lunes, 20 de junio de 2011

Leningrado

Sólo había corrido en Leningrado el primer año, cuando fue una brillante novedad que nos llevaran al Sahúco en autocar, para después bajar hasta el pueblo. Aquel día llegué completa y absolutamente derrotado después de más de 17 km a pleno sol. Ayer domingo, varios años después, y a pesar de seguir acatarrado y a base de antibióticos, volví a Leningrado no con idea de sacarme ninguna espinita, ni por nostalgia, sino simplemente a correr por el campurri.

Y he de decir que no me ha gustado la prueba, y lo siento amargamente. Creí que se correría más cerca del río, aprovechando su frescura, pero el particular manchego río Nevá es muy poco caudaloso y con una ancha vega a cuyos lados discurren caminos paralelos separados entre sí y del río. Y de frescos nada.


El recorrido, no obstante, no ha estado mal. En muchos tramos había que ir en un par de filas indias, pero por lo general el paisaje tenía su encanto. Cruzar puentes siempre es bonito, por lo menos para mí. A la vuelta, en torno al km 10, una cuesta bastante maja. Creo que todos (con la excepción del compañero de club Dioni, que iba delante a unos 50 metros) con los que coincidí en la subida, se pararon a andar. Yo no es que suba muy rápido, pero ya tiene que estar muy negra la cosa para que yo camine, así que no lo hice y coroné sin andar.

Tras este único handicap en la carrera (nótese que la cuesta está justamente frente al puente que se cruzó en torno al km 3 para pasar de la margen derecha a la izquierda de la vega del río, es decir, que si al llegar a la cuesta hubiésemos seguido de frente, hubiésemos llegado a Leningrado por el mismo camino por el que salimos, ES DECIR, que esto confirma mi teoría de que cuando organizan una carrera lo primero que piensan es "a ver dónde hay una peaso cuesta que se van a enterar estos cabrones"), lo demás fue un trecho descendente hacia Leningrado, siempre al sol, tramo donde se encontraba el reportero más dicharachero del circuito, Gaby, que me tiró una serie de fotos de las que colgaré únicamente ésta:

Sebitas pisándome los talones: a unos 500 m de la meta me alcanzó. Pero ojo, Sebas, únicamente porque yo lo quise.

De momento estaréis pensando, ¿pero no había dicho que no le gustó? Pues veréis, no es cosa de criticar a la esforzada organización, que puso todo de su parte. Es que para mí hace demasiado calor para cascarse 13 km un domingo por la mañana. Los avituallamientos de agua estaban estratégicamente muy bien colocados, más cerca entre sí cuantos más km se iban corriendo, pero el agua estaba bastante caldosilla. Tampoco me hizo gracia la última vuelta al bulebar, aunque por lo menos lo recortaron un poco con respecto a la primera edición, en la que estuve a punto de saltarme la mediana. Y la bolsa ha sido algo escueta aunque, como dijo un sabio, "estamos demasiado bien acostumbrados y cuando nos dan una cosa normal nos parece poco".

Eso sí, el ágape final estuvo bien, muy bien, con mucha fruta, frutos secos, patatas fritas, embutido, guarreta y cerveza (me pimplé tres unidades) fresca, fresca, fresca.

Os dejo un vídeo de lo que estoy escuchando justo en este momento. Por cierto, estos vídeos son PARA QUE LOS VEÁIS. Están cuidadosamente seleccionados y representan parte de mi idiosincrasia. El de hoy es el que es porque es lo que vine escuchando en el coche con Fran Olivas.


Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

3 comentarios:

  1. ¡Hola Alberto!, siempre que tengo un miniratillo, no dejo de consultar tu blog.
    Estaremos pendientes de ese duelo atlético con Sebas...

    Un abrazo campeón.

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  2. ¿Un miniratillo? DEBERÍAS TENERLO COMO PÁGINA DE INICIO.

    Otro abrazo (pero sin mariconadas).

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  3. La verdad es que dicho así suena muy mal..., pero créeme, a día de hoy, un miniratillo equivale a un elevado porcentaje de mi tiempo libre.

    Nos vemos máquina!

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