El hormigón es un material de construcción, una especie de roca artificial que al principio es parecido a un líquido, pero que luego endurece, podiéndole dar formas muy variadas.
Os acordaréis de aquel grupo de mariconas que en los 80's tocaban unas canciones que, sorprendentemente, eran una puta mierda pero que molaban un huevo. Siglos después, ese grupo ha madurado y ya llevan cuatro o cinco álbumes de estudio haciendo unas cosas sorprendentemente buenas, sencillamente impresionantes. Os dejo aquí un vídeo del último disco para que os amenice la crónica, en el que se condensa la quintaesencia de lo que son ahora: guitarras roncas, orquestaciones a base de órgano al estilo del gran John Paul Jones, con unos arreglos e instrumentación limpios e impresionantes, acompañado todo por la voz del otrora follanenas genio Joey Tempest.
En inglés se dice ‘concrete’ (concrít), y por eso en sudamérica se le llama ‘concreto’, aunque no tiene nada que ver con la concreción. Sus ingredientes básicos son:
cemento: un polvo gris obtenido por cocción de arcilla y caliza, con algunos aditivos más, y que tiene la propiedad de que, al mojarlo (hidratarlo), endurece.
áridos (o vulgarmente, ‘piedras’), que suelen ser calizas de machaqueo, de diferentes tamaños, desde arena similar a la de la playa hasta grava del tamaño de una aceituna e incluso más grandes; es lo que en realidad le da resistencia al hormigón, puesto que aunque el cemento también resiste, básicamente se comporta como un ligante (pegamento).
agua, para hacer que el conjunto fragüe (endurezca) y, mientras esto ocurre, la mezcla sea manejable y pueda ser vertida en moldes con la forma que se le desea dar a la pieza de hormigón.
Esto es el hormigón básico propiamente dicho. Luego hay dos términos que la gente suele emplear incorrectamente, al azar, o sin saber lo que dice, que son:
hormigón armado: resulta que el hormigón por sí sólo aguanta bastante bien a compresión, es decir, “que lo aprieten”, así que por ejemplo una columna resiste bastante bien. Pero a tracción (“que lo estiren”) no aguanta apenas. Cuando se hace una viga de este material y se coloca horizontal y con peso, la parte de arriba de esa viga está comprimida, pero la de abajo está traccionada. Por eso el hormigón hay que armarlo, o lo que es lo mismo, colocarle armaduras de acero, varillas a lo largo de zonas estratégicas de la pieza que se dejan sujetas al molde vacío para que, cuando se rellene con el hormigón, queden embebidas en él, ayudando así a que la pieza sea más resistente, sobre todo ante los esfuerzos de tracción, que son soportados casi íntegramente por el acero, material que tiene mucha resistencia.
hormigón pretensado: aunque mucha gente está familiarizada con el término, casi nadie sabe realmente lo que es. El pretensado es una técnica que, en construcción, sólo se aplica a grandes puentes de carretera o ferrocarril, y muy poco en edificación (quizá en algún edificio emblemático, tipo auditorio gigantesco o similar). Consiste (en el ejemplo de la viga horizontal) en dejar embebidas en el molde unas vainas metálicas flexibles y huecas, que se suelen sujetar a las armaduras para que no floten cuando se hormigona la pieza. Después se espera a que fragüe el hormigón y se insertan por esos huecos unos cables de acero con alta resistencia a la tracción (de un tipo distinto al acero usado para armaduras o “ferrallas”). Esos cables se anclan a un extremo de la viga y, desde el otro, se tensan mediante unos potentes gatos hidráulicos de manera que toda la viga se comprime, quedando “pre-comprimida” para que de ese modo, cuando se ponga en carga y empiece a recibir esfuerzos de tracción, aguante mucho más simplemente para llegar al “estado neutro”, y a partir de ahí es cuando internamente la pieza sí empieza a sufrir la tracción. Está claro que así soporta un esfuerzo externo, una carga, mucho mayor que con el simple armado. ¿Sabéis que objeto cotidiano está también pretensado? Los radios de una bicicleta, aunque en este caso en vez de pre-comprimidos están pre-traccionados (o pre-estirados). Es evidente que si cojemos un grupo de alambres tan largos y finos y les aplicamos unos 100 kg de peso, éstos resistirían si sólo influyesen sus propiedades mecánicas, pero no lo harán dada su forma, tan esbelta, que les haría “pandear” (doblarse). Por eso los radios de las bicicletas se pretensan al unirlos desde el eje de la rueda hasta la llanta, y aunque carguemos mucho la bici “apretando” los radios, en realidad ellos, intermamente, siguen estando “estirados”, tensados.
La carrera de Villalgordo del Júcar es una delicia. Me da igual que la participación haya ido bajando estos últimos años, creo que no es culpa de los organizadores (¡¡Emilio, un abrazo!!), que me consta que cada vez se esfuerzan más y le echan más ganas e ilusión. Será que hay muchas carreras ya en el Circuito y, al pillar ésta en verano y con bastante calor, la gente la deja pasar en favor de otras más llevaderas. Allá cada cual.
Yo he vuelto este año. Los dos primeros años el recorrido era una pasada de jodido con dos grandes cuestas que encima había que repetir en la segunda vuelta; pero el año pasado ya lo suavizaron bastante, cosa dificil teniendo en cuenta que este pueblo, al estar en el valle del Júcar, se sitúa sobre una ladera algo empinada (sólo hay que ver la pendiente y las curvas de la carretera según se acerca uno desde La Roda, similares en dirección Casasimarro). Con acierto, han intentado que la mayor parte de las calles sean en paralelo al cauce. Pero vamos, no por eso es llana ni mucho menos, aunque sí se han pasado un pelín poniéndole la categoría “A”.
Otra vez he acudido a una carrera con mi ex entrenador Tomy, esta vez para hacer algo de turismo-running acompañados de nuestras contrarias y proles.
Tras los preparativos típicos (a veces me parece que esto de las carreras es un contínuo espacio temporal repetitivo), los saludos de rigor a diestro y siniestro, así como la fundamental última meada, hoy con agradables vistas fluviales, salimos puntualmente. Un poco de desmierde al principio pues en la primera recta muchos nos fuimos por el lado oscuro de los conos, por lo que el coche-cronómetro tuvo que venir pitando como loco, no sé si incluso tendría que atropellar a alguien para abrirse paso.
Como casi siempre, salí algo reservón, intentando así que mi ex p.t. (personal trainer) pudiese acompañarme, cosa que hizo más o menos dignamente hasta el km 4, más o menos. A partir de ahí, y como no tengo ojos en el culo (bueno, sí tengo uno pero no me sirve para ver y además lo llevaba tapado), ya no sé dónde se metió, cuánto se rezagó, y como me dijo que tenía unas molestias me fui fijando otros objetivos parciales. Gente que suele correr a mi ritmo o algo más lento y que iban delante les tenía que haber dado una colleja al adelantarles por listillos.
¿Calor? Pues ponte unas pantorrilleras negras que verás qué fresquito. A Tomy, el de azul, ya le iba sacando unos metrillos.
El calor era intenso pero por fortuna el sol no picaba y se podía llevar relativamente bien la cosa. Además hubo abundante agua fresca en varios avituallamientos, por lo menos para mí, no sé para los de detrás que les den por culo y que corran más deprisa aunque creo que no debió faltar no escuché después a los típicos lloricas diciendo que se habían quedado sin agua. Fui soltando piernas y cada tanto adelantaba a un par de corredores, tampoco muchos. En el repecho del km 6-7, donde la granja aquella que olía como una puta mierda tan mal otros años, aunque yo iba más o menos bien, me adelantaron unos 10 colegas que iban en comandita, pero luego me vengué de ellos en la cuesta abajo que había tras el avituallamiento, enseñándoles el cabestro de mi espalda la próxima vez os escupo hijos de puta.
Para entonces yo hacía un buen rato que había hecho tándem con Javier Martínez (verdinegro el corazón), tras unos cuantos absurdos adelantamientos mutuos. Pero bueno, el caso es que yo ya iba dándolo todo, lo poco que me quedaba porque esa semana había entrenado los dos días previos (contrariamente a mi principio de descansar los días anteriores a una prueba) y llegada la última rampa del km 9 y pico perdí también a este compañero de fatigas, no sé donde se metería… ya os he explicado lo del ojo sin párpado. Lo que sí que es raro es que no figure en la clasificación… (última hora: se le olvidó el chip en casa).
Ahí vamos los dos tios más machotes que ha parío madre.
Tras ese bonito último tramo por la vía verde fluvial junto al Júcar, pasando junto a los patos, entré en meta en 48:54, a 4:51 la media (eran 10.100 metros reconocidos por la organización, y 10.160 por mi Ramnig), lo cual considero un muy buen resultado para mí, habida cuenta del poco entrenamiento veraniego en general, los dos días previos entrenando y supuestamente cansado para la prueba, el calor reinante, la hora del día, y el perfil transversal de la carrera. Total, que bien.
El glorioso Dosquince Albacete volvió a dar prestigio con su presencia, una vez más, a esta carrera estar representado por 6 miembros 6, todos los cuales hicimos un meritorio papel bajando de la hora, incluso algún portento bajó de los 50 minutos incluso (el menda que os escribe). Por orden de llegada, asistimos servidor, Dioni, Pedro León, Sebas, Jota y Paco Aparicio.
Al llegar a meta nos metieron como siempre en el patio del Palacio de los Gosálvez donde nos obsequiaron con una (por desgracia ya poco habitual) bien repleta bolsa del corredor, conteniendo camiseta técnica marca Jamo, calcetines técnicos, botella de vino blanco, isotónica de medio litro, bandeja de champiñones, barrita de muesli, agua, un par de ‘flas’ y no sé qué más. Después la tradicional merendola bastante surtida, incluyendo cervezas de 37,5 cm3, pero ¡¡oh, lo siento, no me lo puedo callar!! no dejaban pasar a los familiares al recinto… a mí incluso me tuvieron que colar a mis hijas de extraperlo para que se tomasen unas gominolas y limonadas.
Nuevos saludos a los presentes para compartir opiniones acerca de la prueba y, ya casi de noche, rematar el día duchándonos en el recinto de la piscina y, ¿por qué ir más lejos? allí mismo en el chiringuito tomar con nuestras queridas esposas y nuestras chiquillas una colosal cerveza y ¿unos cangrejos de río? pues no, unas raciones de queso frito, rabo y suspiros.
Enhorabuena a los ganadores, otra vez Patri y Violeta, y a los organizadores, a los que les salió una carrera redonda. Habrá que volver el año que viene.
En Noruega, desde 2008, lo que
han hecho ha sido bajar los impuestos. Viendo que a base de subirlos la cosa no
acababa de funcionar bien, el gobierno de aquel país decidió hacer justo lo
contrario. Una cosa que, con el lavado permanente de cerebro que nos hacen por
televisión, parece una aberración. Si lo que se quiere es que un gobierno
recaude más, pues se suben los impuestos (IVA, IRPF) y ya está, ¿no? ¿Fácil,
verdad? Por eso cuando un gran centro comercial como ECI, K-rrefool, Al-K-mpo o
similares quiere ganar más dinero lo que hace es subir los precios, para que la
gente no tenga más remedio que pagar más por lo mismo y así que ellos ganen
más… Ah, no, espera, que lo que hacen es justamente lo contrario. Bajan los
precios para vender más unidades, aunque con un margen inferior, pero haciendo
superior el volumen total de lo ganado. ¿Y por qué aquí no? A lo mejor si nos
bajasen el IVA, el IRPF, el impuesto sobre los hidrocarburos, tabaco, alcohol,
etc., consumiríamos todos un poco más. No digo que haya que favorecer el
consumo brutal sin sentido, pero sí evitar el miedo escénico. Pensad en ello,
politicuchos.
La carrera de Cenizate es una
carrera más que correcta, pero al fin y al cabo una carrera más. Una carrera
bien organizada en la que no faltaron, a pesar del enorme calor, un
avituallamiento en meta a base de helados, zumos, isotónicas, frutas y cerveza.
Todo ello muy fresco, lo que me hace pensar que estuvieron más de un día en
refrigeradores de tamaño industrial. Además nos obsequiaron con una
camiseta técnica muy chula, color azul pitufo, y una magnífica botella de vino
blanco de la comarca. Tuvieron el detalle de dar todo ello junto con el dorsal,
y además con posibilidad de elegir talla. Me dio la impresión, además, de que
las que más habían comprado eran M y S, gran acierto puesto que es la que
solemos gastar la mayor parte de la gente que corremos, que normalmente estamos
delgados. Las fechas veraniegas, el
calor, y un posible sinfín de circunstancias más, hicieron que ‘sólo’ nos
juntásemos unos 400 y pico. El circuito, como sabéis, se compone de un
incesante ir y venir de curvas y rampas ascendentes y descendentes a diestro y
siniestro. Dicho punto se lo oculté hasta justo después del pistoletazo de
salida a mi otrora entrenador y actualmente siempre-medio-lesionado y amigo
Tomy. Luego, cuando acabamos, mentó algunos de mis familiares por haber tenido
el detalle de habérselo ocultado hasta ese instante (tampoco sirve demasiado
adelantar acontecimientos, creo yo). No salimos con demasiada
sensación de velocidad, pero el caso es que del km 1 al 2 nos salieron 4:20.
Así que mi estrategia, como no quería sufrir en demasía, fue ponerme a rueda de
Laureano del Don Quijote. Así haríamos un tiempo digno, aunque ya me olí que en
la segunda vuelta tocaría sufrir más, habida cuenta de las estrategias que
suele seguir el antedicho, que ya nos conocemos de unas cuantas batallas.
Ahí vamos.
Sobre el km 4, tras pasar junto a la iglesia en la que la banda de música amenizaba la carrera con una canción
infantil del Cantahuevos, del que en otra época acabé hasta los juegos, hay una
cuesta corta pero empinada, en la cual adelanté casi sin darme cuenta a
Laureano y su grupillo de secuaces ese día. Dos km tardaron en darme caza,
sobre el km 6, cuando redujeron la mínima ventaja que les saqué a base de
empezar a apretar al paso por la meta, en el ecuador de la prueba (que por
cierto era el km 4,8 de los GPS). Mantuve el tipo unos cientos de metros pero
no tenía ganas de pegarme la paliza padre, por lo que mantuve el ritmo que me
pareció dejándoles marchar un máximo de 50 metros, así a ojímetro, que por
cierto era más o menos la misma distancia a la que llevaba por detrás a Tomy. Ya cerca de meta, pasada otra
vez la banda de música y el repechín, apreté los dientes como si me fuera a
llevar una copa, dando caza a un par de renqueantes atletas a los que ya igual
les daba ocho que ochenta. En la recta de meta, cuesta arriba para más inri,
casi llegué a alcanzar a Laure, pero la ventaja era demasiada y, además, ¿para
qué? Me parece que el ganador fue
Severino y, en damas, Violeta. Enhorabuena tanto a ellos como a los respectivos
ganadores de las distintas categorías; sois un@s máquinas. En cuanto al Ilustre Club al
que tengo el honor de pertenecer, acudimos la mitad de los necesarios para que nos
obsequiaran con una paletilla, es decir, 6 miembros 6. Por delante de un
servidor, Mr. Fran Olivas. Detrás llegaron Peter Lion, Sebitas a.k.a.
Troteitor, Blas a.k.a. Obi Wan Kenobi y Jóse a.k.a. Señoritín, en una amplia
panoplia de cronos. Enhorabuena también a los
organizadores, a quienes les salió una carrera perfecta. Gracias por estar ahí. De nada por estar aquí.
No sé si se está haciendo una costumbre o qué, no sabría bien cómo llamarlo, pero la verdad es que después de tanta carrera, apetece hacer alguna competición ligeramente distinta, y una buena opción es, si no se tiene miedo al ridículo (como a mí me pasa) este Triatlón de Agramón.
Ya participé el año pasado, y en 2012 he repetido con mucho mejor resultado. Aunque hay que tener en cuenta que es una prueba agotadora, sobre todo con el calor que hace en esta época del año en estos parajes hellineros. Por tanto, como ya describí en qué consiste la prueba en la entrada del año pasado, paso sin más a cronizar lo acontecido en esta edición.
NOTA: El editor de Blogger es una puta mierda y, aunque he separado los párrafos hasta en 5 ocasiones, el muy hijoputa me lo deja todo en un sólo bloque. NOTA de ÚLTIMA HORA: corregido gracias a la inserción de un código HTML forzando el salto con "br/".
Hay que salir temprano de casa. Aunque empieza a las 18:30, conviene estar allí con tiempo. Así que quedé con el ex dosquinceño Manuel a las 15:30 en su casa para salir para allá (este año en el Dosquince han sido todos unos cobardicas). Esta vez llevé mi coche, donde, echando los asientos traseros hacia adelante y quitando las sillitas infantiles, caben dos bicis sin problema.
En Agramón habían dispuesto el Box 2 y la meta de otra manera distinta al año anterior, más amplia, mejor distribuida y más elegante, lo cual hizo que tuviésemos algún problema para volver con el coche hacia atrás una vez que nos habíamos metido en la boca del lobo, es decir, junto al arco inflable. Y es que yo siempre empleo con el coche la siguiente máxima de mi amigo Alfredo: "Cuando vayas a un lugar en coche y estés buscando sitio para aparcar, no aparques nunca antes de llegar: siempre ve hasta la misma puerta del sitio a donde te dirijas. En caso de que allí no haya sitio, que lo habrá, entoces ya ponte a dar vueltas".
Lo primero fue ir a recoger dorsales, material y bolsa-obsequio y Oh my god, no estoy en la lista. Por suerte Amando, el presi del Club Triatlón Hellín me adjudica el dorsal 91 correspondiente a alguien que no se iba a presentar. En la bolsa iban el dorsal, goma, imperdibles, dorsales adhesivos para bici y casco, chip y, como regalos, una camiseta técnica naranja-fosforito, botella de aceite, salchichón, caramelos y portachip (de regalo, aparte del que había que ponerse que te lo quitaban al final).
Aprovechamos que teníamos el coche allí de manera temporalmente ilegal para descargar las bicis y subirlas al camión. Aquí tengo que aclarar varias cosas: a) el año pasado participé con mi bici de montaña, con nefastos resultados en este segmento; b) no cogía una bici desde que finalicé mi preparación para el pasado maratón de Valencia, es decir, desde medidados de noviembre de 2011; c) la bici, de carreras, me la prestaron 15 días antes de la prueba, y sólo la probé 2 veces en los que hice unos 21 km cada vez, es decir, que mi entrenamiento en este segmento era prácticamente ridículo.
Además, añadiré: a) el fin de semana previo tuve unas jaquecas de caballo, acompañadas de un poco de fiebre (me perdí la inauguración de los JJ.OO. por este motivo); b) los dolores no cesaron hasta el martes, fecha desde la cual empecé a tomar antibióticos, y a la fecha de redacción aún estoy acabando la caja; c) en los últimos 10 días sólo nadé, unas 4 ó 5 sesiones de 500 m, y corrí un día, el jueves, 6 km (aunque aún estaba regularcillo); d) a todo esto añadir que soy bastante paquete en general en cualquier disciplina deportiva, salvo en natación que no me defiendo del todo mal; e) por el culo te la hinco; f) la equipación de triatleta que llevaba era de flipar (de flipar de chunga), pero eso lo describiré poco a poco.
Alguien se encargaría de bajar nuestra bici allí, junto al embalse, porque nosotros nos fuimos a aparcar bien el coche y a preparar el material. La verdad es que tampoco es gran cosa lo que hay que llevar, pero es muy importante repasarlo bien para no olvidarse de nada. Después nos fuimos a echar un vistazo al Box 2 para saber más o menos dónde tendríamos que dejar la bici (bueno, y Manu dejó unas zapas allí, yo dejé esa cesta vacía porque soy un gualtrapa y llevo las mismas en la bici), y luego a esperar a que saliese el autobús en dirección al embalse. Después de un buen rato de espera durante el cual decidimos seguir la táctica "perro acostado a la siesta a la sombra en las calles de Sevilla" (quietecitos que hacía calor), nos montamos en el susodicho, coicidiendo allí con Pedro de la Rosa del Don Quijote y Lázaro, y nos llevan por fin al embalse de Camarillas.
Tranquilamente cogemos nuestras bicis y pasamos al Box 1 a dejarlas preparaditas. Y con el gorro y poco más bajamos a la "playa". El embalse está bastante más vacío que hace un año. Deduzco que ha llovido menos, aunque lo mismo es por la crisis. Bueno, lo que seguro es por la crisis es lo de las zodiac: este año sólo hay una y los demás son piragüistas, que, al no llevar motor, son más baratos y ecológicos, y de paso contribuímos a la práctica deportiva, mira tú luego David Cal. Por Radio Macuto oímos que falta un autobús por llegar, así que yo me dedico a ponerme y quitarme el gorro 4 ó 5 veces hasta que queda bien encasquetado tapando orejas y demás. Este año le pego unos mordiscos para que el agua se cuele entre gorro y almendra, mojando el pelo y refrescando el cráneo, no como el año pasado que se me quedó como si lo hubiera metido en un microondas y casi se me cuece. También me distraigo comprobando a ver cuántos cutres no llevan mono específico de triatlón, como yo, que voy en mallas de correr y sin gayumbos. Y por más que busco, no veo a nadie. Todos con su mono, así que, soy el único ¡óle mis huevos! (ciertamente creo que haber llevado uno no hubiese influído positivamente en el resultado). Y según busco, me doy cuenta de que las tías que practican este deporte están bastante buenas, en concreto había una tía con trencitas que, bueno, me voy a callar.
Cuando encontré esta foto, después de ya publicada esta entrada del Blog, casi se me saltan las lágrimas. Lo digo porque se aprecian los siguientes hechos narrados: a) que soy el único que no lleva mono de triatlón, b) que mientras que nadie se toca la cabeza, yo insisto en probarme y volverme a probar el gorro de los cojones, c) que las tías están tremendas.
De repente suena la bocina y ¡¡al agua!! Empiezo a nadar con cierta parsimonia, sin agobiarme, y me llevo un par de mandobles, nada del otro mundo. Conforme voy cogiendo velocidad de crucero, nunca mejor dicho, me doy cuenta de que se me ha olvidado porner el crono en marcha, mierda me cago en su puta madre, así que le doy al botón y sigo. Al rato me cosco de que la trabilla del reloj se ha soltado, así que paro un par de segundos a meterla en su sitio. Antes de llegar a la primera boya se me ha metido algo de agua en las gafas, así que rápidamente las vacío y sigo. Giro en la boya, nuevo giro y enfilo la recta final a contraluz. Este año sí diviso bien a dónde me tengo que dirigir. Tengo también un par de tíos de referencia nadando al lado y eso me ayuda a no torcerme.
Al salir del agua voy jadeando como un boqueroncillo, encuentro rápidamente mis zapatillas, me las envaino no sin antes ponerme los calcetines (chúpate ese detalle de cutre-triatleta) y salgo disparado por el camino que lleva al Box 1. Mientras, aprovecho para ponerme la camiseta del Dosquince y (atentos, otra cutrez que nadie hacía) los guantes de ciclismo, un huevo colgando y otro lo mismo. Al llegar arriba voy aún más cansado, lógicamente, y en un periquete me preparo para la bici y salgo echando leches.
"A caballo regalao no le mires el dentao", así que aunque la bici no era la mejor del mundo, más bien la peor de las que allí se dieron cita, hice lo que pude. El primer cuestón me dejó tocadísimo y calculo que me adelantaron unos 50, pero por lo menos no se me salió la cadena ni me tuve que bajar para subir andando. Al llegar arriba estaba pidiendo líquido a gritos, así que empiné el codo todo lo que pude, que no fue mucho, puesto que no domino la técnica bebetoria y además como el contenido iba medio helado no te creas que salía muy bien. Si hubieran retransmitido por la tele mi participación, que descojono hubiera sido.
Cuando llegué al km 5 ya me había cogido Pedro de la Rosa y pensé "joder, aún me quedan 3/4 partes". El perfil se volvió más llevadero por momentos y entorno al km 8 me dio caza Manu, pero después de llegar al río en el km 10, todo para arriba. Al llegar al pueblo la gente animaba bastante por lo que me dio la impresión de ir más rápido. Después el último tramo de carretera dirección Hellín hasta llegar al sitio empinado donde, por suerte se da la vuelta. Esta vez confié en que no fuese el penúltimo como el año pasado... y así fue. No sé cuantos vendrían, calculo que unos 30, entre ellos Lázaro. A todo esto decir que ya me habrían adelantado otros 50 individuos y alguna individua, a pesar de que éstas macizorras salían ¿5? ¿10? minutos más tarde.
Entro al pueblo pisándole los talones a uno que cuando llega frente a la jueza del pie a tierra se pega un hostión de mucho cuidado por no saber sacar los pies de los pedales: ¡¡Ja, ja, ja, qué tontaco!! Si estás leyendo esto "¡¡Jódete, gilipollas!!". Con la camaradería que me caracteriza, paso a su lado sin mirarle a la cara (pero también sin pisarle) y aprovecho así para hacer mi único adelantamiento en toda la prueba. Localizo el hueco para la bici y hago el ritual de dejarla y quitarme el casco y los guantes y me pongo a trotar penosamente dentro del Box 2 hasta que por fin llego a la salida del mismo.
No puedo ni con mi alma, voy exhausto, pero me propongo aguantar hasta el primer avituallamiento de botellines de agua que hay a escasos 200 m. Allí me paro a andar y beber y continúo por ese carreterín asqueroso de los cojones donde te vas cruzando con toda la peña. Me cruzo con Pedro, al que sólo le queda ya media vuelta, más o menos, mientras que a mí aún me quedan las dos casi enteras. Al rato me cruzo también con Manu, pero a él le queda un poco menos que a mí, aunque cuesta arriba va más rápido que yo cuesta abajo.
Bueno, no me extenderé mucho más con la carrera. Me tuve que parar otra vez a andar porque me dolía la cabeza y la espalda y no podía más, eso fue más o menos por el km 1,5. Después me recuperé poco a poco manteniendo un ritmo de 5:20-5:30 que mantuve hasta la meta. Muy buen ambiente entre los lugareños que estaban prácticamente todos echados a la calle. Crucé el arco con buenas sensaciones, en un tiempo de 1:36:49, lo que supone 9 minutos y medio menos que el año anterior, que se reparten en, aproximadamente, 2 minutos más rápido la suma de la natación y la transición natación-bici, 7 minutos más rápido en la bici, y 30 segundos más rápido en suma de la transición bici-carrera y la carrera. En la clasificación general llegué en el puesto 258 de un total de 284 llegados a meta (hubieron 10 retiradas, 5 descalificaciones y 24 no presentados, entre los que curiosamente, debido a aquel error con mi inscripción, también figuro).
En cuanto a resultados parciales, en natación 154/284, en bicicleta 275/284 y en carrera 245/284. De mis conocidos Pedro fue el más veloz con 1:23:26, Manu hizo 1:29:49 y a Lázaro sólo le gané porque se le salió la cadena varias veces, y aún así tardó sólo 1:38:45.
Miralos qué guapos. Yo parece que me he fumao un porro.
Sorprendente también el tema de los ganadores absolutos. En categoría masculina venció a todos un tal Antonio Benito, aunque en realidad él pertenece a la categoría Junior, con un tiempo de 1:02:27, y en chicas Cristina González, que riza más el rizo puesto que pertenece a Cadete, ojo, con un tiempo de 1:16:02. Enhorabuena a ambos miembros del Club Triatlón Albacete. Da miedo a dónde pueden llegar en el futuro.
Un año más os lo vuelvo a recomendar, aunque ojito con las fechas de inscripción que los dorsales vuelan.
Nos vemos en Cenizate y/o Villalgordo del Júcar, que voy a ir.