martes, 25 de febrero de 2014

Mol y Nick, os ví (2014)

Molinicos es una de las carreras donde el número de participantes supera el de los habitantes censados en el pueblo. Sólo vamos el día de la carrera, y el pueblo se ve bastante animado, pero seguro que en el día a día por allí no va ni Harry.

Aviso para los que no suelan pinchar en el vídeo: contiene tía buena, es gracioso y la música cojonuda.

¿Cuándo empieza a escribirse algo, por ejemplo, la crónica de una carrera? Pues hay que empezar bastante antes, dentro del celebro, aunque sea con una pequeña idea de lo que se va a hablar. Luego hay que ir dándole forma poco a poco los días de antes, durante el viaje, en el calentamiento, mientras se corre, en el aperitivo final y luego ya en el coche de vuelta ponerle la guinda. Pero lo más difícil es mezclar todo eso, desechar lo que no vale, ensalzar lo que puede dar juego, ordenarlo y después darle forma.

Llegada de los diestros a la localidad serrana.
Cordial recibimiento, con foto, de nuestro amigo Javi Cejas.

Molinicos es la primera carrera del Circuito que corrí, allá por 2006. Desde entonces hasta ahora creo que no he fallado nunca a la cita. Para mí es una carrera especial, pero vamos, que si algún año de estos no puedo ir, pues me la suda, porque al fin y al cabo en la vida hay otras cosas más importantes por ejemplo mojar el churro en el chocolate.

No puedo hablar de la carrera del domingo pasado sin hablar del dosquince, porque en el club hemos elegido el día de la carrera de Molinicos para estrenar la nueva equipación. No exenta de polémica, mantiene la idea de los cuadros blancos y naranjas, aunque hemos aprovechado Gossi y yo mismo (encargados este año de este tema), para hacer un refurbish del diseño, dándole un toque distinto. El color naranja ha salido bastante apagado, los cuadros son un poco más grandes que lo pactado, y el hueco para la manga en las camisetas de tirantes tiene un tamaño grotesco. En la parte positiva, y aunque no se aprecia en la foto, destacar que en la parte de atrás cada uno llevamos personalizado nuestro nombre, lo cual mola bastante. Pero bueno, lo importante es que el cambio está gustando, la camiseta sigue siendo llamativa, exclusiva, y da de qué hablar todavía alguno está metiendo el dedo en la llaga y al final lo que pasa es que le van a soltar una hostia. Ja, ja, ja, ¿a ver quién tiene cojones huevos narices para hacer un intercambio ahora?

Los Ocho Jinetes del Apocalip-shit.

Tampoco puedo hablar de la carrera sin asociarla al entrenamiento para la Maratona di Roma (que ya sé que os la pela, pero a mí me la suda que os la pele). Se encajaba en una semana de relativa descarga, pero el principal escollo es que Juan Ra había tenido una rotura fibrilar y llevaba 10 días parado... ¿una locura comenzar de nuevo los entrenamientos en la carrera de Molinicos? Bueno, si se lo toma uno con calma, no. Si se tienen amigos, tampoco.

Podría entenderse la carrera de Molinicos como la vida misma. Suponiendo una longevidad de unos 90 años, a cada km de esta prueba le corresponden unos 6 años de vida:

  • Los 2 primeros km corresponderían a la niñez, hasta los 12 años. No te enteras de mucho, vas trotando a ritmo cómodo, sin ser muy consciente de lo que te espera por delante. Estás descansado y relajado, te lo tomas con calma, y todo es muy sencillo, porque prácticamente te lo dan todo hecho. Ahora tienes muchos amigos, aunque a muchos no los vuelves a ver, como mucho puede que vuelvas a saber algo de ellos si tienes interés. Incluso es posible que aún no hayas coincidido con los que luego compartirás muchos años, muchos kilómetros. Es una etapa que echarás de menos. Salimos los 4 ya fotografiados, junto con Blas, para intentar hacer toda la carrera juntos los cinco. Ritmo suave al principio mientras nos sacan del pueblo por la carretera que va al Embalse de la Fuensanta (por decir algo, porque esta carretera no lleva prácticamente a ningún sitio). Regresando al pueblo por el carreterín que discurre junto al Arroyo Morote saludamos a unos y a otros, luciendo la nueva equipación que no deja a nadie indiferente y dará mucho que hablar aunque no tanto como el nuevo fichaje femenino de Los Keniatas.
  • Del km 2 al 3, la adolescencia, de los 12 a los 18 años. Una parte de la vida, de la carrera, que empieza a complicarse. Algunas partes se hacen realmente duras, algunos aquí ya se atascan y no se acaban de recuperar nunca. Es una etapa que hay que afrontar con cabeza, sin prisa, con confianza, pero trabajando duro. La re-entrada al pueblo después de un tramo relativamente cómodo se hace dura, aunque poco a poco va quedando atrás. Dosificamos bien y el grupo de cinco seguimos unidos y no nos separamos salvo por unos pocos metros. El lesionado ya es ex lesionado y los más lentos del grupo van bien.
  • Del km 3 al 5, la juventud, de los 18 a los 30 años. El tema se suaviza ligeramente, hay altibajos. Algunas sensaciones son agradables, otras no tanto. Es una etapa en la que hay un poco de todo, pero en la que el camino, la vida, se te empieza a ir poniendo más difícil. Todo depende de cómo te hayas estado preparando, de cuáles sean tus metas y el ritmo al que quieres ir alcanzándolas, el esfuerzo que seas capaz de hacer y soportar. Aquí es clave elegir las compañías, porque aunque acabes sufriendo y cansándote, se te hará  mucho más llevadero y el recuerdo que te quedará será siempre bueno. Vamos relativamente cómodos, adelantando a gente poco a poco (claro, que hemos salido desde atrás del todo), reservándonos. Llegamos al primer avituallamiento arriba, en la zona alta del pueblo, sobrados de fuerzas aún. Bajamos sin prisa y al llegar al pontón sobre el Arroyo de Fuente-Higuera, giramos 180º pidiendo aplausos a los que allí se reúnen. Empieza la subida aunque seguimos en asfalto, y en esta zona alcanzamos a los superveteranos (demasiado pronto para el ritmo que llevamos nosotros).
¡¡Espera, Blas, que no sales en la foto!!

  • Del km 5 al 9, la época adulta, de los 30 a los 55 años. Una etapa similar a la anterior, pero más larga, mucho más larga. Te empiezan a pesar los años, los kilómetros, y se te hace duro avanzar y ascender. Pero como antes, si lo tomas con filosofía y has hecho bien tu trabajo, tendrás tu recompensa. Si no es así, puedes verte muy solo, ver a la gente pasar y echarte la delantera, sufrir en gran medida y, en definitiva, pasar un calvario. Con el camino entre los almendros, que en los códices más antiguos figura como 'Camino a Elche', continúa la subida lenta y constante, en este inicio del recorrido que da la vuelta al Cerro de la Dehesa Vieja. En las primeras estribaciones nos paramos a que Ángel (¿qué Ángel? ... ¿y a vosotros qué cojones os importa?) nos haga unas fotos, vamos sobrados, por lo menos algunos (y de momento) y se nos nota. Al llegar a un pequeño altillo, después de un avituallamiento, dejamos el camino para girar a la derecha hacia el paraje de Las Almagreras, en el cual nos damos un pequeño descanso ya que hay una zona llana, incluso con una leve bajada. Los más fuertes tenemos casi que parar para que nos alcancen aquellos a los que más se les ha atragantado la subida. Enseguida entramos en la pinada, por la que el camino discurre sinuoso entre sombras y claros; vamos comentando la jugada con propios y extraños, siempre de buen rollo, y con Luis animando constantemente a nuestro Presi, que no se detuvo a caminar ni en las rampas más duras. A falta de unos cientos de metros vamos animando a la gente a la que alcanzamos, pusilánimes que ya se han desfondado y están andando, a que se unan a nuestro autobús, que no se para, que sube y sube siempre corriendo. Más arriba, en la curva de siempre, está aquel vetusto hombre viejo de cojones del chaleco naranja, como es habitual en él, dando fe de que sólo queda un último repecho, el más duro, antes de llegar a la cima. Blas se detiene en esta última rampa a atarse los cordones porque no podía más, así que no salió en la foto que Javi nos hizo en la cumbre.

En la parte más alta de la carrera, abrazados como si nos recogiéramos de un largo día de Feria.

  • Desde el km 9 al 11+500, seguimos en la época adulta, desde los 55 hasta los 70 años. Llega un momento en la vida en que todo se pone cuesta abajo, por un motivo o por otro. Conviene relajarse y dejarse llevar, puesto que al fin y al cabo ya queda poco. Antes de que sea muy tarde y tus fuerzas no te lo permitan, es mejor aflojar, tomarse la cosa con calma y hacer que todo nos resbale. Algunos, empero, aprietan mucho en esta etapa, con riesgo de pegarse un batacazo, aunque disfrutan de la sensación de poder rozar el límite a pesar de la cantidad de camino que han dejado atrás. Llegados a este punto iniciamos la bajada más lenta que nunca hice yo en Molinicos, pero claro, había que esperar al más lento en estas lides, que no es otro que Blas quien, a causa de su rodilla, no puede alcanzar la velocidad máxima a la que la gravedad nos impele. Así que perdimos de vista casi inmediatamente a todos aquellos con quienes habíamos compartido subida. No nos quisimos arriesgar, así que fuimos disfrutando de la bajada, intentando no arrimarnos mucho al Barranco Oscuro de la Erica que es un paraje por el que se pasa de refilón aunque bien pudiera ser otra cosa, llegando finalmente a la Huerta de la Mina y a la aldea abandonada de Las Hermanas, yendo a parar finalmente a la carretera, la misma por la que abandonamos inicialmente el pueblo al principio, solo que esta vez en sentido contrario, para regresar a él.
  • Desde el 11+500 hasta el final, la vejez, desde los 70 años en adelante.Las preocupaciones empiezan a ser mínimas, la vida se nos pone plana y sin baches ni sobresaltos. Si acaso algún giro sinuoso que no tiene por qué afectarnos, y más facilidades que otra cosa. Vemos la luz al final del túnel, vemos que la cosa se acaba, pero estamos preparados para el fin y tratamos de no penar demasiado. Añoramos el lugar en el que nacimos, del que partimos, y tratamos de volver a él. Cerca del final, hay unos momentos un poco agónicos, sombríos y cuesta arriba, pero si tienes suerte estarás arropado por tus amigos y quizá algún anónimo desconocido que te alegre estos últimos sufrimientos. Eso sí, los últimos instantes, antes del fin, debes intentar que te sepan a gloria... y llegar al cielo. En la carretera sopla el viento en contra, pero por lo menos a la hora a la que la transitamos nosotros no es muy fuerte. A pesar de la paliza que llevamos en el cuerpo, son nuestros kilómetros más veloces con diferencia, incluso más que los de la bajada. ¿Y por qué? Pues principalmente porque hay una persona que, en la bajada, había tocado el claxon para adelantarnos, y ninguno estamos preparados psicológicamente para que entre delante de nosotros, y como nos ha sacado una ventaja considerable, tenemos que apretar. Lo conseguimos a la entrada al pueblo, así que nos sobran los últimos metros, en los cuales nos dedicamos a reagruparnos, ponernos en fila, y peinarnos para la foto final.

¡¡Equipazo!!


Se acercan las elecciones al parlamento europeo. Warning, warning, aquí viene el rollo chungo de Alberto. Pero por muy absurda que nos parezca la idea de tener un parlamento europeo, tenemos que ir a votar. Es prácticamente el único arma que tenemos contra estos hijos de la gran puta: no votarles, ir a votar, pero votar a otros. Es la única cosa que se tienen que envainar y aceptar. Cuando parecía en 2003 que Rajoy iba a ganar, perdió y se la tuvo que envainar. Cuando Rubalcaba sacó 110 escaños y Rajoy 184, se la tuvo que envainar (bueno, sigue ahí enganchado como un percebe, pero se tuvo que envainar la derrota). En este sentido, os recuerdo algunas de las cosas tan bellas que, en los últimos años, los del PPSOE nos han hecho: la ley del aborto de estos, poniéndolo tan difícil, y la de aquellos, tan flexible, dejando que una niña de 16 años lo hiciera sin el conocimiento de sus padres. El regalo de 57.000 millones de euros a la banca (me acabo de sacar la cifra de la manga), de estos; y consentir durante 8 años de mirar para otro lado que ese regalo fuera "imprescindible". Los indultos de estos y de aquellos. Los cambios en la Constitución para que sea prioritario pagar la deuda a Alemania, prevaleciendo sobre la partida presupuestaria de Sanidad y Educación. Las constantes manipulaciones en los medios de comunicación, ocultando deliberadamente la verdad, llevándonos como zombies de un lado para otro. Los cargos directivos vitalicios en grandes empresas energéticas de estos y aquellos. Las cuentas en Suiza, los enormes patrimonios, la impunidad. Pero la culpa no es suya, sino nuestra por elegirles. También los rusos eligieron a Putin, los alemanes a Hitler, los venezolanos a Chávez y Maduro, los americanos a Bush hijo (salvando las diferencias que haya que salvar). Votemos a alguien que inspire sensatez, porque la desfachatez de estos y aquellos ya la conocemos demasiado bien.

En la snack-zone me encontré con Juanmi, pero al él no le solté la chapa de política.
Pero fijaos qué borracho él con la cerveza vacía y yo con mi zumito.

Presiento que los políticos miran con preocupación a nuestro alrededor. Miran a El Cairo y no les gustan las revueltas. Ni las de la Plaza Taksim de Estambul, ni tampoco las de Kiev. Al hilo de esto, os dejo un extracto del libro que me estoy leyendo (Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari) "Y un temor se apoderó de mí: el de que verdaderamente el faraón, los cortesanos, los nobles y los dignatarios que vivían en la ociosidad, así como yo durante estos últimos años, no fuésemos más que parásitos engordados por el pueblo, como las pulgas en la pelambrera del perro. Quizá la pulga en la pelambrera del perro se imagina ser lo esencial y que el perro no vive más que para mantenerla. Quizá también el faraón y su dios no son más que dos pulgas en la pelambrera de un perro y no procuran a este más que molestias sin ningún provecho, porque el perro sería más feliz sin pulgas". Y añado yo: "¡¡Perros, vamos a desparasitarnos pronto de vosotros, madafacas!!".

Con respecto a la Maratona di Roma (que ya sé que os la suda, pero a mí me la pela que os la sude) la semana pasada era de relativa descarga: el sábado tocaban 6 km suaves y el domingo, en teoría, una prueba sobre la distancia del medio maratón (total 27 km en el finde), pero al final hicimos Molinicos (unos 13+500) y un entrenamiento el domingo de 16+650, en total unos 30 km y pico. Cumplimos de sobra y afrontamos ahora la recta final con un kilometraje semanal de 8+12+13+13+30 y 8+12+13+13+25, seguidos de dos semanas super-flojas para llegar al gran día con ganas. De momento muy bien, a ver qué tal lo poco que queda.

Gracias por estar ahí.
De nada por estar aquí.

Salu2.

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