elegante. Prosigo: el segmento de bicicleta va desde el embalse hasta Agramón (¿no son sólo 14? sí, pero además subimos otros 3 más hacia Hellín y luego damos media vuelta de nuevo hacia Agramón, con lo que 14+3+3=20 ¿correcto?), siendo la carrera a pie en Agramón. Los coches se dejan en Agramón, donde se recogen los dorsales y se prepara el material del Box 2, el que hay en la transición entre la bicicleta y la carrera. Normalmente ese material es exclusivamente unas zapatillas de correr, ya que la gente que le pega a esto del triatlón va en bici con zapatillas calapiés que no sirven para correr. Junto a ese Box 2 está también la meta, así que cuando acabas recoges la bici y lo demás (la organización se encarga de llevarte lo que te sobre en el Box 1 (p.ej., las gafas de nadar, el gorro…) hasta Agramón) y te puedes ir a casa.

(Nota: de momento no tengo más que una foto. En breve se ampliará con alguna más)

Antes de empezar, desde Agramón te llevan en autobús hasta el embalse. Las bicis las llevan en camiones. Junto al embalse está el Box 1, es decir, la transición de nado a bici. En este Box 1 es donde se deja la bici, el casco, etc. No obstante como desde la ‘playa’ donde se (empieza y) termina la natación hasta el Box 1 donde están las bicis hay unos 350 m (que hay que recorrer a pie por un camino de cabras), hay un sub-Box 1 que yo llamaré Box 0 (y que la organización llama ‘mini-Box’), en el que hay que dejar unas zapatillas para salir corriendo desde la ‘playa’ hasta la bici (*si alguien está interesado en que le amplie este resumen con todo el material que yo consideré que había que llevar, dónde había que dejar cada cosa, etc., que me mande un correo y se lo remitiré de buen grado).

Bien, pues allí llegamos Ramón y yo, a Agramón, a eso de las 17:00. La prueba empezaba a las 18:30, pero la salida del último autobús desde el pueblo hacia el embalse estaba prevista para las 17:30 y aún teníamos que desembarcar las bicis, coger los dorsales y demás material y aparcar bien el coche. Aunque éramos novatos en la materia, no supuso singún problema y conseguimos hacerlo todo con 5 minutos de sobra, aunque al final el autobús realmente salió a eso de las 18:00.

Recogimos la bolsa de material tras comprobar nuestro número de dorsal en el típico listado alfabético. En ella estaba el obligatorio gorro ya rotulado con el número, varias pegatinas para identificar la bici y el casco, un trozo de goma para sujetar el dorsal con imperdibles (en la bici hay que llevarlo a la espalda, y luego girarlo delante al empezar a correr, por eso lo de la goma) unos caramelos, una barrita de cereales, más caramelos y una camiseta técnica roja muy bonita que, como imaginaréis, ahora llevo puesta con mucho orgullo.

Luego buscamos el lugar donde deberíamos dejar la bicicleta para después empezar el segmento de carrera a pie. Todo correcto. Allí había una cesta con nuestro número, pero la dejaríamos vacía porque, como he dicho, las zapatillas que nos pondríamos al salir del embalse nos iban a valer para todo.

Esperamos un rato a que viniera el camión vacío en el que cargar las bicis. La mía: una mountain-bike Aebro de unos 400 pavos, sin desenganchar el soporte para acoplar una silla infantil, sin quitar el soporte para llevar un bolso, con el 5º piñón que no me entra la marcha, sin calapiés y con ruedas gordas de tacos. De aluminio por lo menos, eso sí. La de Ramón, otro esperpento: de carreras, sí, pero de hierro y más vieja que la tos, con el cambio de manecillas en el cuadro y al menos 30 años de antigüedad. En nuestra defensa he de decir que había otras dos o tres de montaña y yo al menos vi otra de carreras viejím-ma con cambio de manecillas.

Ni mono de triatlón ni mariconadas. Vestidos como si fueramos a una carrera y a tomar por culo vientos.

Así las cosas, mientras esperábamos, nos fuimos haciendo a la idea del más que probable ridículo espantaosos que íbamos a hacer, a la vista de las bicicletas de carreras de-2000-euros-parriba que se veían, con cuadros de carbono, cambios super-automáticos, ruedas semi-lenticulares y no sé cuántos avances tecnológicos más (de los que por supuesto no tengo ni pajolera idea). Y no sólo las bicis: esta gente que hace triatlones están cuadrados, pero cuadrados de verdad. Aquí no ves al típico barrigoncete de las carreras populares, aquí todo el mundo es relativamente joven y muy fuerte.

El autobús llega por fin al campamento donde está dispuesto el Box 1. Esperamos el turno para entrar tras pasar un riguroso control por parte de los jueces. Te examinan el DNI, el casco, la bici, el gorro… todo, para que no te cueles. Hay que tener en cuenta que se van a desarrollar dos actividades de alto riesgo, puesto que tanto nadando en un embalse como montando en bicicleta puedes encontrarte con la muerte, ahí es nada. Así que el alto precio de la inscripción (25 euros) está justificado por el seguro y por toda la organización añadida a la de una carrera popular: literalmente, un tío en cada camino de cabras con acceso a la carretera, la cual queda absolutamente cerrada al tráfico; bomberos de rescate en 2 zódiac, varias ambulancias, muchos jueces tomando nota manualmente de los dorsales que van pasando por varios puntos estratégicos, varias alfombrillas de cronometraje de chips, etecé, etecé. Un buen tinglado, en definitiva.

A las 18:28 aún estaba dejando colocada la bici en su soporte y organizando un poco lo que luego me tendría que poner, así que los jueces nos metieron prisa. Yo estaba nervioso por si llegábamos tarde, hasta que ví a un juez con un megáfono y una trompeta que venía detrás de nosotros. Tuvimos el tiempo justo de dejar las zapatillas y demás material en el miniBox, que estaba en una alfombra que llegaba hasta el agua, en la que nos metimos junto a los otros casi 300 participantes. Al fondo, dos grandes boyas amarillas separadas unos 50 m entre sí, así que habría que nadar 350+50+350 metros.

Suena la bocina y ¡a nadar! La natación es lo que mejor se me dio, con diferencia. El agua estaba turbia y verde, alcanzando mi vista poco más de un metro, así que sólo me veía las manos y algún pie que se me acercaba por delante. Por lo menos no me entró agua en las gafas, panorámicas ellas, y pude ir bastante recto y rápido hacia la primera boya. De vez en cuando sacaba la cabeza para comprobar mi orientación, aunque más o menos me la iban marcando los que llevaba al lado. Antes de llegar a la boya me di cuenta de que la franja de gente que nos aproximabamos era bastante ancha, y me temí que habría guantazos para bordearla lo más ceñido posible. Pero no, di la curva sin problemas y me orienté hacia la siguiente, a la que llegué también bastante bien. Nuevo giro y hacia la orilla. No se veía bien qué punto de la orilla era al que había que regresar. Además pegaba el sol de frente, así que estaba algo deslumbrado. Me limité a bracear como pude, en paralelo con el resto de nadadores que iban a mi altura. A la mitad del trayecto boya-orilla vi que andaba un tanto torcido respecto de la línea recta, así que rectifiqué hasta que por fin pude divisar la alfombra azul que había en la orilla. A esta altura tuve los únicos topetazos con otros nadadores, pero nada serio. Por lo menos el agua no olía mal ni estaba fría ni caliente, si acaso de vez en cuando un poco de olor a gasolina de los motores de las zódiac. Eso sí, como no suelo usar gorro para nadar, y cuando lo hago es de tela y en piscina cubierta, empecé a notar como se me cocía el cocorote. Inútilmente, me sumergí tratando de refrescármelo, pero al ser el gorro impermeable no hubo manera.


Por fin alcanzo la orilla y voy a ponerme las zapatillas. Hecho un vistazo al reloj y llevo ¡sólo 15 minutos y pico! Mientras troto hacia el Box de las bicis, me pongo la camiseta del Dosquince y los guantes de ciclismo. Localizo mi bici (todavía hay allí muchas) y realizo el consabido proceso: poner el GPS en marcha, quitarme las gafas de nadar, echar el gorro en la cesta, ponerme el buff en la muñeca, ponerme el casco, ponerme el dorsal, ponerme el GPS, parar el cronómetro con el que he nadado (19:29) e iniciar el del GPS, descolgar la bici y arreando. ¡Mierda, las gafas de sol! Dejo la bici apoyada donde puedo y vuelvo a por ellas. Ale, a empujar la bici hasta la salida del Box. Se me olvidó dejar la bici con el plato pequeño metido, así que lo hago mientras corro empujándola. Hay un juez que vigila que no te montes dentro del Box y que lleves el casco puesto. Ya está, a pedalear cuesta arriba.

La primera cuesta, empinadísima, es de unos 700 m de longitud. Planeo subir sentado con el plato más pequeño y un piñón intermedio hasta la mitad. Después, meteré el plato medio y me pondré de pie. Eso hago, pero veo que me canso más y avanzo lo mismo, así que me vuelvo a sentar y meto plato pequeño otra vez y ¡horror! se sale la cadena. Me paro y, más nervioso que un bolito bolí, intento meterla. No way. No se me ocurre hacer lo que hay que hacer en estos casos, poner la bici del revés apoyada sobre manillar y sillín: estoy bloqueado. Menos mal que había una pareja haciendo fotos y me sostuvieron la bici en vilo, así que por fin engrané la puta dichosa cadena de los cojones. Hasta me dieron una servilleta para que me limpiase (si estáis leyendo esto, ¡gracias!).

A todo esto, antes del percance ya me habían adelantado unos 20 ciclistas. Mientras se me salió la cadena (después, analizando en casa el registro del GPS, comprobé que perdí en ello un minuto casi justo) me adelantarían otros 20. Quizá otros 40, no lo sé, eran tantos que perdí la cuenta. Sentadito, con el plato pequeño y sin volver a hacer experimentos en pleno esfuerzo, continúo a lo mío. Una voz femenina, a mis espaldas, me anima “¡Con dos cojones, sí señor!” refiriéndose a la montanbíque.

Tras llegar a la cima, un poco de llaneo, dos repechillos más y empieza la parte algo más fácil hasta llegar al río (km 10). Como todo el mundo sabe, los ríos siempre van por el fondo de los valles, y no por las cumbres, así que ya sea corriendo o en bici, siempre llegas a ellos bajando y después tienes que subir. Las pasadas que me van dando el resto de los participantes son acojonantes. Me adelantan y al minuto ya no les veo. Hago lo que puedo, dándole a los pedales con un esfuerzo notable, pero no extremo para reservarme algo para la carrera. Por fin llego a Agramón, sobre el km 12 ó 13. Hay mucha gente aplaudiéndo, sobre todo a gente como yo que debo ir de los últimos. En algún sitio veo que hay triatletas que ya van corriendo (después me enteré de que el ganador ya habría entrado en meta a estas alturas). Me pregunto por dónde andará Ramón. Estaba un poco aburrido de la bici, así que deseé que ojalá Maria Jesús, Paco, Luis (o todos ellos) estuvieran aquí para hacernos mutua compañía.

Atravieso el pueblo, siempre en ligera cuesta arriba, por las calles principales. Debo ir bastante despacio, pues pillo fragmentos de conversación enteros: “Es que hace mucho calor”, “Uy, es verdad, el año pasado hizo un día mucho mejor”. Incluso un hombre, después de aplaudirme, comentó: “Ay, este pobre, es que lleva una bici muy gorda”.

Saliendo del pueblo me adelanta otro ciclista que me dice: “Macho, sólo de verte con esa bici, me canso” … “Es que es la única que tengo” … “Tranquilo, yo hasta ayer mismo me iba a traer una de montaña, pero a última hora me han prestado esta”. Una vez se sale del pueblo, como ya he dicho, hay que hacer un tramo de unos 3 km hacia Hellín. En un punto (calculado matemáticamente de manera tal que el total de lo recorrido sean 20 km) se da media vuelta y se regresa. Es decir, que cuando salí de Agramón empecé a cruzarme con ciclistas que ya entraban al pueblo a dejar la bici y empezar el segmento a pie. Como yo iba en ligera cuesta arriba ellos iban cuesta abajo, lógicamente, y al verlos así de rápido se me hizo lo mío aún más duro.

Sigo dándole que te pego y me alcanza otro. Al ratillo otro más. Sé que viene un tercero, porque hace un rato he mirado para atrás y venía un grupillo de 3. Pero claro, estos tíos son de los últimos, así que ya no me dan las pasadas que me daban los de antes. Al fin, veo el punto donde, al final de una tediosa cuesta, hay que dar media vuelta. A tan sólo 10 metros por delante llevo al último que me adelantó. Nada más dar media vuelta se detiene y le alcanzo. Hay otro que viene dando ya también la media vuelta, así que al menos llevo dos tíos detrás. Treinta segundos más tarde, a pesar de ir yo follao cuestabajo, me pasan como flechas. Me bebo lo poco que me queda del bidón que, a pesar de salir totalmente congelado de casa, ya está calentorro desde hace un rato.

Bien, pues ahora voy a ver cuántos vienen detrás de mí (los que circulen cuesta arriba por el sentido contrario). De momento llevo ya un buen trecho bajando y no he visto a ninguno. Al fondo veo una moto de la Guardia Civil y, delante, un ciclista. ¡Horror, soy el penúltimo! y ¡Horror, no es Ramón! ¿Qué le habrá pasado? Bueno… con la bici que llevaba, cualquier cosa.

El caso es que pedaleo el último tramo, casi todo hacia abajo, hasta regresar al pueblo. La entrada al pueblo la hago en solitario. Un momento bastante emocionante el poder callejear a toda pastilla por el pueblo, con la intriga de ver qué pasa en el último y definitivo cambio de disciplina.

Al llegar a la plaza donde está el último Box hay una jueza con una bandera verde que me señaliza la raya antes de la cual me debo apear de la bicicleta. Junto a ella está Ramón, que me dice que se le ha salido la cadena varias veces y que se ha retirado al llegar al pueblo. Entro al Box corriendo y cuelgo la bici. Me quito el casco y los guantes y me pongo a correr hacia la salida.

Los primeros metros voy sólo, pero en seguida me incorporo al torrente de corredores. Me da por pensar en un hecho curioso, ya que aquí es al revés que en las carreras populares: de toda esta gente que corre a mi lado adelanto a bastantes, pero sin embargo no les estoy adelantando en realidad, puesto que la mayoría en realidad me llevan una vuelta de ventaja ellos a mí.

No me acordaba de cuánto había en el cronómetro con el que nadé cuando lo paré, así que aunque mirara el crono del GPS no iba a saber cuánto llevaba en total de carrera. Le calculé 1 h 25 min, aproximadamente. Pronto noté que los 5 km a pie NO se me iban a dar muy bien. El calor era asfixiante y la sed terrible, así que devoré un botellín de agua que me dieron a los 100 metros, más o menos, de empezar. El trayecto ayudaba tampoco, puesto que te sacaban del pueblo por un carreterín en ligera cuesta abajo, unos 900 m, por el que luego tenías que volver en ligera subida. Todo este rato, pues, te ibas cruzando con gente. Una vez acabado el carreterín callejeabas un poco por el pueblo hasta que volvías a la plaza del Box/Meta. Acabé la primera vuelta con más pena que gloria, con ganas de pararme a andar, como hacían muchos de los que veía.

Al pasar junto a la meta te daban una especie de brazalete/muñequera reflectante que hacía las veces de testigo. Si no lo llevabas, te daban uno y eso significaba que tenías que dar otra vuelta. Si lo llevabas, significaba que habías dado las dos vuelta ya, así que podías entrar a meta. Si hubiera sabido esto, quizá hubiera tenido tiempo de fijarme si los triatletas a los que adelantaba… pues eso, si los estaba adelantado realmente o aún me llevaban una vuelta de ventaja. Tras unos aplausos de Ramón, que esperaba ansioso en la recta final, encaré con ganas la segunda vuelta, aunque iba bastante hecho polvo.

Lo único que me sacó un poco del tedio fue escuchar al espíquer (podría haber mirado el típico crono grande de la meta, pero no estaba yo para fijarme en muchas cosas) decir que íbamos por una hora y treinta y pico minutos. ¡Joder, si como mucho me pueden quedar 13 ó 14 minutos! ¡Puedo acabarlo en torno a 1:45, ánimo! Y con esto en la cabeza emprendí la última vuelta. Paso por el avituallamiento, donde teníamos a los típicos y afanados chavales voluntarios preguntando “¿Con tapón o sin tapón?” … “Con tapón y fresca… Gracias chavales” … “¡Ánimo campeón!”.

Ahora sí, si adelantaba a alguien era un adelantamiento real… ¿o no? Bueno, también cabía la posibilidad de que adelantara a alguien a quien yo, a su vez, ya le llevase una vuelta de ventaja, con lo que el adelantamiento en realidad no era tal cosa. Menudo lío. El caso es que “adelanté” a unos cuantos más, corrí lo que pude, que era poco, y llegué de nuevo a la plaza en cuestión. Ahora sí, me voy por el carril derecho, el que va hacia el arco inflable. Ramón se viene conmigo y entramos juntos con los brazos en alto. Lo he conseguido, he acabado mi primer triatlón, y además (considero) de una manera bastante decente. ¡Cuánta alegría! Me sentía más o menos como el día que acabé mi primera carrera popular (la San Silvestre Vallecana del 31 de diciembre de 2005) o el primer maratón (en Madrid el 27 de abril de 2008). ¡Qué satisfacción!

Lo que viene después os lo podéis imaginar. Me quitan el chip y el testigo y me voy a beber agua y comer toda la sandía y el melón que puedo. La deshidratación que tengo es terrible. Ha hecho un bochorno tremendo. Comentamos la jugada Ramón y yo y saludamos a Joseda, del Club de Atletismo Valdeganga, con quien nos hacemos una foto. Me confiesa que él era el que venía junto a la moto de la Gurdia Civil, es decir, el último en el segmento ciclista, pero que cree que ha adelantado a varios corriendo.

Tras esperar a que los jueces abrieran el Box para poder retirar las bicis, las cargamos en el coche, llamo a mi mujer para decirle que había acabado vivito y coleando, y nos vamos a tomar algo fresco a una mesa de una terraza de un bar que parecía que nos llamaba: “Sentáos aquí”.

Esa misma tarde-noche me llaman el Presi y Luis, a quien les resumo la emocionante experiencia de participar y finalizar un triatlón. Al día siguiente llamó Manuel (ex dosquinceño y ¿por qué no? ¿futuro dosquinceño de nuevo?). Y muchos fueron los que, en la piscina donde entrenaba la natación y donde me veían salir a correr y con la bici, me preguntaron por el triatlón. Casi tuve que dar una rueda de prensa.

GRACIAS A TODOS.

Hasta el martes por la mañana no tuve acceso a los resultados oficiales, ya que me faltaban datos que añadir a los de mi GPS. De todos modos, ya sabía que había conseguido mis tres objetivos para esta carrera, a saber:

1. Terminar sin retirarme, detenerme a caminar por fatiga, ni avería o caída: CONSEGUIDO.
2. Terminar por debajo de las dos horas: CONSEGUIDO.
3. Terminar dignamente, sin desmayarme ni vomitar al cruzar la meta: CONSEGUIDO.



En cuanto a estadística pura y dura, decir que quedé el décimo por la cola, posición 261 de los 270 que terminamos. El tiempo oficial son 1:46:16, repartidos en:

• Natación: 15:21, desde que se dio el bocinazo de salida hasta que pisé la alfombra de cronometraje al salir del agua, quedando en la posición 163 de este segmento.

• Box 1: 5:29, desde que salí del embalse hasta que empecé a pedalear tras hacer la transición y subirme a la bici.

• Ciclismo: 0:58:42, justo hasta que te bajas de la bici para empezar a hacer la transición bici-correr. Ojito: tengo el dudoso honor de haber sido el más lento de todos en este segmento (274 de 274, al parecer hubo 4 que se retiraron en la carrera a pie, puesto que al final sólo acabamos 270). Velocidad media: 20,44 km/h.

• Carrera a pie: 26:44 incluyendo la transición del Box 2 (bici -> correr), con lo el ritmo medio en min/km no estaría del todo mal (5:21) teniendo en cuenta el calor que hacía. En este segmento, si se hubiera computado individualmente, hubiera quedado en la posición 210 de los 270.

Así que, en fin, no sé qué pensaréis. ¿Soy muy paquete en general o sólo en la bici? Analizando los resultados, está claro que donde pinché estrepitosamente es en la bici. Lógico, al ser de montaña y no haberla entrenado demasiado. Tampoco la tengo equipada correctamente. En los demás segmentos, actuación bastante decente, creo, contando con que la gente que se presenta a estas pruebas está cuadrada y entrena de verdad. Muchos pincharon en la carrera a pie, por lo que vi allí y luego he visto en la tabla de resultados; yo no hice este último tramo muy rápido que digamos, pero al menos no me detuve a caminar.

Os recomiendo la experiencia, de verdad. Eso sí, entrenaos duro y, si puede ser, ir a reconocer el terreno o informaros al máximo (yo he tratado de informar a través de este GRAN BLOG y, por lo que sé, a algunos les ha servido de mucho). Y llevad buen equipo. Yo creo que repetiré, pero antes pediré prestada una bici de carreras más o menos decente y, si surge la ocasión, me compraré una. Y equipada con calapiés para poder tirar hacia arriba del pedal que sube. Será cuestión de irse empapando de las distintas técnicas.

En verano, hace tanto calor que suspendo la asistencia a la mayoría de las carreras del Circuito de la Diputación de Albacete. Y además entreno, corriendo, distancias más cortas, porque con tanto calor sufro demasiado. Así que creo que me viene bien hacer un triatlón sprint en pleno verano, porque de este modo no tengo que entrenar largas distancias corriendo y aprovecho para mantenerme en una razonablemente buena forma, a la vez que entreno tanto natación como bici (también hace calor para el ciclismo, pero no es un deporte tan intenso, y salvo en tardes de extremo calor, algo te refresca el aire que genera tu propia velocidad). El de Agramón es quizá el más cercano de los triatlones de por aquí. Y creédme cuando os digo que la organización es magnífica. Pero también hay otros con muy buena pinta en Blanca y Jumilla (Murcia), Santa Pola (Alicante, cross), Caudete (cross), La Roda (cross), Alcázar de San Juan (Ciudad Real) o Cuenca.

Ánimo y probadlo, os gustará.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

Aparte del gráfico insertado, que comprende lo ocurrido desde el Box 1 hasta el final, sin interrupción, aquí tenéis los gráficos de altura y las vistas aéreas de los segmentos de ciclismo y carrera a pie, para usarlos a discreción.

Vista aérea del segmento ciclista. Click para ampliar.

Altimetría del segmento ciclista. Click para ampliar.

Vista aérea del segmento de carrera a pie. Click para ampliar.

Altimetría del segmento de carrera a pie (ambas vueltas). Click para ampliar.

lunes, 1 de agosto de 2011

Reconocimiento y último ensayo

Snif, snif... hay que ver qué enorme cantidad de estupefacientes que consumían estos tipos y, paradójicamente, qué buena música les salía a los muy cabrones:


Pregunta para subir nota: ¿por qué otra cosa era famoso el batería de este grupo? (no vale consultar la Wikipedia).

El sábado por la mañana fuimos Luis, Ramón y yo a Agramón. El objetivo, reconocer sobre el terreno el segmento ciclista del triatlón, que es este próximo sábado día 6. Dejamos el coche en Agramón y ciclamos desde ahí hasta el embalse de Camarillas (unos 12 km) en sentido inverso al del día de la prueba. Una vez allí vimos la 'playa' desde la que se empieza a nadar y el camino de unos 350 m que hay que recorrer desde esta playa hasta el box donde se cogen las bicis.

Desde ahí hicimos el sector completo, unos 20 km, un cuestón bestial de 800 m de largo en el que alcancé la trepidante velocidad de 8 min/km (en bici), seguida de un tramo de tendencia descendente pero con altibajos, siguiendo junto al enésimo dislate urbanístico, la mini-macro urbanización Las Higuericas (yo la llamaría Las Higuericas del Culo del Mundo), cruzando el río Mundo por un estrecho puente, para entrar en Agramón por el sur y saliendo por el norte, por la carretera que une este pueblo con Hellín, todo cuesta arriba unos 3 km y luego media vuelta y por el mismo camino hasta el pueblo. Así:

En realidad el km del 16 al 17 lo hicimos por amor al arte. Vimos la marca en el suelo donde daremos la vuelta el día 6, pero seguimos unos metrillos más.

Esta es la vista satelital del circuito.

Qué pijo, tanta foto, aquí tenéis la actividad completa:



Tardamos unos 59 minutos, pero hicimos unos 21 km en vez de 20 y tampoco fuimos a tope en las bajadas (riesgo de hostiarte contra un coche... el sábado estará cortado al tráfico y el riesgo será simplemente el de salirte del carreterín y estrellarte contra un árbol). Así que se puede hacer en menos de una hora; otra cosa son las transiciones de un segmento a otro, que como somos unos paquetes, nos llevarán más de la cuenta.

Por otro lado, hoy lunes, aprovechando un hueco bastante enorme en los quehaceres caseros, me he calzado 20 km en bici por el Canal de María Cristina, que a pesar de no ir a tope ni mucho menos, y con viento, me ha salido en unos 58 minutos (claro, que han sido totalmente llanos). Seguidamente, tras guardar la bici en el trastero (lo que me ha llevado unos 6 minutos) me he puesto a correr como un poseso los 5 km de los que constará la prueba, los cuales he recorrido en 24:04 (ritmo de 4:49, de media), así que he acabado bastante contento.

Esta semana un poco más de natación (al menos 3 sesiones de los 750 m del triatlón) y el miércoles intentaré correr 10 km. La bici creo que no la toco hasta el sábado.

Ya veremos qué tal.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.
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